Antes de la ascensión, Jesús
dio la gran misión a los apóstoles:
“vayan por el mundo y
prediquen el evangelio”.
Podemos decir que es la única
misión directa que dio Jesús.
Y la Iglesia ha estado en la
evangelización desde ese momento.
Más exitosamente en algunos
momentos, como en los primeros siglos y hasta la conformación de la
cristiandad.
Y progresivamente menos
exitosa – al menos en occidente –, en los últimos siglos.
Hoy la evangelización está
trancada y cuando mucho hemos oído hablar de tres barreras como si fueran las
principales.
Se
achaca el trancaso a que el catolicismo es muy mal comunicador; en especial
porque hay una especie de comunicar siempre en formato de homilía.
O
a que los medios de comunicación del sistema son hostiles al catolicismo y al
cristianismo.
O
a lo refractarios que se han vuelto los universitarios al cristianismo, que es
el grupo de donde se reclutan los líderes de opinión.
Pero la situación es más
compleja porque están actuando poderosas tendencias culturales que afectan por
igual a los no cristianos como a los cristianos.
Estas fuerzas culturales impiden tanto salir a evangelizar adecuadamente, como lograr oyentes
abiertos.
Hay muchas tendencias
que han envenenado la cultura y en consecuencia, hacen nuestra tarea
mucho más difícil.
Aquí tratamos 10 tendencias culturales que trancan la evangelización, siguiendo
la identificación que hace Monseñor Charles
Pope.
Pero
seguramente hay más y nos gustaría que los lectores agreguen todo lo que se les
ocurra.
I – EL SECULARISMO
La
palabra “secular” viene del latín saecula, que se traduce como “mundo”, pero también puede
entenderse que se refiere a la época o momentos en los que vivimos.
El secularismo es una excesiva preocupación por las cosas de este mundo y los tiempos en los
que vivimos, con exclusión de los valores y las virtudes del cielo y el
Reino de Dios.
No es simplemente una cuestión de preocupación por
el mundo, sino a menudo de total
hostilidad a las cosas fuera de la saecula (mundo o época).
Los
temas espirituales con frecuencia son rechazados por lo mundano como irrelevantes, ingenuos,
hostiles, y divisivos.
El Secularismo es una actitud
que exige que toda la atención sea dedicada al mundo y sus prioridades.
El secularismo también hace que quienes lo adopten pongan su fe por debajo de las prioridades y
puntos de vista mundanos.
En este ambiente, muchos son más apasionados y dedicados a su política que a su fe.
Su
fe está “escondida por debajo” para ajustarse a ellos.
Si
la fe se interpone en el camino de la carrera, adivina a cuál se da paso.
Si
la fe me impide hacer lo que me de la gana y lo que afirma el mundo, adivina cual predomina.
El espíritu del mundo, a menudo ve las verdades de la fe como irracionales y
poco realistas.
Y exige que éstas
den un paso al costado.
El Secularismo pone la fe en
juicio y exige que se ajuste a pensamientos mundanos y sus prioridades.
El Secularismo también exige cada vez más que se privatice la fe.
La fe no
tiene lugar en la plaza pública de las ideas o valores.
El Secularismo en su forma “pura” exige un mundo libre de Dios, sin fe.
Jesús prometió que el mundo nos odiaría como lo odiaron a Él; y en eso estamos.
II – EL MATERIALISMO
La mayoría de la gente piensa en el materialismo
como la tendencia para conseguir y necesitar
un montón de cosas materiales.
Incluye esto, pero el verdadero materialismo es mucho más profundo.
El materialismo es el error que insiste en que la materia física es la única cosa que es
real.
El materialismo sostiene que sólo
aquellas cosas que pueden ser pesados en una balanza, vistas en un microscopio,
o empíricamente experimentadas (a través de los cinco sentidos) son reales.
El error del cientificismo moderno, que insiste en
que no existe nada fuera del mundo de
las ciencias físicas, fluye desde el materialismo.
