jueves, 15 de junio de 2017

LA PROCESIÓN DEL CORPUS ES UNA PROCLAMACIÓN ÚNICA DE LA CENTRALIDAD DE DIOS EN LA VIDA HUMANA


Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión.

Por: n/a | Fuente: ArchiToledo.org
Monseñor Juan Mi­guel Fe­rrer (Ma­drid, 1961) ocu­pa el car­go de deán de la Ca­te­dral Pri­ma­da de To­le­do. Tras ha­ber tra­ba­ja­do, du­ran­te los úl­ti­mos años, en la San­ta Sede como sub­se­cre­ta­rio de la Con­gre­ga­ción para el Cul­to Di­vino y la Dis­ci­pli­na de los Sa­cra­men­tos afron­ta una nue­va eta­pa pas­to­ral.

En una entrevista para la nueva página web de la Archidiócesis de Toledo que recoge SIC y en vísperas del Corpus, este sacerdote explica la importancia de esta procesión mundialmente conocida que recorre las calles toledanas:

- El 30 de no­viem­bre de 2016 tuvo lu­gar su nom­bra­mien­to como deán, ¿cómo asu­me esta nue­vo co­me­ti­do en la ar­chi­dió­ce­sis?
- Con mu­cha ilu­sión. He vis­to, des­de el prin­ci­pio, dos co­sas: que la Ca­te­dral está aho­ra en un mo­men­to muy bueno tan­to des­de el pun­to de vis­ta ma­te­rial (es­ta­do de con­ser­va­ción, man­te­ni­mien­to, pro­yec­tos, etc.) como des­de el pun­to de vis­ta hu­mano ya que la ca­te­dral tie­ne un am­bien­te de tra­ba­jo en­tre los em­plea­dos, ca­nó­ni­gos, etc. que es muy cons­truc­ti­vo y fra­terno; por lo que es un mo­men­to muy pro­pi­cio para po­der ha­cer co­sas y dar a la Ca­te­dral más pro­yec­ción y más irra­dia­ción que es en lo que es­ta­mos com­pro­me­ti­dos to­dos los que for­ma­mos el Ca­bil­do. Y al fin y al cabo lo que hago es dar voz a toda esa ini­cia­ti­va y coor­di­nar­la un poco.

- Este Cor­pus 2017 será el pri­me­ro en que
Ud par­ti­ci­pa como deán, ¿qué se es­pe­ra y qué se pre­vé des­de el Ca­bil­do?
-Lo pri­me­ro que se pre­vé es que se­rán mu­chas per­so­nas las que par­ti­ci­pen este año en la fies­ta del Cor­pus. Ad­ver­ti­mos que, cada año, el nú­me­ro de afluen­cia es ma­yor. Esto su­po­ne un reto por­que exi­ge man­te­ner el cli­ma de silen­cio, el tema de es­pi­ri­tua­li­dad, el or­den y la be­lle­za plás­ti­ca.

Y que­re­mos, si­guien­do esa lí­nea, me­jo­rar el or­den en el re­co­rri­do pro­ce­sio­nal; el nú­me­ro de par­ti­ci­pan­tes en el cor­te­jo pro­ce­sio­nal es, a día de hoy, tan gran­de que se plan­tean pro­ble­mas or­ga­ni­za­ti­vos: por ejem­plo a qué hora dar arran­que a la pro­ce­sión y cómo ga­ran­ti­zar, para que no su­ce­da, que cuan­do al­gu­nos aún no han sa­li­do de la Ca­te­dral otros ya es­tán re­gre­san­do. Que­re­mos ha­cer un es­fuer­zo para que, a pe­sar del enor­me nú­me­ro de per­so­nas que par­ti­ci­pan, se con­ser­ve ese or­den, esa cla­ri­dad y esa de­vo­ción en todo el re­co­rri­do pro­ce­sio­nal.

- ¿Cuál se­ría la cla­ve para vi­vir pro­fun­da­men­te la so­lem­ni­dad del Cor­pus Chris­ti?
- La cla­ve está en es­tar aten­to; es de­cir: no par­ti­ci­par con pre­jui­cios y no po­ner lí­mi­tes a lo que uno vie­ne a vi­vir, sino de­jar­se to­car y arras­trar por la ex­pe­rien­cia glo­bal que se va a vi­vir y esto es cla­ve.

