VATICANO, 18 Nov. 16 / 06:19 am (ACI).- El Papa Francisco advirtió,
en la homilía de la Misa
celebrada en la Casa Santa Marta, contra la idolatría del dinero, y señaló que
no se puede servir al mismo tiempo a Dios y al “dios-dinero”.
Se trata de un pecado que, incluso, resulta más grave cuando lo comete
un sacerdote. “La gente no perdona a un sacerdote
apegado al dinero”, subrayó.
El Papa describió cómo en ocasiones “el
dios-dinero, trata de entrar en la casa de Dios, que es una casa de oración,
una casa de encuentro con el Señor, que es el Dios del amor”.
El dios-dinero “puede arruinar nuestra vida, puede llevar nuestras vidas hacia el
mal, sin felicidad, sin la alegría de servir al verdadero Señor, que es el
único capaz de darnos la verdadera alegría”, afirmó.
Se trata de una elección personal, explicó el Santo Padre. “¿Cómo es su actitud con el dinero? ¿Están apegados al
dinero?”.
Francisco destacó la capacidad del pueblo de Dios para perdonar muchas
debilidades y pecados de los sacerdotes, “pero hay
dos que no puede perdonar: la adhesión al dinero y el maltrato a los fieles”.
“Cuando el pueblo ve a un sacerdote apegado al
dinero, no perdona; y cuando ve a un sacerdote que maltrata a la gente, que
maltrata a los fieles, el pueblo de Dios no puede digerirlo y no perdona”, dijo.
El Papa señaló que “las otras cosas, las
otras debilidades, los otros pecados, sí, no están bien, pero solo es un hombre
y la condena no es tan fuerte y definitiva. El pueblo de Dios ha sabido
comprender esto”.
El Santo Padre recordó el episodio de la Biblia de los ídolos que
Raquel, la mujer de Jacob, tenía escondidos. “Debemos
hacer un verdadero examen de conciencia: ‘Señor, ¿eres tú mi Señor o los son
–al igual que le pasaba a Raquel– estos ídolos ocultos en mi corazón, este
ídolo del dinero?’”.
“Sean valientes, tomen decisiones”, animó el Papa. “El dinero que se gana con un
trabajo honesto es suficiente, es suficiente con el dinero ahorrado con un
trabajo honesto. Pero no es lícito, pues es idolatría, el interés. El Señor, a
todos nosotros, nos da la gracia de la pobreza cristiana”.
EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
FRANCISCO:
Mateo 14:22-33
22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por
delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.
26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.
27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»
28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»
29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.
30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
32 Subieron a la barca y amainó el viento.
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».
23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.
26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.
27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»
28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»
29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.
30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
32 Subieron a la barca y amainó el viento.
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».
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