Lo
espiritual es inexistente o irrelevante para el materialista.
Por supuesto, esto conduce a la tendencia de adquirir cosas y descuidar lo espiritual.
Si la materia es lo que realmente importa, entonces
nos inclinaremos a querer grandes
cantidades de lo mismo.
Quienquiera
que ama el dinero nunca tiene suficiente; quien ama las riquezas nunca está satisfecho con
sus ingresos.
El error del materialismo está
atado en última instancia en pensar que la materia es todo lo que existe y que el
hombre, siendo una criatura de la materia y el espíritu, puede estar satisfecho
con la pura materia.
El
materialismo niega todo un mundo de realidades morales y espirituales que están
destinados a nutrir a la persona humana:
la bondad, la belleza, la verdad, la justicia, la
equidad, la trascendencia, el valor, los sentimientos, las actitudes, los
ángeles y Dios.
Estas son las realidades espirituales en última instancia.
Ellas pueden
tener manifestaciones físicas hasta cierto punto, pero no son físicas.
Negar
lo espiritual es tener poco porque vivir que no sea hoy, porque el
mañana es incierto y un paso más cerca de la muerte.
III – EL INDIVIDUALISMO
El error del individualismo exalta
al individuo por encima de todas las nociones del bien común, y nuestra
necesidad de vivir responsablemente en comunión con Dios y con los demás.
El
individualismo exige la autonomía, sin la adecuada consideración de los derechos y
necesidades de los demás.
Reduce
al mínimo los derechos de los demás.
Minimiza
los deberes hacia otros y maximiza las prerrogativas y privilegios personales.
También tiende a negar una idea equilibrada de dependencia de otros para la formación humana,
y la necesidad de aceptar la corrección e instrucción.
El individualismo también tiende a ser desafiante y declara: “No me digan qué hacer”.
La mayoría de los
individualistas se consideran a sí mismos como teniendo un derecho intrínseco
para hacer su propia religión, a inventar su propia deidad, e incluso ser el
artífice de su propia realidad.
En
el pasado este tipo de cosas se llamaban idolatría, sincretismo, herejía y pensamiento
delirante.
Pero hoy en día muchos en nuestra cultura celebran
esta noción como una extraña forma de
libertad.
La libertad personal y la autonomía tienen su lugar
y no deben ser usurpados por el
gobierno u otros colectivos.
Pero la libertad hoy en día es a menudo mal
entendida como la capacidad de hacer lo
que a uno le plazca, en lugar de la capacidad y el poder hacer lo que es
bueno.
La libertad no es absoluta y no debe ser separada
del respeto por los derechos y el
bienestar de los demás.
Nociones excesivas y erróneas sobre la libertad han
causado gran daño a nuestra cultura.
La promiscuidad sexual, el
divorcio fácil, el aborto, el abuso de sustancias, etc., son todos abusos de la
libertad y causan daño tanto a niños como a la sociedad.
El individualismo todavía se burla de esto, rehusándose a reconocer cualquier
responsabilidad personal por los males sociales.
IV – RESISTENCIA A LA
SABIDURÍA DE GENERACIONES ANTERIORES
Técnicamente se puede hablar de “hermenéutica de la discontinuidad”.
Y se refiere a la
interpretación de que la sabiduría de generaciones anteriores es fallida,
errónea, ingenua, y hasta hostil y un sistema de dominación.
Es cierto que ninguna época pasada fue perfecta u
omnisciente. Sin embargo, hay una
sabiduría acumulada que ha resistido la prueba del tiempo.
Oímos decir: esto es antiguo,
y por lo tanto malo, irrelevante, fanático, ignorante, intolerante, ingenuo,
supersticioso, anticuado, medieval, etc.
En la Iglesia, acabamos de emerger de un tiempo
donde todo lo “antiguo” fue descartado
por el “Vaticano II”.
