martes, 26 de abril de 2016

LA EDAD MEDIA ESTUVO REPLETA DE APARICIONES DE LA VIRGEN MARÍA


La Edad Media fue la Gran Época de la Santísima Virgen María.

La Edad Media fue una época prolífica para las apariciones de la Virgen María así como para diversas manifestaciones sobrenaturales. El énfasis estaba puesto en la extensión de la devoción y la construcción de capillas.

Sin embargo el mensaje sigue siendo el mismo que hoy, la conversión para la salvación, aunque a decir verdad, en estos tiempos los mensajes dejan traslucir mayor urgencia y la mención que el tiempo se acaba.

Hubo grandes hombres santos y místicos como Santo Domingo y San Francisco de Asís y a ellos y a otros le sucedieron episodios de grandes maravillas. No sólo hubo apariciones únicas de María, como fue el caso de la Virgen del Pilar, que se dio estando aún ella en vida, en el primer siglo, al apóstol Santiago.

En la Edad Media hubo muchas personas que tuvieron múltiples apariciones y como de costumbre sobre todo gente humilde, lo que era más persuasivo para el resto.

María habló de varias maneras, a veces, mientras ella era vista, a veces en una locución pura, a veces de una manera no verbal, y algunas veces a través de estatuas. Con su presencia, dijo que la humanidad estaba en gran necesidad e hizo alusión a castigos. Llamas. Fuego. Enfermedades. Hubo muchas advertencias.

LA APARICIÓN A LA PRINCESA ERMESINDE

Entre los videntes poco conocidos estuvo el Papa Honorio III, la reina Helena de Francia, y la princesa Ermesinde de Luxemburgo.

Las apariciones a la princesa tuvieron lugar cerca de una fuente clara (o Clairefontaine ) que luego dará nombre a la zona.

Clairefontaine no estaba lejos de Luxemburgo y como también de costumbre María había preparado el terreno, porque había sido bendecida por San Bernardo seis décadas antes.

Y parece que era conocida en la época como un lugar de maravillas, donde el agua con dones corría entre un follaje exuberante, en una corriente muy agradable.

En este valle encantado la princesa Ermesinde, lamentaba la reciente muerte de su marido bajo un roble, cuando tuvo su visión, a partir de la cual surgió posteriormente la erección de un convento dedicado al Corazón de Jesús.

Hay discusión sobre si fue un sueño o la aparición se produjo en su vigilia, pero lo concreto es que vio rasgarse o abrirse el cielo y descendió una mujer de belleza incomparable posada en una nube blanca.

Naturalmente la mujer era María, y llevaba a Jesús en brazos. Se acercó a la princesa y se paró en la corriente de agua.

Alrededor de ella había una manada de corderos blancos sobrenaturales a los que le sonreía y acariciaba. La característica más llamativa era el niño, de tal superior belleza que Ermesinde pensó que no podía haber otro igual en el mundo.

La experiencia de Ermesinde, fue una fugaz visión de unos pocos momentos, y no parece haber dejado ningún mensaje significativo además que inspirar las construcción de una capilla.

LA APARICIÓN AL PASTOR FRANCISCO ÁLVAREZ

Pero hubo casos en que las apariciones fueron más largas, con más interacción, con mensajes e incluso evidencias físicas.

Estés por ejemplo el caso de un joven pastor llamado Francisco Álvarez que vivía en las afueras de Alcaraz, y cuyo caso significó el inicio de la advocación de Nuestra señora de las Cortes de Albacete, en España.

Una tarde de abril de 1222, Álvarez, que tenía un brazo paralizado, dormitaba al pie de un antiguo encinar, cuando se despertó con un crujido repentino y vio a su ganado que estaba tratando de huir de la zona. Lo mismo ocurrió al día siguiente. Estaban asustados por algo.

Cuando finalmente vio Álvarez por qué, le quitó el aliento: una luz extraña e intensa emanaba de la encina y más extraño aún fue el sonido de una dulce música. (Recordemos que una encina más tarde sería el sitio de las apariciones de Fátima.) Esto sucedió el 1 de mayo.

Álvarez cayó en una especie de desmayo y cuando se recuperó, notó que la luz se había ido, reemplazada por una estatua de María amamantando a Jesús. La imagen, que pudo haber estado escondida en el árbol durante las invasiones musulmanas, habló con Álvarez, solicitando que la gente del pueblo le construyese una capilla. Cuando el pastor expresó su preocupación de que nadie iba a creer su historia, le dijo que extendiera el brazo inútil y le curó de inmediato.

Ese caso fue más la combinación de locución y el fenómeno de la estatua, que eran, con mucho, las manifestaciones más frecuentes.

Pero lo interesante son las señales que Álvarez fue encontrando: una brillante luz, como un relámpago pasa por encima de la encina y de ésta salen resplandores y claridad. Todo el monte exhala fragancias y desprende resplandores. Sobre la encina se puede oír una celestial y angélica música y a sus acordes compases vuelan y cantan escuadrones de ángeles. Todo esto hace callar el canto de los pájaros. Y al final aparece entre las ramas de la encina la imagen de Nuestra Señora de Cortes entre celestiales luces.

