martes, 10 de julio de 2018

CONSEJOS DE LAS CARMELITAS PARA ORAR EFICAZMENTE


¿Hay un mejor momento para orar? ¿Y cómo debo rezar el Rosario para rezarlo bien? ¿Cuál es la forma de orar que nos da más frutos?

La oración carmelita está volviendo a ponerse de moda en el nuevo catolicismo, en la medida que las prácticas de la meditación y la contemplación están reemergiendo.
La tradición de oración carmelita tiene sus raíces en el movimiento monástico oriental, y anteriormente es la ‘murmuración’ de la Torá de los judíos. Pero esto parece que esta emergiendo unido a la tradición dominicana del rezo del Santo Rosario, que Nuestra Señora esta pidiendo repetidamente en sus apariciones. Oración que hoy resulta la más popular y rezada entre los católicos en todo el mundo. ¿Y qué significa esto? En principio parece como el agregado de un más intenso formato de contemplación al Rosario.
En esta corriente se ha comenzado a popularizar por ejemplo, en las parroquias, jornadas de rezo del Santo Rosario con períodos de contemplación y con el Santísimo Sacramento expuesto.
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Incluso dando la chance para pedir por nuestras intenciones.
Pero todo esto tiene sus pies de barro, la constancia.

EN EL PRINCIPIO: ORAR PARA PEDIR CON CONSTANCIA
Todos tenemos conciencia de que Dios contesta nuestras oraciones.
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Las contesta por si, por no, o diciendo más adelante.
Pero aun así, sus respuestas son inesperadas, suceden de repente, condensando seguramente todos nuestros pedidos, oraciones y necesidades. Piense en las cosas que le han pasado. Tarde o temprano nos damos cuenta que alguna cosa por la que habíamos estado en oración durante largo períodos o tal vez años, fue contestada, pero de una manera en que no nos imaginábamos que iba a suceder. Y eso sucede porque Dios se mueve de repente. ¿Alguna vez has contemplado las muchas veces que en tu vida las cosas importantes (buenas y malas) han llegado de repente? Es como si Dios fuera acumulando esfuerzos o nos estuviera preparando para lo que quiere darnos, a veces positivos y a veces negativos. Como si estuviera preparando el terreno. Pero también nosotros debemos preparar el terreno para la contestación.
No sirve hacer un pedido una vez y luego esperar que conteste.
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Dios quiere que seamos constantes en el pedido, que insistamos, porque de esa forma estaremos demostrando nuestro compromiso por obtener la cosa.
Pero por otro lado, la constancia en la repetición del pedido nos va haciendo reflexionar sobre lo que pedimos. Y muchas veces nos damos cuenta en el proceso que quizás eso no sea lo mejor que nos pudiera pasar, que eso es una tentación, o que mejor sería si pidiéramos una variante de lo inicial. Ese pedido constante que debemos hacer a Dios no puede ser de otra manera que mediante la oración. Es la oración la que lleva el pedido, la que puede ablandar a Dios, y es además la que nos da paz. ¿Crees que tiene el mismo efecto inmediato para ti pedir a Dios por tus necesidades en oración que fuera de oración? ¿Te sientes igual luego del pedido en oración que luego del pedido en una simple frase? ¿No te trae más paz y confortamiento la oración?
Quizás el Padre quiera que seamos insistentes para que oremos más porque él sabe los frutos que la oración produce en nosotros.
Y para los católicos el Rosario es la oración por excelencia, por eso debemos afinar como lo rezamos de manera especial. Y uno de los agregados más importantes es la contemplación.