Hay una extensa y arrogante noción moderna de que hemos “llegado a la madurez”.
Confundimos
nuestros conocimientos técnicos con la sabiduría.
Pero nuestra arrogancia nos aparta de la sabiduría
colectiva de nuestros ancestros y cometemos errores que fueron, hace mucho tiempo, considerados como perjudiciales
y necios.
La
Iglesia al proponer el Evangelio está proponiendo la sabiduría de Dios y la sabiduría
de las distintas épocas.
Sin embargo, el mundo moderno se burla simplemente
sobre la base de lo que proponemos alegando que es más antiguo que moderno.
A pesar de todo, debemos continuar insistiendo en predicar la sabiduría de Dios.
Nuestro
trabajo consiste en perseverar y mantener la sabiduría de Dios como una antorcha
encendida.
Debemos predicar el Evangelio
a tiempo y fuera de tiempo y no confundir las nociones efímeras con sabiduría.
Pero tampoco
hay que imaginar que no hay nada bueno hoy o que algo está mal, simplemente
porque es moderno.
V – EL NEO-NOMINALISMO
El término “nominalismo” se deriva de la palabra latina nomen (nombre).
La versión moderna y más vaga del nominalismo, que
llamamos neo-nominalismo, sostiene que las
palabras son simplemente sonidos arbitrarios que asignamos a las cosas.
Así por ejemplo, las palabras
y las categorías como varón, mujer, matrimonio, aborto, eutanasia, etc., son
sólo palabras que asignamos; son meras construcciones humanas que no existen en
la realidad.
Por lo tanto, muchos reclaman el derecho hoy en día para ir más allá de esas
palabras humanas.
Y afirman el derecho de asignar nuevas palabras para describir estas
realidades.
Esto
lo vimos muy bien desarrollado en la distopía de George Orwell
‘1984’.
Aborto
se convierte en la “elección”, “libertad reproductiva” o “cuidado de la salud
de las mujeres”.
Actos
antinaturales como la sodomía son llamados “gay” (una palabra que se utiliza
para significar feliz) y el sexo anal es celebrado como una “expresión de
amor”.
A la relación del mismo se llama “matrimonio”.
Al
suicidio o a asesinato de personas de edad o imperfectas se llama “eutanasia”, una palabra que
significa “buena muerte” en griego.
La
identidad sexual se llama ahora “género” y ni una palabra para la diferenciación sexual
humana.
El Neo-nominalismo reclama el
derecho a definir una nueva realidad y se burla de la humilde proposición de
que deberíamos descubrir la realidad y conformarnos con ella.
Reclama el derecho a definir la realidad mediante
la invención de nuevas palabras y
pensamientos y luego imponerlas a lo que realmente es.
Y así obtenemos un sinfín de absurdos tales como LGBTQ.
Tenemos nociones bizarras tales como ser “transgénero”, un concepto que niega las
distinciones humanas que no podrían ser más evidentes y que literalmente
están inscritas en nuestros cuerpos.
Y aún más absurdo es el llamado movimiento “trans-humano”, en el que incluso
la realidad del ser humano es descartada como una mera construcción.
Se reclama el derecho a empezar a llamarse a sí
mismos como de otras especies y a desarrollar
la clonación cruzada, etc.
Para ellos, no hay realidad per se, sólo construcciones humanas que son
fungibles.
La llamada “realidad” ahora no
es más que el juego definido según el último capricho y necesidad de
auto-justificación por medio de la re-descripción de lo que está sucediendo
realmente.
VI – EL HEDONISMO
Esta es la doctrina de que el
placer o la felicidad es el principal bien en la vida.
Proviene
de la palabra griega hedone “placer” y es similar a la palabra hedys griega, que
significan “dulce”.
Por supuesto el placer es de desear y hasta cierto
punto buscado, pero no es el único bien
en la vida.