Para par­ti­ci­par en la ce­le­bra­ción de la Eu­ca­ris­tía y en la Pro­ce­sión: de­jar­se se­du­cir por la Pa­la­bra de Dios, por el sa­cra­men­to de la Eu­ca­ris­tía y tam­bién por toda la be­lle­za plás­ti­ca y hu­ma­na de la pro­ce­sión como re­co­rri­do, como cor­te­jo y como vi­ven­cia co­lec­ti­va. Se tra­ta de una ex­pe­rien­cia úni­ca la que cual­quier ser hu­mano sen­si­ble pue­de ex­pe­ri­men­tar par­ti­ci­pan­do en el Cor­pus to­le­dano. Y esto lo pue­de uti­li­zar Dios y lo uti­li­za, de he­cho, mu­chas ve­ces para to­car el co­ra­zón y ahí le da a cada uno se­gún lo que ne­ce­si­ta. De ahí que en la fies­ta del Cor­pus haya con­ver­sio­nes y sur­jan vo­ca­cio­nes, jun­ta­men­te con las ac­cio­nes de gra­cias. Por eso po­de­mos afir­mar que no se tra­ta de una ex­pe­rien­cia fol­cló­ri­ca sino de algo que te per­mi­te tras­cen­der tu vida or­di­na­ria.

- ¿Qué dis­tin­gue la fies­ta del Cor­pus Ch­ris­ti de To­le­do res­pec­to a otros lu­ga­res?
- Yo di­ría dos co­sas. Una es la esen­cia­li­dad por­que en el Cor­pus to­le­dano, prác­ti­ca­men­te, no hay otra cosa que el San­tí­si­mo Sa­cra­men­to en su Cus­to­dia. Por ejem­plo, aquí no se pro­ce­sio­nan imá­ge­nes ni re­li­quias, etc. Lo que lla­ma la aten­ción es que la cen­tra­li­dad la tie­ne Je­su­cris­to en el San­tí­si­mo Sa­cra­men­to.

El otro pun­to lo ocu­pa la mis­ma ciu­dad me­die­val que esto se com­par­te con otras ciu­da­des es­pa­ño­las y eu­ro­peas don­de la pro­ce­sión dis­cu­rre por ca­lle­jue­las me­die­va­les. Pero qui­zá, de to­das es­tas ciu­da­des me­die­va­les, To­le­do es la que ha con­ser­va­do la fes­ti­vi­dad y la ha in­cre­men­ta­do a lo lar­go de to­dos los si­glos inin­te­rrum­pi­da­men­te. Y esto ofre­ce una fu­sión de pro­ce­sión y ciu­dad que creo que es úni­ca.

- ¿Cuál se­ría la me­jor ca­te­que­sis que ofre­ce la pro­ce­sión del Cor­pus?
- Creo que la prin­ci­pal ca­te­que­sis es: “Ve­nid, ado­re­mos­le”; el po­der ado­rar a Cris­to en la Eu­ca­ris­tía. Ello tie­ne un fac­tor im­por­tan­te por­que es una pro­cla­ma­ción de fe y una pro­cla­ma­ción úni­ca de la cen­tra­li­dad de Dios en la vida hu­ma­na y so­cial. La ra­zón es la si­guien­te: la pro­ce­sión del Cor­pus es una ma­ni­fes­ta­ción de la reale­za de Je­su­cris­to so­bre los cre­yen­tes y esto lo afir­ma con mu­cha cla­ri­dad la pro­ce­sión del Cor­pus to­le­dano.

Y la pro­ce­sión del Cor­pus ayu­da a en­ten­der que el en­cuen­tro con Cris­to Rey es un en­cuen­tro a la vez con un Cris­to cer­cano; es de­cir es un Rey al al­can­ce de la mano, se pal­pa cer­ca y se ve en las mi­ra­das de la gen­te ha­cia la Cus­to­dia y en ella bus­can­do a Cris­to.

- ¿Qué fru­tos es­pe­ra de este Cor­pus 2017?
- Es­pe­ro y de­seo que la gen­te se deje to­car por el Se­ñor y que ello les lle­ve a des­cu­brir lo bueno que es el Se­ñor. Y por otro lado que esta fies­ta de Cris­to Eu­ca­ris­tía sus­ci­te vo­ca­cio­nes; voy a pe­dir, muy es­pe­cial­men­te, que el Se­ñor nos con­ce­da mu­chas y san­tas vo­ca­cio­nes sa­cer­do­ta­les por­que la Igle­sia lo ne­ce­si­ta; en un fra­se: “Se­ñor da­nos mu­chos y san­tos cris­tia­nos y sa­cer­do­tes”.


Artículo publicado en Religión en Libertad

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