La imagen es llevada a Alcaraz y se deja esa noche en la parroquia de San Ignacio. A la mañana siguiente la imagen había desaparecido. Volvieron a la encina y encontraron allí a la imagen de la Señora rodeada de una resplandeciente y hermosa nube.

Entonces es cuando María le dijo a Álvarez,

es mi voluntad que me edifiquen en este lugar un templo y casa de oración donde mis devotos me ofrezcan sus votos y dones, y que este lugar sea tenido por santo, en el cual obrará Dios milagros y hará muchas misericordias con los que veneren y reverencien esta imagen mía”

OTRAS APARICIONES E INTERVENCIONES DE MARÍA

Mientras que las visiones pueden ser manifestaciones simbólicas o como un sueño, en las apariciones se veían imágenes que se ven con los ojos físicos, y muchas veces María no era transparente o efímera, sino una aparición corpórea, es decir, que tenía aspectos tangibles.

Ella parecía físicamente presente. Ella podía tocar al vidente. Se apareció por ejemplo a un hombre conocido como el beato Reginaldo de Saint-Gilles, cuando él estaba en Roma y ungió sus ojos, oídos, manos y pies, sacándolo de una enfermedad grave.

También apareció a san Antonio de Padua en 1221, animándole cuando fue cuestionado acerca de su Inmaculada Concepción (“Hijo mío, esté seguro de que yo nací sin pecado”), y en su visita al papa Honorio en 1226, ella le dijo que hiciera caso omiso a un grupo de cardenales que se oponían al establecimiento de la Orden Carmelita.

De manera similar apareció al menos dos veces a Alberto el Grande, que en su juventud había sido una persona sin talento, incluso un estudiante “de pocas luces”, pero a través del Rosario, y a través de suplicar a Cristo y María, se le concedió el don de la inteligencia y pasó a convertirse en una autoridad en física, astronomía, química y biología. Por ejemplo, como científico natural hubo quienes pronto lo compararon con el gran Roger Bacon. También se destacó en filosofía y cuando se fue a Colonia, Santo Tomás de Aquino fue uno de sus alumnos.

En 1225 hubo también un testimonio de que María había sido vista en una tumba acompañando el alma de un niño fallecido, y navegó hacia el cielo; y se le apareció a una mujer holandesa llamada Lutgardis que experimentó estigmas en la frente.

Las apariciones eran normales y muchos nombres de videntes se perdieron en la historia o quedaron reducidas a simples notas al pie.

EL CURA JACINTO DE KIEV

En Kiev, hubo un misionero conocido como Jacinto, que en 1231 comenzaba la misa cuando llegó la noticia de un ataque de una tribu de mongoles. Los tártaros había irrumpido en la ciudad y su misión era destruir todo.

No tenía más remedio que huir de inmediato y aún vestido con sus ornamentos, Jacinto tomó el Santísimo Sacramento del tabernáculo y estaba listo para irse cuando oyó una voz inexplicable que parecía venir de una estatua de alabastro.

“Jacinto, hijo mío, dijo María.” ¿Vas a dejarme abandonada para ser pisoteada por los tártaros? Llévame contigo”.
“¿Cómo puedo hacerlo?” protestó Jacinto. “Tu imagen es demasiado pesado!”
“Llévame, sin embargo”, suplicó María. “Mi hijo va a aligerar la carga”.

Jacinto agarró la gran estatua con un brazo mientras llevaba el Santísimo Sacramento con el otro y escapó de las furiosas llamas de Kiev.

Jacinto y la comunidad que lo acompañaba fueron rápidamente a cruzar el río Dnieper. Allí él los impulsó a seguirlo a través del río. Él mostró el camino, y todos ellos se hicieron tan livianos que lo cruzaron caminando sobre las aguas, lo que entonces los protegió de la furia de los Tártaros.

APARICIÓN PARA FUNDAR ÓRDENES

Algunas apariciones indicaron grandes problemas mientras la Iglesia tropezaba en la mundanalidad y el escándalo sexual (cada vez más notorio en los monasterios), y mientras la sociedad en su conjunto se dirigía hacia el error del materialismo, como subrayó María con su aparición a siete ricos comerciantes de Florencia.

Esta aparición simultánea a un grupo de personas se produjo el 15 de agosto de 1233, mientras los comerciantes, devotos en obtener dinero, estaban en acción de gracias después de la Comunión. Fue en ese momento que cada uno vio una luz brillante que enmarcaba a la Reina del Cielo y sus ángeles.

“Dejen el mundo y retírense juntos en soledad para dar la batalla”, dijo la Santísima Virgen. “Vivan totalmente para Dios. De este modo experimentarán los consuelos celestiales”.

