La
palabra de Dios es comparada por Jesús con una semilla. Mateo 13
“La parábola del
sembrador” o “de los suelos” “Aquel día
salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se le juntó mucha
gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en
la playa. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el
sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla
cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en
pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto porque no tenía
profundidad de tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía
raíz, se secó. 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y
la ahogaron. 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a
ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9 El que tiene oídos
para oír, oiga.”
Constantemente
vemos creyentes que oran y piden por la intervención de Dios en sus vidas, pero
siguen frustrados con sus resultados.
¿Por
qué? Porque nunca
han concebido sus milagros al no plantar la semilla de la Palabra de Dios en
sus corazones.
Para ver
frutos a través de la palabra de Dios, debes atesorarla en tu corazón por el
tiempo necesario. Debes dejarla en el suelo por un largo tiempo. Algunas
personas son como una mujer que quiere tener un jardín extraordinario. Compra
semillas de flores y plantas exóticas, pero nunca las coloca en tierra. Luego
de un tiempo se sorprende de que su jardín no haya florecido y todo continúe
como siempre.
Otros
siembran la semilla, pero al otro día al no ver indicios de germinación,
vuelven a desenterrar lo que sembraron, y luego de unos días, lo colocan
nuevamente en tierra y así sucesivamente destruyendo por completo la
posibilidad de cosechar frutos. La semilla debe ser plantada y permanecer en
tierra y cuidada el tiempo suficiente para poder ver resultados.
Algunas
personas ponen la Palabra de Dios en sus corazones por un día o dos, pero si no
ven frutos casi de inmediato, extraen la semilla a través de sus palabras y
acciones y se preguntan por qué no funcionó.
Esta es
precisamente la razón por la que la mayoría de las personas no ven que lo mejor
de Dios se cumple en sus vidas. El Señor usó la comparación de Su Palabra con una ley de la naturaleza, que es
inmutable.
Casi todos
los sistemas creados por el hombre pueden ser engañados o manipulados. Sistema
judicial, educativo etc. Pero el proceso de siembra y cosecha no puede ser
cambiado. El proceso de germinación de la Palabra de Dios en tu vida toma
tiempo y no se puede evitar.
Santiago 5:7
enseña…”Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta
la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la
tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la
tardía.”
La semilla
es la Palabra de Dios y la tierra es nuestro
corazón. Así como una semilla debe permanecer en el suelo durante el tiempo
necesario para germinar, la Palabra de Dios
tiene que permanecer en nosotros el tiempo suficiente, de lo contrario nunca
producirá resultados.
Tienes que
tener fe en que la semilla está haciendo lo que Dios decreto que debía hacer.
No pienses que, puesto que Dios te ama, Él simplemente concederá tu pedido,
independientemente de si pones en práctica el principio de la semilla o no.
Esta ley de
la siembra y la cosecha opera en todas las áreas de nuestras vidas. Si
plantamos la Palabra de Dios en nuestros corazones, y permitimos que germine y
crezca hasta la madurez, cosecharemos fruto abundante.
Oremos
así:
Padre
celestial perdóname sino no he atesorado tus palabras y promesas en mi corazón.
Cielo y tierra pasaran pero tus palabras no pasaran. Tu voz es confiable y la
guardo en mi corazón hasta que de fruto abundante. Mi corazón es buena tierra y
dará fruto al treinta, sesenta y ciento por uno Quito toda ansiedad, duda,
falta de fe e incredulidad de mi vida. Pon guarda a mis labios y que mis
declaraciones aporten y promuevan el crecimiento a la semilla sembrada en mi
corazón. Recibo fe y paciencia para aguardar hasta obtener una cosecha
abundante. Recibo milagros, fortaleza espiritual, sabiduría y entendimiento,
poder, virtud, salud, rejuvenecimiento y todo milagro financiero y familiar que
este necesitando. Pido, creo, declaro y recibo todo esto y mucho más, en el
nombre de Jesús, amen.
Por
Mario Serrano
No hay comentarios:
Publicar un comentario