La
Virgen entregó a San Simón Stock, General de los Carmelitas, el escapulario
carmelita en 1251 y le dijo: “Tú y todos los Carmelitas tendréis el
privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno”; es decir,
quien muera con él, se salvará.
Y luego, la Santísima Virgen
se apareció al Papa Juan XXII en el siglo XIV y le prometió para quienes
cumplieran los requisitos de esta devoción que “como Madre de Misericordia
con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que,
libres cuanto antes de sus penas, (…) sean trasladadas sus almas a la
bienaventuranza”.
EL ESCAPULARIO VINCULADO A
FÁTIMA
En 1917, la Virgen pidió cinco cosas en Fátima:
1 – La consagración
a su Corazón Inmaculado
2 – Recepción de la Sagrada Comunión los primeros sábados durante cinco meses
consecutivos
3 – El ofrecimiento de sacrificios diarios para la conversión de los pecadores
4 – Rezar las cinco décadas del Rosario cada día
5 – El uso del escapulario del
Carmen como el signo de nuestra consagración a María. Para este último pedido
la Virgen no utilizó palabras, llevó puesto el Escapulario en su última
aparición en Fátima.
La Hermana Lucía explicó que la Virgen lo hizo
porque “Ella quiere que todos los
usen”.
Lucía dijo además: “El Rosario y el Escapulario
son inseparables” y la razón para llevar el Escapulario es porque es nuestro “signo de consagración al
Inmaculado Corazón de María”.
Leer
también:
- Nuestra
Señora del Carmen, Universal (16 de julio)
- Todo lo que
Debieras Saber sobre el Escapulario Carmelita
- La Devoción
del Escapulario Carmelita
- Imposición
del Escapulario Carmelita
Acá traemos varias historias sobre las gracias del
uso del Escapulario y tres más largas. Estas historias te darán una breve idea de cómo la Mater mantiene su
promesa.
VARIAS HISTORIAS CORTAS
Cuenta
un sacerdote
que un día en un pueblo cerca de Chicago, lo llamaron a la cabecera de un hombre alejado de los Sacramentos
durante muchos años.
“No quería
verme, ni hablar. Entonces le pregunté si quería el pequeño escapulario que
sostenía: ‘¿Quieres llevar esto si lo pongo en?’, Le pregunté nada más.
Él accedió a llevarlo. Luego de una
hora él quería ir a confesarse y hacer las paces con Dios. No me
sorprende, porque por más de 700 años la Virgen ha estado trabajando a través
de su escapulario”.
El mismo día en que la Virgen le dio el
escapulario a San Simón Stock, fue llamado a toda prisa por el Señor Pedro de
Linton: “Ven pronto padre, mi
hermano se está muriendo y en desesperación”
San Simón Stock colocó su gran Escapulario sobre el moribundo, se arrepintió
inmediatamente y murió un amigo de Dios.
Esa noche, el hombre muerto se apareció a su
hermano: “Me has salvado a través de
la poderosa reina y el hábito de ese hombre como escudo”.
San Alfonso nos dice: “Los herejes modernos se burlan del antiguo escapulario. Ellos
denuncian que es una de tantas necedades”. Sin embargo, sabemos que varios Pontífices lo han aprobado.
Es notable que sólo 25 años después de la
visión, el Papa Gregorio X fue
enterrado llevando el escapulario. Cuando su tumba fue abierta 600 años después de su muerte, su
escapulario fue encontrado intacto.
El Escapulario también se encontró como nuevo en las tumbas de San Juan Bosco y
San Alfonso de Liguori, a pesar de todo lo demás en sus tumbas que era
corruptible se había deteriorado.
San Alfonso dijo que si hacíamos un poco más de lo que la Virgen nos pide nosotros ni siquiera
iríamos al purgatorio.
Se entiende por qué el diablo va en contra de los que promueven el Escapulario cuando
se escucha la historia del Venerable Francisco Ypes. Un día su escapulario se
le cayó. A medida que la reemplazaba, el demonio aulló, “¡Quítate eso¡ Quítate el hábito que arrebata
tantas almas de nosotros”.