Después de otra aparición en mayo de 1234 los siete hombres fijaron una ermita en el crudo Monte Scenario .

Y el 13 de abril de 1240, que era Viernes Santo y también la fiesta de la Anunciación, María se apareció por tercera vez, con un hábito negro, un libro, un pergamino, y palmas.

“Amados y elegidos siervos, he llegado para conceder sus oraciones. Este es el hábito que me gustaría que lleven en adelante. Es de color negro para que siempre puedan recordar los dolores que he experimentado a través de la crucifixión de mi Hijo y su muerte. Con el nombre Siervos de María han de ser conocidos. Este libro contiene la Regla de San Agustín. Siguiéndola Uds. van a ganar estas palmas en el cielo, si me sirven fielmente en la tierra.”

Ese fue el comienzo de la Orden de los Servitas. Y la aparición dio lugar a la advocación Nuestra señora de las Angustias de Murcia.

LA ORDEN DE LA MERCED

También estuvo la ver aquí y aquí, que fue inspirada por una visión del mismo modo, simultánea. El caso involucró a tres hombres, Pedro de Nolasco, Raimundo de Peñaforte (la autoridad más competente en el derecho canónico en ese momento), y el rey Jaime I de Aragón en España, que todos vieron a María en la misma noche, pero en el lugares diferentes.

Se les instruyó a trabajar juntos para formar una orden cuyo propósito sería el rescate de los cristianos que habían sido capturados por los moros.

La Virgen llama a S. Pedro Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación. Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.

Nolasco: ¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mí?

María: “Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón, cuando ofrecí mi Hijo en el templo: Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”.

Nolasco: “¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?”

María: “No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos”.

Los tres hombres prestaron atención a su solicitud y una noche buscando el rey Jaime un lugar para albergar a la orden, se sorprendió al ver siete estrellas inusualmente brillantes flotando sobre una colina.

Le trajo a la mente las siete estrellas que representan a los ángeles en el Apocalipsis 1:16 y todo el campo fue testigo. Este fue un lugar llamado Puig. Cuando Jaime llevó a los trabajadores al sitio, se encontraron con otra de esas imágenes ocultas de María, ¡protegida dentro de una campana!

EL ESCAPULARIO CARMELITA

Luego estuvo la gran revelación de san Simón Stock. Esta fue una aparición clásica, corpórea. Un santo ermitaño, cuyo padre había sido señor de Kent, Simón, a los 47 años había entrado en la Orden de los Carmelitas y fue enviado a matriz de la orden, al Monte Carmelo en Israel. Situado en la parte norte de ese país, entre Megiddo y Tiro, Carmelo se presenta como un testimonio a muchas generaciones de la humanidad.

Allí, a lo largo del chispeante Mediterráneo, sus cuevas habían sido el hábitat de antepasados que comenzaron con los especímenes prehistóricos conocidos como Homo Erectus y pasaron por la fase de Neandertal y luego una fase de Amudian vinculada a la aparición de los modernos Homo Sapiens . (Ver aquí la historia de Nuestra Señora del Carmen y aquí sobre el Escapulario ).

Es un tesoro para los arqueólogos, pero más importante es su historia espiritual. El Monte Carmelo, fue donde Elías es llamado por el fuego, ordenado dar muerte a los profetas de Baal, y luego subió a la cumbre del monte, donde le dijo a su siervo que mirara siete veces hacia el mar.

Cuando por fin lo hizo el siervo vio el espectáculo inusual de “una nube tan pequeña como la mano de un hombre” emergiendo de las aguas (1 Reyes 18:44) en una forma que nos recuerda las nubes asociadas con la Virgen.

De hecho, los Carmelitas declararían más tarde que la nube (que por supuesto fue muchos siglos antes de su nacimiento) fue precursora de María o su “prefiguración”, y cierto o no, fue un lugar muy santo y dedicado a María por los ermitaños antiguos. Simón se quedó tan impresionado por los hombres santos, cuya existencia fue descubierta por los cruzados, que entró en la Orden y no tardó en ser su líder (con base a lo largo del río Medway, en Inglaterra).

Pero más que un administrador Simón fue un visionario. Su aparición más famosa y una de las más importantes en la historia, se produjo durante una noche de oración el 16 de julio de 1251, cuando su celda se llenó de una gran luz que trajo a la Santísima Virgen con el bebé y portaba una prenda de vestir sin mangas de color marrón que iba a ser conocida como el escapulario.

Era una pieza amplia de tela que rodeaba la cabeza del monje y se convirtió en el hábito carmelita (modificada posteriormente para los laicos como una cadena con cuadrados de tela). Ella también indicó momentos especiales. Fue indicada también para la protección. Y fue la protección que María había prometido. Como el mismo Simón relató: “Ella se me apareció con una gran compañía, y portando el hábito de la orden, dijo, ‘Esto será para ustedes y para todos los Carmelitas un privilegio. El que muera en esto no sufrirá el fuego eterno’”.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

No hay comentarios: