miércoles, 18 de julio de 2018

CUIDADO CON LAS “SANACIONES”: ¡PUEDES PERDER TU ALMA!


El medio Desde la fe, de la archidiócesis de México, acaba de publicar un artículo firmado por el padre Rogelio Alcántara, en el que este sacerdote alerta sobre las “sanaciones” que se llevan a cabo en la órbita de la nueva religiosidad. Reproducimos su artículo a continuación.
La salud es un gran bien que todos buscamos. A nadie le gusta estar enfermo, y se recurre a cualquier cosa para conseguirla: se toman remedios caseros o se va al médico; se visita al especialista o se hacen estudios de laboratorio y se toman tratamientos y terapias; pero, qué hacer cuando la enfermedad se prolonga y no se ve la puerta de salida, cuando el cansancio de estar enfermo te agobia, cuando has ido de una institución a otra y no ves los resultados que deseas, y si los males empiezan a afectar al trabajo o a la familia, ¿qué hacer?
Algunos, buscando soluciones integrales y naturales, acuden a medios alternativos, quisieran encontrar la salud física y su relación con lo emocional y lo espiritual; otros, ya agobiados, ven como buena opción acudir a “sanadores”, curanderos, chamanes, brujos, santeros, reiki, terapias pseudocientíficas de corte New Age, etc. que además, alguien se los recomendó como la solución a sus males; pero entonces, cabría preguntarse: ¿está bien acudir a estos “sanadores”?, ¿hay alguna diferencia entre el alivio que aquí siento y el que me puede, o ya no me puede, proporcionar la medicina científica?
Lo primero que debemos señalar es que la sanación corporal sólo puede darse por tres factores, no hay más:
1. Naturales: medicamentos –alópatas u homeópatas (pastillas, inyecciones, soluciones, tés, chochos, pomadas, sobadas, etc.)– o cirugías.
2. Sobrenaturales: un milagro, que hace Dios directamente o por intercesión de algún santo o de una comunidad orante, para curarme. Aquí la sanación es sin ninguna intervención natural; la persona es curada inexplicablemente.
3. Preternaturales: por obra demoniaca. Sí, el demonio, aunque quiere nuestra desgracia, puede actuar de alguna manera en la naturaleza para aplazar un dolor, cambiarlo de sitio, disolver unos cálculos que son causa de dolor, etc., con el fin de desgraciar después más fuertemente y no sólo en el ámbito corporal.
Pero entonces, ¿cómo saber qué factores se están usando para una curación? Cuando se trata de factores naturales sólo se utilizan en el tratamiento las cosas de la naturaleza: lo físico, (eléctrico), químico o biológico con una explicación científica clara. Como esto es evidente, no hace falta comentar más.
Pero, ¿cómo distinguir cuando se trata de una sanación de origen divino y una de origen demoniaco? Para saber si una sanación es sobrenatural, es decir, si es verdaderamente milagrosa, hay que tener en cuenta que ésta no la hace ninguna persona directamente, sino Dios a través de ella. Vemos, a lo largo de la historia, numerosos santos que han sido “canales” de la acción curativa de Dios, hombres y mujeres de mucha fe que han luchado sinceramente por vivir en comunión con Dios.
Los criterios que de su vida podemos sacar, y que nos ayudan a ver si una persona sana de parte de Dios, son los siguientes. En primer lugar, el meollo es la fe. Los intercesores son personas que manifiestan una vida espiritual fuerte, que recurren a los sacramentos: Eucaristía (diaria de ser posible), confesión frecuente; oración asidua, penitencia y humildad. Que no obran como si la acción curativa de Dios fuera de ellos (el poder de Dios no se puede tener al propio arbitrio, como quien asegura los resultados y se exhibe ostentosamente). Que la curación se dé sólo con la oración a Dios, o la recepción de algún sacramento, como la Unción de Enfermos. Que no acepte pago. Que no busque fama ni gloria personal. Que no cause una dependencia en sus “pacientes”. Que trabaje principalmente para los pobres.
Una curación milagrosa siempre es una llamada de Dios a la conversión. Los milagros son signos de la cercanía divina que manifiestan que Dios quiere nuestro mayor bien, nuestra salvación eterna.
Por otra parte, para saber si una “curación” es de origen demoniaco hay que analizarla a la luz de los criterios anteriores (tanto de la sanación natural como de la sobrenatural), si no entra en estos criterios, sólo queda que esta supuesta sanación es de origen preternatural, es decir, demoníaco. Hay que discernir adecuadamente, porque estos “sanadores” en muchas de sus técnicas utilizan cosas naturales (hierbas, tés, pomadas, etc.) “consagradas” al demonio o incluso imágenes religiosas. No quieras recuperar una supuesta salud del cuerpo, perdiendo la salud del alma. Para más información sobre este punto, véase en YouTube el vídeo: “Un gurú o Jesús”.
CONCLUSIÓN
En la vida cristiana ninguna de nuestras acciones es indiferente cuando las vemos en su justa medida; es decir, en relación con nuestro fin último que es Dios. Por lo tanto, una acción, o me acerca o me aleja de Dios, no hay más. Es normal que venga el cansancio profundo ante enfermedades prolongadas, pero éstas, sean cual fueren, aceptadas y unidas a la Cruz de Cristo, son redentoras. El misterio de la enfermedad sólo se entiende a la luz del Misterio Pascual de Jesucristo. No busquemos nuestra salud donde no puede estar; la enfermedad un día pasará y a quien se mantiene fiel a Dios, le espera la recompensa celestial.
Secretaría RIES

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