miércoles, 21 de junio de 2017

LAS DIEZ (10) FORMAS QUE USA EL DEMONIO PARA ALEJARNOS DE LA ORACIÓN



La oración es una cúpula protectora contra ellos, y es por esta razón que uno de sus ataques predilectos es para que dejes de orar, paso a paso a través de diferentes tácticas de desaliento.
Por eso hay que tener siempre presente no darle poder a los pensamientos malos que nos llegan, eliminarlos inmediatamente, para que no lleguen a mellar nuestra vida de oración.

NO DARLE PODER A LOS PENSAMIENTO MALOS
Una evangélica de los pueblos autóctonos de EE.UU. (indígenas) tuvo una experiencia cercana a la muerte donde ángeles, con aspecto de monjes, la protegieron de los demonios que la atacaban.
La protección que le dieron los ángeles fue ponerle una cúpula de cristal alrededor.
A raíz de esta experiencia ha escrito un libro, donde habla de las tácticas del maligno, con reflexiones que en su mayoría son compatibles con lo que piensan los católicos. Con estos cuentos, adoptamos el consejo de Pablo, quien dijo “tomar lo bueno y dejar el resto”.
Ella comienza haciéndole pensar sobre cuántas maneras el diablo emplea para engañarte. Él te dirige mal. Él te antagoniza. Él te planta pensamientos insignificantes. Perturba tu paz. Te hace temeroso. Él te hace perezoso. Inspira la gula. Le gusta que seas crítico. Interrumpe tu sueño.

No sólo lo hace obteniendo de nosotros pensamientos negativos, sino también nos lleva a dudar de nosotros mismos y del poder de Dios para perdonar.
“Dado que muchas personas optan por escuchar, el efecto dominó de las sombras en la vida de cada uno viene si elegimos la oscuridad o no”, dice.
“Detenerse en un pensamiento es darle energía”, ha escrito.  “Actuar sobre un pensamiento es darle vida”.
“Los nativos americanos llaman a satanás el embaucador, y es verdad que él nos engaña haciéndonos pensar que sus pensamientos son los nuestros”, señala la autora que es en parte Lakota Sioux“Las mofas, chismes, y tentaciones del príncipe de las tinieblas están en todas partes”.
Y así son. ¿No?
Esto lo dice en un libro cristiano no católico llamado The Ripple Effect (El Efecto Dominó).
“Cuando damos lugar a algo, algo dentro de nuestra naturaleza, se manifiesta físicamente y espiritualmente”, afirma. “Dando lugar a los pensamientos negativos repitiéndolos, y meditándolos, girando alrededor de ellos, dándoles energía y por lo tanto el poder de transformarnos a su imagen”.

EL ATAQUE DE LOS DEMONIOS

La propia autora tuvo una experiencia en la que varias criaturas demoníacas intentaron atacarla pero ella dice que aparecieron ángeles (parecían monjes) que impusieron un escudo – una especie de cúpula de cristal – sobre ella, mientras los demonios trataban, frustrados, de subir y llegar a ella en vano.
Cuando un pensamiento negativo viene, ella aconseja que debemos recordar el amor de Dios por nosotros.
“A menudo podemos reconocer algo mal adentro nuestro, ya que se refleja de vuelta en las personas que nos rodean”.
Con Cristo, dice, incluso los ataques del maligno pueden llegar a beneficiarnos, refinando nuestra perspicacia espiritual cuando los manejamos en la fe a través de Jesús.
“Vivimos en tiempos difíciles. El mal parece estar llegando a nuevas profundidades y tiene una mayor aceptación en la vida de muchos. Pero la verdad también se está expandiendo en el mundo, surgiendo con nueva luz y nuevas ideas y generando oportunidades y retos apasionantes. Para muchos este es un tiempo espantoso en la medida que las normas antiguas cambian y los nuevos valores se filtran. El tiempo se está acelerando”.
Sin duda, hemos notado la rapidez con que el reloj avanza en estos días.