Entonces Francisco hizo al diablo admitir que hay 3
cosas de las cuales los demonios tenían
más miedo: el Santo Nombre de Jesús, el Santo Nombre de María, y el Santo
Escapulario del Carmen.
Cada mes un cargamento de 1000 esclavos llegaba a Cartagena, América del
Sur. San Pedro Claver – apóstol de los
negros – usaba el Escapulario para asegurar la salvación de sus conversos.
Pedro Claver organizaba catequistas para darles instrucciones, y antes de que
se vendieran, vio que eran bautizados.
Muchos eclesiásticos acusaron al Santo de celo
indiscreto pero San Pedro les recordó que él había bautizado y registrado todos
en la Virgen del Escapulario. Estaba
seguro de que María cuidaría de cada uno. ¡Imagina! San Pedro Claver fue
responsable de más de 300.000 conversos.
En 1845, el barco Inglés, Rey del Mar, fue azotado por un huracán salvaje. El
Rev. Fisher, un ministro protestante, junto con su esposa e hijos y otros
pasajeros, tuvo problemas a la cubierta para orar por la misericordia y el
perdón porque el final parecía cerca.
Entre la tripulación había un joven irlandés, John
McAuliffe. Se abrió la camisa, se quitó
el Escapulario, hizo la señal de la cruz sobre las furiosas olas y luego lanzó
el Escapulario en el océano.
En
ese mismo momento el viento se calmó, y sólo una ola más lavó la cubierta, trayendo consigo el Escapulario, que
aterrizó en los pies del muchacho. El Rev. Fisher y su familia habían observado
lo que había hecho.
Le preguntaron al muchacho. Les habló de la Virgen
y el escapulario y su promesa de protección en casos de peligro. Tan
impresionado que determinaron entrar en
la Iglesia y disfrutar de una protección similar.
Un sacerdote francés en peregrinación a Einsiedeln,
Suiza estaba en su camino a misa cuando se
acordó que había olvidado su escapulario. Aunque tarde, regresó a buscarlo.
Al decir misa, un joven se acercó al altar, sacó un
revólver y le disparó en la espalda…
pero el cura continuó a diciendo misa.
En la sacristía exclamó el abad “pensé que el
hombre lo había matado”. Pero cuando le retiraron las vestiduras, se encontró la bala, adherida a su pequeño escapulario
marrón.
En mayo de 1957 un sacerdote Carmelita en Alemania
publicó la historia poco común de cómo el Escapulario guardó un hogar del
fuego.
Toda
una fila de casas se había incendiado en Westboden, Alemania. Los habitantes
piadosos de una casa de dos familias, al ver el fuego, inmediatamente sujetaron un escapulario en la puerta
principal de la casa.
Las chispas volaron sobre ella y alrededor de ella,
pero quedaron ilesos. En 5 horas 22
casas fueron reducidas a cenizas y ruinas. Ésta casa quedó en pie ilesa
en medio de la destrucción. Cientos de personas llegaron a ver el lugar que
Nuestra Señora había salvado.
En 1951, el
antiguo hogar de San Simón Stock en Aylesford, Inglaterra fue dedicado y
las reliquias del santo Escapulario
regresaron. Desde entonces miles de usuarios escapulares han ido en
peregrinación. En 1957 fue el pequeño Peter,
que sufría de leucemia. Sus brazos y piernas estaban cubiertos de
llagas. Tenía sólo unos pocos días de vida.
Cuando
regresó esa misma noche, las llagas se habían ido y le había regresado su
fuerza.
Su familia se dio cuenta de que estaba curado. Los médicos confirmaron su
curación completa.
Un día en 1944, un misionero carmelita en la Tierra
Santa fue llamado a un campo de
internamiento para dar los últimos ritos.
El conductor árabe del autobús hizo bajar al Padre
a 4 millas del campo porque la
carretera estaba peligrosamente fangosa.
