viernes, 1 de abril de 2016

ES EL SEÑOR


"Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo:

– Me voy a pescar.

Ellos contestaron:

– Nosotros también vamos contigo.

Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó:

– Muchachos, ¿no habéis pescado nada?

– Nada – le contestaron.

Jesús les dijo:

– Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.

Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro:

– ¡Es el Señor!

Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo:

– Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:

– Venid a comer.

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado."

 
Los discípulos han vuelto a Galilea. Siguen sin comprender nada. Van a pescar y no pescan nada. Les falta Jesús. Lo mismo nos ocurre a nosotros. Es inútil que empleemos las tácticas y los medios más sofisticados para nuestro apostolado. Sin Jesús no obtendremos ningún fruto.

Llega Jesús y les dice dónde deben echar la red. La pesca es espectacular. El discípulo amado es el primero en darse cuenta de que es el Señor. A Jesús sólo podemos acercarnos mediante el amor. Es el amor el que nos hace descubrirlo.

Y Jesús les recuerda la Última Cena; esta vez con pan y peces. (los primeros cristianos usaban como símbolo el pez). Jesús vuelve a reunirlos entorno de la comida, una comida compartida. Nos recuerda lo que es la eucaristía: compartir con el Señor en medio nuestro. Cuando nos encontramos reunidos en fraternidad, compartiendo, no necesitamos preguntas, Jesús está con nosotros. Cuando en la vida consideramos a todos hermanos, compartimos nuestro tiempo, nuestras cosas, nuestro trabajo, no hacen falta preguntas. Jesús está con nosotros. Es el Señor.

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