VATICANO, 07 Abr. 16 / 10:30 am (ACI/EWTN Noticias).- Durante la Misa matutina en la Casa
Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que así como se dice que “la patria tiene
necesidad de héroes”, la Iglesia
tiene hoy necesidad de “testigos, de mártires”, porque ellos “son la sangre
viva de la Iglesia” y quienes la llevan adelante testimoniando a Jesús
resucitado.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la primera lectura tomada
de los Hechos de los Apóstoles y que habla
En ese sentido, advirtió que “sin el Espíritu no somos capaces de ser testigos”. Testigo es quien es “coherente con lo que dice, con lo que hace y con lo que ha recibido, es decir, el Espíritu Santo”. “Éste es el valor cristiano, éste es el testimonio”, añadió.
Así, el Papa recordó el testimonio de los mártires que tiene la Iglesia en sus dos mil años de historia, pero especialmente de los mártires actuales, perseguidos en Medio Oriente, Asia y en el norte de África.
“Echados de su tierra, desalojados, degollados, perseguidos: tienen aquel valor de confesar a Jesús precisamente hasta el momento de la muerte; es el testimonio de aquellos cristianos que viven su vida en serio y dicen: ‘Yo no puedo hacer esto, yo no puedo hacer mal a otro; yo no puedo estafar; yo no puedo conducir una vida a medias, yo debo dar mi testimonio’. Y el testimonio es: decir lo que en la fe ha visto y oído, es decir a Jesús Resucitado, con el Espíritu Santo que ha recibido como don”,indicó. del valor de Pedro, quien tras la
curación del lisiado, anuncia la Resurrección de Jesús ante los jefes del
Sanedrín que, enojados, quieren darle muerte.
Francisco recordó que a Pedro se le había prohibido predicar en el
nombre de Jesús, pero él sigue proclamando el Evangelio, porque, dice el
apóstol, “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Este Pedro
“valiente” no tiene nada que ver con “Pedro, el cobarde” de la noche del Jueves Santo, “cuando
lleno de miedo reniega tres veces al Señor”, indicó el Papa.
El Pontífice explicó que ahora Pedro se vuelve fuerte en el testimonio.
“El testimonio cristiano tiene el mismo camino de Jesús: dar la vida”. Y de un modo u otro, el cristiano
“se juega la vida en el verdadero testimonio”, afirmó.
El Papa explicó que “la coherencia entre la vida y lo que hemos visto y
escuchado es precisamente el inicio del testimonio. Pero el testimonio
cristiano tiene algo más, no es sólo de quien la da: el testimonio cristiano,
siempre, se hace de a dos. ‘Y de estos hechos somos testigos nosotros y el
Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo no hay testimonio cristiano. Porque el
testimonio cristiano, la vida cristiana, es una gracia, es una gracia que el
Señor nos da con el Espíritu Santo”.
En los momentos difíciles de la historia se oye
decir que “la patria tiene necesidad de héroes”. Y esto “es verdad, esto es
justo”, dijo. “¿Pero de qué cosa tiene necesidad hoy la Iglesia? De testigos,
de mártires”, afirmó.
“Son precisamente los testigos, es decir los
santos, los santos de todos los días, los de la vida ordinaria, pero con la
coherencia, y también los testigos hasta el fin, hasta la muerte. Estos son la
sangre viva de la Iglesia; éstos son aquellos que llevan la Iglesia adelante,
los testigos; aquellos que atestiguan que Jesús ha resucitado, que Jesús está
vivo, y lo atestiguan con la coherencia de vida y con el Espíritu Santo que han
recibido en don”, concluyó el Papa.
Primera
lectura
Hechos
5:27-33
27 Les trajeron, pues, y les presentaron en el
Sanedrín. El Sumo Sacerdote les interrogó
28 y les dijo: «Os prohibimos severamente
enseñar en ese nombre, y sin embargo vosotros habéis llenado Jerusalén con
vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese
hombre.»
29 Pedro y los apóstoles contestaron: «Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a
quien vosotros disteis muerte colgándole de un madero.
31 A éste le ha exaltado Dios con su diestra
como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los
pecados.
32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y
también el Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen.»
33 Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y
trataban de matarlos.
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