LA ORACIÓN ES CENTRAL PARA MANTENER LA FE
Los evangélicos lamentablemente no tienen una inclinación y necesidad tan fuerte como los católicos para la oración. Para ellos la oración es algo desestructurado que se realiza en forma diríamos casi zalamera, hablando grandilocuencias del Dios para pedir inmediatamente un favor.
En cambio los católicos tenemos (o deberíamos tener) una vida de oración estructurada a través de diversos formatos de oración, especialmente el Rosario, que no se realizan solamente cuando tenemos expresa necesidad de pedir algo.
Pero aun así, los católicos nos debemos preguntar: ¿Oramos lo suficiente? ¿Oramos por quienes pueden estar en las garras de la oscuridad?
Orar por una persona no sólo puede salvar un alma, sino también neutraliza el poder de la negatividad.
Las flechas de Satanás, los dardos de fuego, tienen problemas para penetrar en una persona que está enviando ondas de oración.
Ondas de paciencia. Ondas de amor. Esta es nuestra propia “cúpula protectora”: la oración por todos los que están en tinieblas.
DIEZ TÁCTICAS QUE USA EL ‘ENEMIGO’ PARA ALEJARNOS DE LA ORACIÓN

El diablo puede atacar en cualquier momento y en cualquier lugar. Él es astuto, sagaz, inteligente y despiadado. Sin embargo, hay un área en la que es más propenso a atacarnos: nuestra vida de oración.
San Pedro compara al diablo con un león rugiente que busca la oportunidad para devorar a su presa.
San Ignacio nos recuerda que el diablo nos ataca cuando nos encuentra en un estado de desolación. Por la desolación nos referimos a una cierta falta de fe, esperanza y amor, con la tristeza y el desánimo que lleva a la depresión, la tibieza y el letargo.
Nuestra visión sobrenatural se hace borrosa, oscura y sombría. Puedes sentir como si estuvieras en una nube oscura o en un túnel largo y oscuro que parece como si en realidad no hay salida. Este es el estado del alma cuando el diablo apunta sus dardos de fuego y los lanza.
Veamos 10 maneras en que el tentador (santo Tomás), el león rugiente (san Pedro), el perro enojado en la correa (san Agustín), el enemigo mortal de nuestra salvación (san Ignacio), el mentiroso y asesino desde el principio (Jesús en Jn. 8), el diablo, puede atacarnos en nuestra vida de oración.

1 – DILACIÓN, DEJARLO PARA OTRO MOMENTO 

Posponer la oración, dejarla para otro momento.
Él puede tentarnos con esto: “En realidad no hay prisa para nada; sólo hay que quitar tu oración por la mañana. Dios entiende; él conoce tus pensamientos y sentimientos de todos modos. Dios no tiene ninguna prisa, ni tu deberías tenerla”

2 – ORAR MENOS

Si el diablo no puede ganar haciendo que pospongas la oración por la mañana, entonces por lo menos que ores menos. 
En lugar de una Hora Santa, disminuirla a media hora; renunciar a la misa diaria.
Sólo tienes que ir a misa el domingo de todos modos.
¿El Rosario? En lugar de todo el Rosario, el diablo tratará de reducirlo gradualmente a una o dos décadas.

3 – DISTRACCIONES EN LA ORACIÓN

Otra táctica del diablo es sacar tu mente fuera de lo que estás haciendo cuando rezas.
En lugar de centrarte en Dios, que termines de centrar tu atención sobre un tema irrelevante, como es la comida siguiente, quien está jugando en un evento deportivo, lo que vas a hacer el fin de semana.
4 – LA CULPA POR ‘PERDER EL TIEMPO’

El diablo es implacable en sus ataques a la persona que ha decidido entregarse a una vida de oración seria.
La Palabra de Dios nos recuerda: “Si usted decide seguir al Señor prepárese para la batalla”.
El diablo puede tentar de esta manera: estás malgastando tu tiempo en la oración. Mucho mejor si salieras a  ayudar a su prójimo. ¿Te acuerdas de Jesús con Marta y María?
El diablo empuja al activismo para convencernos que nuestro trabajo es mucho más importante que la vida de oración y la conversación con el Señor. 
Recuerda que Jesús fue en defensa de María, que sentada a los pies de Él y en silencio lo escuchaba como un verdadero modelo para la contemplación.