De hecho, algunos de nuestros
más destacados logros y posesiones requieren sacrificio: años de estudio y
preparación para una carrera; sangre, sudor y lágrimas en la crianza de niños,
etc.
Pero el
hedonismo busca evitar el sacrificio y el sufrimiento a toda costa.
El hedonismo se opone directamente a la teología de la cruz.
El
mundo reacciona con gran indignación cada vez que la cruz o sufrimientos
incluso están implícitos.
Y así el mundo clamará con exasperación desconcertada a la Iglesia:
“¿Está usted diciendo que una pobre mujer que fue Violada necesita llevar el embarazo a
término y no puede abortar?” (Sí, lo decimos)
¿Está usted diciendo que una persona “gay” no puede casarse con su amante gay y debe vivir en
celibato?” (Sí, lo decimos.)”
¿Estás diciendo que un niño discapacitado desde el útero debe ser ‘condenado’ a vivir en el
mundo como discapacitado y no puede ser abortado y poner fin a su (leer
“nuestra”) miseria?” (Sí, lo decimos.)
“¿Quiere decir que una persona que está muriendo de dolor no puede ‘morir con dignidad’
(practicar la eutanasia) para evitar el dolor?” (Sí, lo decimos)
Estas preguntas retóricas muestran hasta qué punto el hedonismo ha infectado la
mente moderna.
El concepto de la cruz no sólo
es absurdo, es francamente “inmoral” a la mentalidad hedonista moderna, que
considera el placer como el único bien verdadero del hombre.
Para el hedonista, una vida sin suficiente placer es una vida que no vale la pena vivir.
Y cualquiera que trate de establecer límites en los
placeres lícitos (y algunas veces ilegales) lo entienden como una reacción de odio, que son absurdos, obtusos,
intolerantes.
Muchos
fieles católicos en las bancas de las iglesias están profundamente infectados con la ilusión de
hedonismo.
Y
alzan la voz de desconcierto, ira y escarnio cuando se insiste en la
abnegación, el sacrificio y hacer lo correcto, incluso cuando el costo es grande.
El hedonismo hace que los misterios cristianos centrales de la cruz y el sufrimiento redentor
parezcan como de un planeta distante o un extraño universo paralelo.
La
palabra de la boca de Jesús “arrepentíos” parece extraña al mundo hedonista, que incluso ha
recreado a Jesús.
El grito se alza, incluso entre los fieles, “¿Por qué Dios no quiere que yo sea feliz?”
Y sobre esta base, todo tipo de comportamiento pecaminoso debería tolerarse.
VII – EL REDUCCIONISMO
Esta es una posición filosófica que sostiene que un sistema complejo no es más que la suma de
sus partes.
Hoy en día el reduccionismo se encuentra más
comúnmente en la explicación de fenómenos humanos complejos, en términos de las leyes de la física y la
química.
El reduccionismo tiende, por
lo tanto, a reducir a la persona humana a lo meramente biológico.
Así, todo pensamiento, emoción, pasión, deseo,
memoria o deseo es sólo un puñado de
químicos en el cerebro, disparos de sinapsis, etc.
Incluso
conceptos claramente metafísicos como la justicia, la misericordia, la belleza,
el infinito,
etc.
La persona humana se reduce así a una colección de químicos y átomos.
Sin embargo, desde el punto de vista de la
causalidad es difícil decir cómo algo
meramente físico puede generar lo que es metafísico.
El término metafísico significa literalmente “que está más allá de lo físico”.
Por lo tanto, cosas como la
belleza, la bondad, la justicia, la rectitud moral, el infinito, etc., no son
cosas “físicas” que puedan ser pesadas a una escala o descubiertas
químicamente.
Uno no espera entrar en un restaurante y ver a la justicia sentada para cenar con la
moralidad.
Estas cosas son reales, de hecho tan reales, que muchas de ellas han inspirado
matrimonios y desatado guerras; pero no son físicas.