EL MÉTODO DE SANTA TERESA QUE USAN LAS CARMELITAS
Nuestro Señor enseñó a Santa Teresa de Jesús, o de Ávila, un método simple de oración. A menudo se llama la oración mental. “No sabía la satisfacción y la comodidad que iba a conseguir con la oración”, confiesa la Santa, “hasta que el Señor me enseñó este método. Le ruego probarlo”. 
El método es el siguiente: sabemos que Dios está en todas partes, pero que habita en el corazón humano de una manera especial.
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Cierra los ojos, entonces míralo presente allí dentro de ti. Esta mirada es ya una oración.
Esta simple mirada da gloria a Dios. Todo el problema, nos enseña Santa Teresa, viene de no captar el hecho de que Él está dentro de nosotros: “¿Cómo es, Señor, que no nos fijamos en tu rostro cuando está tan cerca de nosotros?” Míralo a Él; hazle compañía; habla con él. No seas tonto, habla con Él como con un padre, un hermano, a veces de una manera a veces en otra”. Esta manera de orar trae consigo mil bendiciones. “En poco tiempo”, dice Teresa, “verás cómo ganas. Habrá una gradual obtención de dominio sobre uno mismo. El alma será más fuerte para la pelea”. “Vas a tener una buena base para que, si el Señor desea plantearte para lograr grandes cosas, Él te encontrará listo porque estarás cerca de Él”.
“Recuerda suavemente a tu mente cuando se distrae, recoge tu espíritu disperso.
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Vuelve tu ojo interno una vez más hacia Él, persevera con un corazón invencible”.
Durante el día tranquilamente prepárate para los tiempos de oración: en medio de trabajo recuerda, aunque sólo sea por un momento, a tu compañero divino; ve sobre tus tareas de una manera tranquila”.

EL MÉTODO CONTEMPLATIVO DE SAN JUAN DE LA CRUZ
El método de Santa Teresa de Ávila es similar a las enseñanzas de otro carmelita ilustre. El método de la oración mental enseñado por San Juan de la Cruz. Consistía en tres pasos: 1) la representación de algunos misterios; 2) los meditaba;  3) y experimentaba el fruto del proceso en una quietud atenta y amorosa hacia Dios, una tranquila, pacífica, amorosa y calma fe, en una simple atención a Dios. 
El método era contemplativo, ya que llevaba a pasar momentos de contemplación.
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Pero estos momentos se hacen más y más largos, y pronto dominan la oración.

10 CONSEJOS DEL CARMELO
Aquí hay 10 consejos recopilados en los conventos carmelitas sobre cómo oran.
1 – Tener una línea de la liturgia del día y repetirla durante el día – una nueva línea todos los días.
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El salmo responsorial y el tema del Evangelio son buenos para su uso.
2 – Dejar un pensamiento espiritual de un himno o un libro o de la Misa, como música de fondo en tu mente durante el día.
3 – Toma una tarjeta (o imagen) de Cristo y ponla donde la puedas ver y piensa sobre él.
4 – Haz una comunión espiritual cada hora. Utiliza un cronómetro por ejemplo.
5 – Fija tu mirada el interior hacia Él en medio de sus ocupaciones.
6 – Encuentra un “momento de gatillo”, como poner las llaves sobre la mesa, apagar el ordenador, o preparar la ropa para el día siguiente.
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Que pueda servir como un recordatorio para hacer una oración corta.
7 En lugar de tomar un café, toma un descanso breve de oración.
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En la media mañana o a media tarde, levántate y muévete en un espacio diferente y piensa en Dios.
8 – Piensa en Dios cada vez que mires el reloj por ejemplo.
9 – Canta himnos en tu corazón durante el día.
10 – Haz aspiraciones espirituales durante el día.