Después de recorrer 2 millas, sus pies se hundían
más y más profundamente en el barro. Tratando de conseguir una base sólida
resbaló en un charco fangoso. Hundiéndose
hasta la muerte en un lugar desolado pensó en María y su escapulario, y miró
hacia el Monte Carmelo.
Allí, en la distancia, estaba el santo Monte de
Carmelo, el lugar de nacimiento de la devoción a la Virgen del Carmen. Él gritó, “¡Santa Madre del Carmelo,
ayúdame! ¡Sálvame!”
Un
momento después se encontró en tierra firme. Luego dijo: “Sé que fui salvado por la Virgen
a través de su Escapulario. Mis zapatos se perdieron en el barro y yo estaba
cubierto con él, pero yo caminé las 2
millas más a través de ese país desolado para alabar a María”
En octubre de 1952, un oficial de la Fuerza Aérea
en Texas, escribió lo siguiente: “Hace seis meses, poco después de que empecé a usar el Escapulario, he experimentado un
notable cambio en mi vida. Casi a la vez empecé a ir a misa todos los
días. Después de un breve periodo empecé a recibir la comunión diaria. Guerdé
la Cuaresma con un fervor que nunca había experimentado antes. Fui introducido
en la práctica de la meditación y me encontré haciendo débiles intentos en el
camino a la perfección. He estado tratando de vivir con Dios. Doy crédito de esto al Escapulario de María”.
LA VIRGEN LE IMPIDE SUICIDARSE
Una
Hermanita de los pobres, que murió en Francia siendo Superiora, contaba lo que le había
sucedido a ella misma: Muerto
mi padre, nos fuimos a vivir a París, mi madre, que ya era anciana, y yo. En mi casa
había dinero para abrir un modesto taller, y como yo sabía, gracias a Dios,
ganarme la vida con mi trabajo, logré ir haciendo un pequeño capital.
Pero después mi pobre madre cayó enferma de muerte,
aunque la enfermedad había de ser muy larga. Cerré mi taller y mi tienda y, dejándolo todo, solamente me desvelaba por
aliviar los padecimientos de mi madre (a quien yo amaba de todo corazón)
y de ir alargando su vida minada por un cáncer, que no tenía cura.
Al cabo de dos años murió mi querida enferma y yo quedé sola en el mundo; y no
solamente quedé huérfana, sino también
arruinada, porque todos mis ahorros y ganancias se habían consumido en
la enfermedad.
Aquella muerte, aquella soledad, aquella ruina,
fueron mi perdición. Perdí en efecto la
esperanza en Dios nuestro Señor, me desesperé, y, finalmente, para
suicidarme, hice lo que vais a oír: Entré una noche del mes de julio en mí aposento;
cogí un gran brasero; lo llené de carbones y lo encendí, y habiendo cerrado la
puerta y la ventana, me acosté para
morir dulcemente por asfixia.
Serían como las cinco de la mañana, cuando
casualmente, es decir, providencialmente,
vino a visitarme una antigua amiga mía que acababa de llegar a París a aquellas
horas. Llamó a mi cuarto; y como nadie contestase, preguntó por mí a los
vecinos; y sospechando todos alguna desgracia, descerrajaron la puerta de mi
cuarto y quedaron espantados al verme
muerta.
Casualmente también, es decir, providencialmente, entraba entonces en la
casa el famoso Doctor Recamier para visitar a un enfermo; y habiéndole
rogado al doctor los vecinos que pasase a verme, el doctor me examinó muy
despacio, y declaró a todos los
circunstantes que yo estaba muerta y bien muerta.
Pero casualmente también, es decir,
providencialmente, vio el Doctor que yo
llevaba el ESCAPULARIO DEL CARMEN, y entonces exclamó: -No señores, no; no debe estar muerta esta mujer; lleva puesto el SANTO ESCAPULARIO; y
ningún suicida logra morir, aunque en ello se empeñe, cuando lleva
consigo este talismán.
