Lo peor del divorcio es que, como el suicidio, es contagioso.
Cuando se
han divorciado ya un par de parientes, hermanos, primos cercanos, y nadie parece
haberse muerto de ello, es fácil asumirlo como “otra opción”. Una pareja joven
en crisis cada vez tiene menos ejemplos a los que mirar, ejemplos de
matrimonios jóvenes, firmes y alegres.
Peor aún,
en nuestra sociedad apresurada hay pocos espacios y casi ningún tiempo para
compartir nuestra intimidad con nuestro cónyuge e incluso con algún amigo o
pariente muy cercano. Por eso es especialmente peligroso cuando se presenta la
ocasión con alguna persona que empieza a ocupar el espacio que debería ocupar nuestro
cónyuge.
“Hay un
papá –muy dedicado a sus hijos– en nuestro vecindario que se ha convertido en
mi mejor amigo”, le decía una joven madre a Jill Savage, fundadora de Hearts at
Home (un servicio para animar a las madres que se quedan en casa a ser cada vez
“más profesionales”). Jill enseguida se preocupó mientras escuchaba a la
entusiasmada madre.
“Vamos
juntos con los niños al parque, a comprar, incluso cocinamos juntos una vez al
mes; es un gran tipo”, decía la mujer. “Es evidente que ella no tenía ni idea
del peligro de esta situación aparentemente inofensiva”, escribió luego Jill
Savage en un artículo. “La historia es siempre la misma: el cónyuge infiel
desarrolló una relación que empezó como una inocente amistad, con alguien al
que poder hablar, alguien que le escuchaba, que se preocupaba”.
En una
sociedad especialmente hostil, es importante proteger el matrimonio con una
atención especialmente fuerte. “Cada uno es tentado por sus propios deseos que
le atraen y seducen; estos deseos, una vez concebidos, engendran el pecado, y
el pecado, una vez crecido, engendra la muerte”, cita Jill la Carta de Santiago
1, 14-15.
“Necesitamos
plantar un seto de protección alrededor de nuestro matrimonio, es decir, tomar
decisiones ya, por adelantado, que mantengan la tentación lejos y hagan del
matrimonio una prioridad”, recomienda Jill como asesora familiar y matrimonial.
En concreto, ella recomienda 8 precauciones para proteger la relación.
Precaución 1:
Elige
sabiamente. Evita pasar tiempo innecesario con alguien del sexo opuesto. Por
ejemplo, si buscas un entrenador personal en el gimnasio, elige mejor a alguien
del mismo sexo que tú.
Precaución 2:
Comparte
sabiamente. Si un día te das cuenta de que estás compartiendo con alguien
secretos e intimidades sobre ti y tu matrimonio que no has compartido con tu
esposo o que no lo harías, eso es una señal de alerta. Un lío emocional con
alguien, incluso si no llega a ser sexual, también puede hacer mucho daño a la
relación.
Precaución 3:
Procura
estar en sitios públicos. Haz el propósito de no citarte a solas con alguien
del otro sexo. Si un compañero te invita a comer o a que le acompañes, haz que
venga una tercera persona. No titubees en explicarle, si hace falta, que así lo
has acordado con tu cónyuge. Puede servir para dar ejemplo.
Precaución 4:
No seas
inocente. La mayor parte de la gente que termina teniendo un lío no quería
tenerlo; la infidelidad empieza como una relación inocente que termina
alcanzando una profundidad emocional que cruza la línea de la fidelidad.
Precaución 5:
Aumenta
tu inversión en hogar. Los matrimonios fuertes se consiguen pasando tiempo
juntos, riendo juntos, jugando juntos. Si no tienes citas con tu pareja, planea
ya citas para los meses que vienen y haz que pasar tiempo juntos sea una
prioridad.
Precaución 6:
Presta
atención a lo que piensas. Si todo el día estás pensando en los fallos de tu
cónyuge, si el tiempo que dedicas a pensar en él o ella se centra en defectos y
reproches, es fácil que cualquier otra persona pueda parecerte mejor y te atraiga.
Haz una lista por escrito de los puntos fuertes que inicialmente te atrajeron
de tu pareja. Aumenta el animar y apoyar y disminuye las críticas.
Precaución 7:
No
juegues a comparar. Todos tenemos malas costumbres, manías y errores. Es muy
tramposo comparar a tu esposa o esposo con un nuevo conocido, porque al recién
llegado no lo estamos viendo en el mundo real, en el mundo de compartir techo,
cuidar niños a las tres de la mañana, cuadrar cuentas, etc…
Precaución 8:
Busca
ayuda. Buscar ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad. Busca ayuda
quien está dispuesta a presentar batalla, es un primer paso de fuerza. Un
terapeuta familiar cristiano, un buen consejero, etc… te darán una perspectiva
serena, valiosa, para establecer nuevas estrategias para proteger o defender o
reconstruir tu matrimonio.
Estos consejos, publicados en Christianity Today (verano 2006, Vol. 23,
n2, pág. 42) son de Jill Savage (www.jillsavage.org), fundadora de
www.hearts-at-home.org
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