¿Por
qué la gente invierte tanto tiempo en quejarse de los problemas sociales, sin
darse cuenta que es más importante para resolverlos lo que pueden hacer en sus
familias educando a sus hijos y fortaleciendo el amor entre sus miembros?
Algunas madres de familia me expresaron la misma inquietud en distintas
ocasiones.
Los
valores de cada persona se observan y aprenden por imitación principalmente en
los primeros 6 años de vida como está demostrado científicamente, y durante
muchas generaciones el espacio de observación y aprendizaje de los niños ha
sido la familia, en una sociedad como la nuestra, donde no es raro que tanto el
padre como la madre trabajen, o que solo esté uno de los padres, el cuidado de
los niños queda a cargo de abuelos u otros familiares, o en guarderías.
Mientras
los niños crecen en ambientes familiares, aun no estando presentes uno o ambos
padres, se asume que los valores siguen siendo los de la “familia”, sin embargo esto no necesariamente
sucede, ni tampoco se da cuando el cuidado se comparte con guarderías, y menos
cuando se asume que éstas son lugares de “cuidado” de
niños, más que espacios de “educación en valores”.
Los
abuelos tienen roles distintos y complementarios a los padres ya que tienden a
ser más condescendientes que los papás, y por otra parte transmiten referencias
de generaciones más lejanas a los entornos actuales, que además de ser
distintos cambian con mayor velocidad que en generaciones anteriores.
La
complementariedad de las distintas influencias de padre, madre y otros familiares
con actividades escolarizadas de distinta índole, tanto motrices como
intelectuales, deportivas, artísticas, o culturales, fortalecen la adquisición
de valores, capacidades, habilidades que potencian el desarrollo de los niños,
preparándolos para relacionarse en sociedad a través del amor, el servicio, el
trabajo en equipo, la solidaridad, la honestidad, la justicia, la equidad, la
responsabilidad, la libertad y la paz.
¿Nuestra sociedad está haciendo lo que requiere fortalecer su tejido
social a través de educar con estos valores y además potenciar la creatividad y
demás habilidades necesarias para esta época? ¿Es necesario hacer conscientes y
educar a los padres en su responsabilidad de formar a sus hijos? ¿Qué
institución está capacitada para transmitir valores además de la familia? ¿Se
debe recurrir a los cursos para padres, a las guarderías, a las iglesias o a
las escuelas?
En
asuntos ambientales cada vez hay más conciencia de la necesidad de proteger
bosques y cauces, porque nos dimos cuenta que la deforestación acelera la
erosión, deteriora los ecosistemas y genera mayores impactos de inundaciones y
sequias, que a su vez provocan graves daños económicos y migraciones entre
otros problemas. Para revertir tal deterioro ambiental y económico se pagan hoy
a las comunidades por “servicios ambientales” para
que conserven los bosques que ayudan a todo el ecosistema.
¿Es más importante proteger el ambiente natural que el ambiente social?
¿Deberíamos pagar servicios sociales a los padres para fortalecer la educación
de las nuevas generaciones? Es tiempo
de generar incentivos y políticas públicas que fortalezcan a las familias y su
labor formativa en beneficio de la sociedad. Es tiempo de que los ministros de
la Suprema Corte, y las autoridades de gobierno actúen para fortalecer la
familia que es la base de la sociedad, en lugar de atacar sus cimientos, y que
los legisladores mejoren las leyes para proteger a los niños y la estabilidad
de las familias.
En otros
países ya se paga a los padres para que ejerzan como tales y se les protegen
sus empleos, algunas empresas también dan facilidades e incentivos para que los
papás estén más tiempo en casa, lo que paradójicamente aumenta la felicidad y
productividad de los empleados. Seguramente habrá muchas otras ideas para
apoyar la importante labor de las familias para transformar la realidad social
que vivimos.
A todos
los padres nos hace bien recordar lo que hace muchos años escribió la doctora,
filosofa y pedagoga humanista María Montessori: “La
educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el
presente y el futuro de la humanidad.”
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
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