Tomó,
pues, en sus manos el Doctor mí Escapulario, volvió a ponérmelo bien, tornó a
mirar, a remirar, a palpar mi cuerpo yerto y a examinarme más
despacio. ¡Inútil empeño! No lograba encontrar en mí ninguna señal de vida. Más
no por eso se daba por vencido el cristianísimo Doctor, en cuyo rostro, muy a
las claras, se leían el dolor, la pena, el asombro y la profunda meditación que
le embargaban.
-Traed,
dijo de repente, traedme dos mazos de madera, y vamos a golpear todo el cuerpo,
particularmente por la región del estómago. No puede ser que haya muerto en
medio de la desesperación quien lleva puesto el ESCAPULARIO DEL CARMEN.
Comenzaron a menudear suaves golpes de mazo sobre
mi cuerpo frío; y el sabio y piadosísimo Doctor examinaba atentamente a cada
minuto mis yertos despojos, sin descubrir ni atisbar ninguna señal cierta de
vida. Y así se pasó una hora mortal:
ellos dándome golpes con los mazos, y él observando con mucha atención y
diligencia mi cadáver.
Pero de repente se ilumina la cara del Doctor
Recamier, el cual, con lágrimas en los ojos, comenzó a gritar:
-Ya, ya vuelve a la vida este
cuerpo. Bien lo decía yo: Nuestro Señora del Carmen no podía dejar morir así a
quien llevaba puesto su SANTO ESCAPULARIO.
Confusos,
atónitos y espantados quedaron los circunstantes, que después de aquella larga
brega,
casi fúnebre, habían perdido ya toda esperanza. Pero todos se desvivían después
(Dios se lo pague) por cuidar amorosamente de esta infeliz pecadora.
Finalmente logré la más cabal salud; lloré mi
pecado, pedí perdón a Dios y a los hombres y entré en religión. Yo deberé, pues, mi salvación eterna al
bendito ESCAPULARIO de la Santísima Virgen del Carmen.
PRÉNDESE FUEGO UNA CASA, Y
ARROJANDO A LAS LLAMAS EL SANTO ESCAPULARIO SE APAGA
El Rvdo. P. Mtro. Fr. Francisco Boersio, nos dice
que en Ada, lugar del Obispado de Milán, prendiose fuego en la casa de Alejandro Coto. Fue tan desdichado,
que cuando llegó el remedio fue tarde, pues hallándose la casa en despoblado y
algo distante del lugar, no siendo más que él y un hermano suyo para apagarlo,
tras hacer esfuerzos desesperados, vieron
con gran sentimiento y dolor que por todas partes era el inmueble presa de las
llamas.
En tal congoja y tribulación ocurriósele a uno de
ellos el echar o arrojar sobre las
llamas el Escapulario de la Santísima Virgen del Carmen que traía pendiente de
su cuello, a lo cual le alentó el otro hermano, diciéndole
que había oído decir muchas veces que echando el Santo Escapulario sobre
el fuego se había apagado de súbito.
Ejecutáronlo así y el conflicto o falta de medios
materiales para lograr sofocar el fuego, alentó aún más su fe y devoción para suplicar con ansias a María Santísima se
dignase poner remedio, mediante su bendito Escapulario, a aquella
tribulación que les descorazonaba y afligía sobremanera.
No
tardó más la Santísima Virgen en socorrerles que ellos tardaran en arrojarle con ardiente fe y
rendida confianza sobre las llamas de aquel fuego devastador, pues al punto
reconocieron la superior virtud del Santo Escapulario y resolviéronse en
denso humo las voraces llamas.
Respiraron
consolados con tal prodigio ambos hermanos, que puestos de rodillas no cesaban
de dar gracias con indecible júbilo y alborozo a la Madre de Dios; pero he aquí
que al levantarse quiso el cielo que admirasen otro mayor, pues entre vivas
ascuas hallaron el Santo Escapulario de
María intacto, sin haber osado el fuego tocarle ni ofenderlo lo más mínimo.
Llegó presto a Milán la noticia del suceso, y el Sr. Vicario lo examinó y jurídicamente lo
aprobó, para que en todo tiempo diésemos gracias a nuestra Madre amable,
que así se digna consolar a los que con viva fe y rendida confianza acuden a su
valiosísima protección en los instantes de inminente peligro.
