jueves, 12 de julio de 2018

MILAGRO


Hace tres sábados atrás decidimos salir a cenar para festejar que se venía el día del padre, sin saber que ahí iba a comenzar la peor pesadilla de nuestras vidas. Antes de la comida, nos trajeron maní. Oli había comido muchas veces antes, jamás había pasado nada, por eso no nos preocupamos y la dejamos que coma. Mientras masticaba, se empezó a reír, y cuando quiso tomar aire, le pasó todo directo al pulmón. En un segundo estaba color azul, con los ojos en blanco. Salimos corriendo al Htal. de Niños, dónde la atendieron pero no había mucho que hacer: Oli cada vez empeoraba más, necesitaba que le saquen lo que tenía en los pulmones, y no había endoscopia de turno en toda La Plata. Había que trasladarla de urgencia. Después de esperar 6 horas a que la Obra Social mande una ambulancia, la llevaron sedada e intubada a la Clínica del Niño de Quilmes, donde un endoscopia del Garrahan la esperaba. 

Llegó al límite: el oxigeno era cada vez menor, el cuerpo se empezaba a enfriar, y todos sus órganos estaban haciendo demasiado esfuerzo para funcionar. Entró a Quirófano a las 9.30 de la mañana del domingo. Le pudieron sacar 3 pedacitos de maní del pulmón derecho, pero cuando quisieron volver a intentarlo, la gorda no resistió e hizo un paro cardiorrespiratorio que duró 30 segundos, por lo que decidieron suspender la endoscopia y llevarla a Terapia Intensiva para que pueda estabilizarse. 

Los pronósticos eran malos. Muy malos. Los maníes no sólo le habían entrado a los pulmones, sino que dentro de ellos habían largado aceite y sal, provocando una reacción química que se los estaba destruyendo. Oli dependía del respirador, que estaba en sus valores más altos... el pulmón derecho tenía neumonía, y era tal el daño que no se sabía si se iba a poder revertir. 

Dos días más tarde, entró de nuevo a quirófano. "Hay más chances de que salga mal, que de que salga bien, tienen que estar preparados" nos dijo el médico. "¿Cómo voy a estar preparada, qué me estás pidiendo?" Pensé por dentro. La endoscopia duró 1 hora eterna... gracias a Dios, a las energías que nos mandaron, y a las manos de esos médicos excelentes, pudieron sacarle los restos de maní de ambos pulmoncitos. 

No pudimos siquiera ponernos felices, que los partes médicos nos bajaron de un hondazo otra vez: su vida seguía corriendo peligro hasta que no le saquen el respirador. Y luego de eso, había que evaluar las posibles secuelas de haber pasado tanto tiempo con poquito oxígeno. 

Por un milagro, porque estoy convencida de que así fue, a los dos días le sacaron el respirador, y al tercer día ya ni siquiera usaba máscara de oxigeno. Respiraba solita. 

En una de las visitas (sólo podíamos verla 1 hora y media al día), se despertó y nos reconoció. Al otro día ya la teníamos charlando. Al otro nos pasaron a Terapia Intermedia e intentaba dar vueltas de carnero en la camilla. Y así, a pasos agigantados, a los 4 días ya corría por los pasillos...y hoy la tenemos en casa, sana, sin secuelas, sin medicaciones, como si nada hubiera pasado. 

Nos sentimos en la necesidad de contarles nuestra historia, porque tenemos la suerte de poder contarla. Nos escribieron cientos de personas diciéndonos que jamás se hubiesen imaginado que algo tan insignificante como un maní podía causar tanto daño. Nosotros tampoco. Si hubiésemos sabido que era el enemigo número uno del pulmón, nunca se nos hubiese ocurrido dárselo a nuestra hija. 

Ojalá que nuestra experiencia sirva para que otros papás, que como nosotros, no saben lo dañino que puede ser darle maní a menores de 5 años, puedan tomar conciencia. Ojalá que ninguna otra familia tenga que pasar por lo que pasamos nosotros, que gracias a Dios, en un tiempo va a ser sólo un mal recuerdo.

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