¿Y CÓMO SE UNE ESTE MÉTODO CON LA RESTAURACIÓN ESPIRITUAL DE OCCIDENTE?
Todo esto parece unirse en el pedido sistemático de Nuestra Señora que pide en sus apariciones que oremos el Rosario sin cesar.
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Al que se debe agregar una dimensión carmelita y teresiana: la contemplación de la maravilla del plan de Dios a través de la Biblia y nuestra vida.
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Y el rumiar constantemente durante el día oraciones mentales, alabanza y pensamientos hacia Dios.
En un artículo revelador, Daniel Bernard, plantea como interpretar las apariciones de la Virgen María y su insistencia para que recemos el Santo Rosario. En un lenguaje simple reflexiona lo que cualquier persona más o menos informada se plantea alguna vez sobre la autenticidad e interpretación de las apariciones y mensajes, cualquiera sea la decisión que luego haya tomado. Y con sentido común nos interpela con algo paradójico: ¿Y si las cosas fueran simplemente “lo que parecen”?… A veces las cosas simplemente “son lo que parecen”, y solamente un entorpecimiento de la percepción, una suspicacia fuertemente enraizada en nuestra mentalidad, una permanente sospecha teñida de orgullo, nos impiden ver lo que está delante de los ojos volviendo a ser como “niños”. Quizás nuestro cerebro hipercomplicado de occidentales nos impide ver lo que cualquier simple y humilde sierva es capaz de captar con toda sencillez. Se nos viene repitiendo desde las apariciones de Rue du Bac (la Medalla Milagrosa) –y aún antes– el sencillo, sabio y simple mensaje de la oración del rosario, ese último salvavidas contemplativo que queda en el Occidente Católico.
Una vez perdido totalmente el ambiente físico que propiciaba la contemplación interior y prácticamente desaparecidos también todos los demás recursos y herramientas de contemplación que la tradición mantenía.
El conjunto de apariciones desde la Rue du Bac, y al margen de los excesos que caen por su propio peso, están dando al mundo un mensaje que resulta coherente para quien tenga oídos para oír e inteligencia para comprender. Esto pasa por evitar el punto de vista ranciamente tradicionalista así como el progresismo tan actualmente al uso. No cabe duda de que la decadencia espiritual del Occidente moderno tiene que tener su razón de ser dentro de la economía divina. Y que además tiene que tener su compensación providencial dentro de la misericordia de Dios. Pero ¿Cuál es entonces esa compensación? ¿Dónde está la gracia que tanta falta hace en nuestros tiempos a todas nuestras gentes? ¿No la tendremos delante y una vez más, no somos capaces de verla? ¿Se encuentra la gracia en algún pequeño grupo “esotérico” oculto entre nosotros? ¿En alguna complicada técnica o doctrina, o en algún secreto cenáculo de “iniciados”?… ¿Qué clase de misericordia sería esa que solo abarca a unos pocos elegidos dejando a todos los demás a la intemperie espiritual? ¿Dónde pueden refugiarse los millones de católicos desorientados en un mundo profanado que les resulta cada vez más agobiante? ¿Dónde está la asistencia divina en esos momentos para la legión de gentes sencillas totalmente desorientadas y a veces angustiadas? ¿Y si las cosas fueran simplemente “lo que parecen”, más allá de las complicaciones de nuestra hiperactiva mente? ¿Y si, con toda sencillez y paz, simplemente nos pusiéramos a rezar el rosario tal y como se nos viene pidiendo machaconamente en todas las apariciones de la Santísima Virgen? ¿Será esa la última oportunidad de Occidente para recuperar el constante recuerdo de Dios, la oración permanente, la orientación del alma hacia Dios? ¿Nos queda actualmente alguna otra oportunidad, alguna otra herramienta contemplativa eficaz, universal, al alcance de todos, probada, ortodoxa, revelada e inspirada? ¿Estaremos ciegos una vez más y estaremos desaprovechando esta última oportunidad que nos brinda el cielo? Son tan solo preguntas y reflexiones que no dejan de sobrecogerme cuanto más las medito. Solo el tiempo, y Dios al final de él, nos darán la respuesta. Dios mismo quiera que, para entonces, hayamos sabido hacer la opción adecuada y hayamos alcanzado su paz.
Mientras tanto, tratemos de rezar el rosario permanentemente agregándole la contemplación carmelita para profundizar en nuestra espiritualidad.
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Y rumiar todo los días oraciones y alabanzas a Dios.
¿Hay alguna opción mejor?

Fuentes:

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