CASTIGO EJEMPLAR
Ha
sido táctica secular de los herejes protestantes ridiculizar las prácticas de
devoción de los católicos, sobre todo las relacionadas con la Santísima Virgen. Pero, mal que
les pese, Ella ha sido siempre la que quebranta con su huella inmaculada todas
las herejías, como canta la Iglesia.
Una
sacrílega parodia que hicieron los protestantes el año 1923, en la ciudad de
Añasco,
en la isla de Puerto Rico, es buena prueba de la popularidad inmensa que había
alcanzado y que goza afortunadamente la devoción al Santo Escapulario de
nuestra Madre del Carmen, que no en vano desfilaron por la isla apóstoles de la
devoción a nuestra dulce Madre, tales como los padres Elías Sendra, Espiridión
María Cabrera y el fervoroso y santo apóstol P. Elías Besalduch, y no menos lo
es en la actualidad el benemérito Carmelita padre José Sánchez. Tratose,
pues, de ridiculizar por los protestantes tal devoción como una de las de más
honda raigambre entre los católicos.
El relato del caso es del Rvdo. P. Pedro de
Arancibia, agustino, natural de abadiano, residente por aquellas fechas en
Puerto Rico. El hecho tuvo lugar en la ciudad de Añasco, el día 24 de diciembre del mencionado año de
1923.
Celebraban, dice el P. Arancibia, los protestantes una velada, intentando
ridiculizar nuestras devociones y hacer burla y chacota del clero católico.
En la tal velada tomaban parte una joven de apellido Domínguez, que desempeñaba
el papel de princesa. Un joven, Pietri, hacía de sacerdote católico.
Pietri exigió dinero a la joven Domínguez. A la
negativa de ésta, el cura Pietri, montando en cólera, insultó violentamente a
la princesa, diciéndola: “Te vas a condenar, eres mala católica”. La joven Domínguez, para demostrar su
catolicidad religiosa, muéstrale un Escapulario de la Virgen del Carmen que
pendía de su cuello.
El iracundo y frenético cura se lo arrebata de las
manos, diciendo: “Esto es una tontería,
una por…” levantando el brazo en actitud de arrojar al suelo el bendito
Escapulario.
Pero Jesús,
que suele tolerar con más paciencia los agravios inferidos a su persona
adorable, suele hacer sentir su mano
justiciera sobre los que se atreven a injuriar a su Santísima Madre.
En el presente caso no quiso que se profanara el
honor de María y quedase en ridículo la devoción predilecta del pueblo católico
de Puerto Rico. El brazo que se
levantara para arrojar el Santo Escapulario del Carmen, como herido por un
rayo, queda inmóvil. El joven Pietri queda idiota; no sabe ni puede
responder a los que, estupefactos, le preguntan qué le pasa. El que entró en la
velada rebosante de salud y alegría, sale a hombros de sus amigos, paralítico,
idiota y enfermo.
Los protestantes hubiesen querido ocultar el
espantoso suceso, mas, por fortuna, había en la velada, también, algunos
católicos, que pusieron inmediatamente en conocimiento de su párroco todo lo
sucedido, el cual refirió lo ocurrido para edificación de sus feligreses, en
las fiestas del día de Reyes, y en la de San Antonio Abad, patrón de la
parroquia, escuchándole emocionados todos los fieles que asistían a la Santa
Misa, en los que se aumentó más y más
el fervor y la devoción hacia el bendito Escapulario de María Santísima del
Carmen, siendo centenares los que le recibieron este último día.
María
promete hacer fácil por la gracia lo que es difícil por naturaleza y ayudar con
más gracias ordinarias, siempre y cuando nos pongamos el signo de nuestra
consagración a Ella.
María misma dijo: “Toma
este Escapulario, todo aquel que muera llevándolo no sufrirá el fuego eterno.
Será un signo de salvación, una protección en el peligro y una promesa de la
paz”.
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