lunes, 14 de noviembre de 2016

CIEGOS AL BORDE DEL CAMINO



 "Se encontraba Jesús ya cerca de Jericó. Un ciego que estaba sentado junto al camino, pidiendo limosna, al oír que pasaba mucha gente preguntó qué sucedía.  Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí, y él gritó:
– ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él gritaba todavía más:
– ¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo cerca le preguntó:
– ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego contestó:
– Señor, quiero recobrar la vista.
Jesús le dijo:
– ¡Recóbrala! Por tu fe has sido sanado.
En aquel mismo momento recobró el ciego la vista, y siguió a Jesús alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto alababa también a Dios."

Como aquel hombre, somos ciegos que nos encontramos al borde del camino. El camino de Jesús, que no acabamos de seguir. Ciegos, porque no acabamos de encontrar a Dios en la vida. Si queremos recobrar la vista, primero nos hemos de considerar ciegos. Y tener el deseo de recobrar la vista. 
Por desgracia, somos demasiados los que creemos verlo todo y no vemos nada. Los que creemos que estamos en el camino, y sólo estamos al borde.
Reconocernos ciegos, querer recuperar la vista y saberlo pedir. Creer que Jesús nos la puede devolver; porque sólo la Fe es el colirio que devuelve la visión a nuestros ojos.
Después, seguir tras Él, alabando a Dios. Siendo testigos de su luz, esa luz que ahora sí podemos ver.


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