5 – QUE SIGAS SIENDO LA MISMA PERSONA 

Estás orando más que antes, pero realmente no eres nada mejor que antes, y muchas personas te han dicho esto.
Por lo tanto, es mejor renunciar a una vida de oración seria y volver a un estilo normal, cómodo y fácil de vida como la mayoría de tus amigos y familiares.

6 – SEMBRARTE DUDAS SOBRE LA EMOCIÓN QUE DEBES ESPERAR CUANDO ORAS

Él te puede engañar con la creencia de que tus oraciones no van a ninguna parte, por la sencilla razón de que realmente no sientes ninguna emoción y sentimientos fuertes cuando oras. 
Antes tenías sentimientos y sensaciones como por ejemplo en ese primer retiro carismático que hiciste, pero ahora las emociones han bajado y la oración es menos emocionante, más tranquila y pacífica.
Cualquier buen director espiritual o texto de teología de la oración señalarán que la oración no siempre depende de los sentimientos, sino de la fidelidad a Dios.

7 – LA DUDA CUANDO DIOS ES SILENCIOSO Y NO RESPONDE 

Si no me contesta, entonces quizás Él simplemente no exista.
Puede suceder que hayas orado por mucho tiempo por alguna intención específica, tal vez hiciste novenas u ofreciste misas, pero esta intención no ha sido contestada.
El diablo puede convencerte de no orar, o que la oración es un ejercicio inútil, una mera pérdida de tiempo.
Para algunos, el diablo pinta a Dios como parecido a Papá Noel en el cielo o un genio listo para salir fuera de la lámpara si frotamos lo suficiente. Cuando no responde es que viene la duda.
8 – DUDAS ANTE LA AUSENCIA DE DIOS EN LOS DESASTRES 

Quizás algún desastre te haya visitado: una pérdida económica, un revés financiero, o una muerte prematura de un ser querido.
¿Cómo puede un Dios bueno permitir que eso suceda? Un buen Dios no podría permitir eso, si en verdad Él fuera tan bueno.
Nuestra salvación podría estar explicada en el libro de Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a la tierra; el Señor nos da, el Señor nos quita, bendito sea el nombre del Señor”.

9 – TENTACIONES CONTRA LA PUREZA Y CASTIDAD 

Ha sucedido Incluso en la vida de los santos – Santa Catalina de Siena, Santa Margarita María y San Antonio – de haber sido atacados con frecuencia contra la virtud de la pureza.
El diablo usa muchas y diversas formas de tentaciones para disminuir nuestra vida de oración o incluso apagarla.

10 – DESESPERACIÓN 

Quizás el ataque más mortal del enemigo es convencernos de ceder a la desesperación.
Esta fue la caída de Judas Iscariote.  Si él se hubiera arrepentido, tal vez tendríamos a través de todo el mundo iglesias con el título: “San Judas el penitente”.
Pedro se arrepintió, fue perdonado y se convirtió en un gran santo.
Después que caemos en el pecado el diablo nos acusa y condena y nos induce a la fatalidad y la desesperación. El Espíritu Santo nos consuela y nos anima con la confianza y la esperanza en la misericordia infinita de Dios. ¡Jesús, Yo confío en Ti!

En conclusión, debemos aferrarnos a la oración como si fuera un chaleco salvavidas, el aire que nos mantiene vivos, el ancla para nuestra salvación.

Si el diablo nos tienta a abandonar la oración o rezar menos, entonces debemos seguir el consejo ignaciano de “agere contra”(actuar a la inversa) hacer exactamente lo contrario; esforzarse por orar más y mejor; de esta manera, vamos a ganar la batalla.

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