Algunos dicen que tales cosas son meras emanaciones de la mente física,
conceptualizaciones del intelecto o abstracciones del cerebro.
“No importa”, dicen los reduccionistas, “la ciencia algún día será capaz de
explicarlo”.
Nuestra
capacidad espiritual apunta a una causa espiritual, un sentido
espiritual, una apertura a las cosas más allá de lo físico.
Es evidente que el cerebro es una vía esencial a
través de la cual el alma ejerce muchas de sus facultades, pero no estamos simplemente reducidos a un
cerebro.
Así, una
forma de reduccionismo me reduce a mi cuerpo.
Pero en un extraño giro, muchos reduccionistas también actúan al otro lado de la valla
simultáneamente.
Así muchos también ven su cuerpo como un mero apéndice.
Mi
cuerpo es simplemente algo que tengo, una especie de herramienta, si se quiere.
En este reduccionismo, el “yo” parece ser un agente que puede usar mi cuerpo sin referencia ni
efecto sobre mí mismo.
Y así se pueden hacer afirmaciones absurdas tales como que “Yo” soy realmente una mujer
atrapada en un cuerpo masculino.
El yo en este caso se reduce así al “alma” y el cuerpo es una máquina o algo parecido a eso.
El reduccionismo es una visión común hoy en día y produce una cultura que es hostil a aquellos
que señalan la importancia del alma.
En un mundo reduccionista, las preocupaciones por el alma son puestas de lado como irrelevantes.
El
gimnasio local está lleno pero la Iglesia está vacía.
Las
obsesiones sobre la salud física abundan, pero hay poca preocupación por el alma.
Deja de fumar, podría matarte.
Pero hay poca preocupación igualmente por pecar, que podría hacerte aterrizar
permanentemente en un lugar “humeante”.
Y como estamos en el retroceso reduccionista, ¿por qué no reducimos el matrimonio –
una unión de vida amorosa entre un hombre y una mujer que llevan el dulce fruto
del amor en sus hijos – a sólo dos (o más) adultos felices juntos siempre y cuando
se sientan así?
Sí, tomemos
una única cosa y descartemos el resto.
¿Y
qué hay del sexo? Vamos a reducirlo de ser acerca del amor, el
placer y la procreación, a ser sólo sobre el placer.
Sí, eso es. Vamos
a reducirlo todo a sus partes, tomar lo que nos gusta y desechar el resto.
VIII – EL CIENTIFICISMO
Esto es en sí mismo una forma de reduccionismo.
El cientificismo es la posición que afirma
enfáticamente “las ciencias físicas
explican toda la realidad.”
El único problema es que la
declaración por sí misma no es una declaración científica; es una declaración
metafísica.
No
hay manera de que la declaración pueda ser verificada científicamente.
Así, al defender (jactanciosamente) las ciencias
físicas como la única explicación necesaria para todo, el jactancioso debe salir de la ciencia para hacer la afirmación.
Normalmente no es una buena idea romper la misma
regla que está anunciando en el mismo acto de en tiempos en los que muchos prácticamente idolatran las ciencias físicas
y desprecian anunciarlo.
IX – LA RELIGIÓN
“AUTO-DISEÑADA”
Incluso dentro del reino de
los creyentes hay legiones de católicos y protestantes que se sienten
absolutamente autorizados a diseñar su propia religión y su propio Dios.
Solíamos llamar a esto herejía e idolatría.
En el pasado, los herejes e idólatras, tenían por
lo menos, la decencia de cometer un
cisma formal y salir y encontrar su propia religión.
Pero en tiempos perezosos como éstos, muchos
prefieren permanecer dentro de su religión – a la que rechazan en los niveles
fundamentales – y vivir del dinero, de
los recursos, y en los edificios de la misma fe, que desprecian tan audazmente.
Es un problema tanto tener que construir sus propios edificios y encontrar a
sus propios seguidores.
