martes, 18 de abril de 2017

SACERDOCIO FEMENINO, UN PEQUEÑO APUNTE


Hay un hecho del que querría dejar constancia aquí. Los que lleven escuchando mis sermones desde hace un decenio habrán observado la evolución de mi teología mariológica.

Las razones negativas para no admitir la ordenación de mujeres siempre me habían parecido insuficientes. Me limité a aceptar la Tradición. Lo cual hice sin restricciones internas.

Ahora bien, hace una semana me di cuenta de un pequeño detalle. Si la Virgen María es lo que yo he llegado a barruntar que es --es decir, si la santidad que se contiene en ella es de tales proporciones como ahora lo creo--, entonces, el hecho de que María no haya sido ordenada sí que pasa a ser un hecho sustancial.

El hecho de que se dejara fuera del sacerdocio ministerial a una persona que valía más que la Iglesia entera, pasa a ser un hecho afirmativo, no meramente histórico. De forma expresa se quiso dejar sin sacerdocio a la persona que por su cristificación hubiera sido no sólo la más digna de recibir esa potestad, sino más digna que la dignidad sumada de todos los apóstoles y obispos de la Historia: eso no es un mero argumento negativo.

En una visión teológica en la que la Iglesia es pedestal de María, entonces el que la Madre de Dios fuera excluida de la Última Cena implica un expreso designio acerca de todas las mujeres. No sé cuáles puedan ser las razones de la exclusión de la mujer al sacerdocio, pero no me cabe duda de cuál es la voluntad de Cristo.


P. FORTEA

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