Así que la forma perezosa y moderna de esto es
decir, “Yo soy un católico fiel,
pero…”.
Y
luego viene la lista de cosas escogidas y elegidas del catolicismo o el cristianismo.
Muchas
de las verdades de nuestra fe se mantienen en cierta tensión. ¿Somos libres o
Dios es soberano?
La
ortodoxia dice que ambos son verdaderos, y sostiene que la tensión es aceptable
porque hay misterios y límites a nuestro conocimiento que nos impiden simplemente
resolver todas las tensiones.
Pero la
herejía no soportará la tensión y, por tanto, elige uno y descarta al otro.
¿Es
Dios amoroso y misericordioso? ¡Sí! Pero entonces, ¿por qué hay juicio e
infierno?
Ambos
deben ser sostenidos, dice la ortodoxia, y mientras hay misterios, claramente Dios no
obligará nuestro sí.
Para esto, la
herejía dice: “¡No hay manera!” Y así se libera de la tensión, rediseñando a
Dios o descartando la clara revelación del juicio y del infierno.
Muchos hoy se
sienten totalmente libres para llamarse a sí mismos cristianos y luego
ir a escoger y elegir lo que les gusta.
Ellos ven esto como una
especie de derecho, dado por Dios y son apoyados en esto por la espiritualidad
de la Nueva Era y los movimientos del “Dios de dentro”.
Sí, “tengo
que ser yo. Tengo que ser sincero conmigo mismo”. Entonces el verdadero
Jesús se tiene que ir.
Y debido a que la mayoría de estos creyentes modernos no pueden soportar el Jesús de la
Escritura, lo reelaboran y lo amansan.
Ellos toman
algunas cualidades que les gustan: su amor y su ministerio de sanación.
Y descartan sus advertencias
menos agradables sobre el juicio, o su invocación para llevar la cruz, o su
demanda de una castidad tan completa que incluso prohíbe los pensamientos lujuriosos.
Son
esencialmente “post-scripturales” y no pueden ser molestados con los detalles de la
revelación verdadera.
Dios les ha hablado personalmente. Dios es amor y nunca haría o diría nada que
pudiera molestar a nadie.
Una
sola línea triunfa en la Escritura: Dios es amor.
Esto
es herejía: escoger una cosa y descartar el resto.
Este
es un “re diseñador” de Jesús, que coincidentemente está de acuerdo con todo lo
que los disidentes desean hacer o piensan.
X – LA FALTA DE MADUREZ
Vivimos en una cultura
occidental que es mejor describirla como con la problemática de la
adolescencia.
Colectivamente,
nos comportamos como el clásico adolescente: odiando
la autoridad, exigiendo todos los derechos pero rechazando cualquier responsabilidad.
Excitados
imprudente por el sexo, obsesionados con la “justicia” (pero sólo de
manera egocéntrica).
Empujando
constantemente los límites sólo para afirmarnos.
Insistiendo
en saber algunas cosas y siendo resistentes a que nos enseñen.
Comportándose
imprudentemente y descartando cualquier consecuencia.
Obsesionados con las tendencias pero siempre haciendo valer nuestra independencia e
insistiendo en que otros paguen nuestro camino, etc.
Pero como evangelizadores
debemos ser sobrios y conscientes de nuestra necesidad de convocar a la gente a
la madurez y llegar allí nosotros mismos.
Alguien
tiene que ser el adulto en la habitación.
La
Iglesia debe ser amable, pero clara, al insistir en que todos lleguen a la plena
madurez en Cristo.
Seguramente
existen más tendencias y nos gustaría que los lectores las comentaran.
Fuentes:
- http://blog.adw.org/2016/10/six-cultural-trends-challenge-modern-evangelizer/
- http://blog.adw.org/2016/10/four-trends-challenge-modern-evangelizer/
- http://www.mercatornet.com/articles/tag/new+evangelization
Foros de la
Virgen María
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