jueves, 2 de junio de 2016

LA DEVOCIÓN AL ‘ÓRGANO’ DEL AMOR DEL SEÑOR: SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, UNIVERSAL (DESPUÉS DE CORPUS CHRISTI)


La Iglesia Católica recuerda durante todo el mes de Junio la devoción al Sagrado Corazón de Jesús con la finalidad de propagar la misma, venerándolo, honrándolo, e intenta imitarlo.

Pero la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el viernes posterior al 2º domingo de Pentecostés.

Radica allí la importancia de los Actos de desagravio, la Hora santa, las letanías en su honor:
(“Casa de Dios y puerta del cielo”, ” Horno ardiente de caridad”, ” Abismo de todas las virtudes”, ” Lleno de bondad y de amor”, ” Fuente de todo consuelo”, ” Vida y resurrección nuestra”, ” Hecho obediente hasta la muerte”, ” Traspasado por una lanza”, ” Paz y reconciliación nuestra” y muchas más…).

El acto propio de la devoción al Sagrado Corazón, es propiamente la Devoción al AMOR de Jesús, su objeto es Amar a Jesús tanto como él nos Ama y desde algún modo dentro en nuestra imperfección hacer un acto de reparación para quienes lo agravian, intentando, al menos, por este camino retribuirle a quien con tan inmenso Amor recibe los agravios del mundo.

La Devoción de los Primeros Viernes de mes, el uso del “Detente”, y por supuesto las maravillosas Promesas que nos hace Jesucristo para quienes practiquen esta devoción.

ANTECEDENTES DE LA DEVOCIÓN

En cuanto a la historia de la devoción podemos decir que ha existido desde los primeros tiempos de la iglesia, cuando se meditaba en el “costado y el corazón abierto de Jesús de donde salió sangre y agua”.

La devoción al Sagrado Corazón está, indudablemente, por encima de otras devociones, porque en la misma veneramos al MISMO CORAZÓN DE DIOS.

Antes que el mismo Jesucristo se apareciera a santa Margarita María de Alacoque, encontramos dentro de la Iglesia señales de la práctica de esta devoción, en un intento por acercarse al corazón herido de Nuestro señor, a través de “esa herida” que representa para todos la gran herida del Amor.

Es así que observamos, en algunos monasterios benedictinos, o cistercienses, por influencia de San Anselmo o san Bernardo, los primeros atisbos; quizás algo tímidos; de esta devoción (sobre el siglo XI y XII), con algunos textos, según santa Matilde y santa Gertrudis la misma ya era conocida por esos tiempos, siendo la base para las más bellas oraciones y prácticas devocionales.

Y merece especial atención la visión de Santa Gertrudis en la fiesta de San Juan Evangelista, ya que constituye un hito en la historia de la devoción.

Habiéndosele permitido recostar su cabeza cerca del costado herido del Salvador, pudo escuchar los latidos del Divino Corazón.

Le preguntó a Juan si en la noche de la Última Cena él también había podido escuchar tan deliciosas pulsaciones y, si así había sido, por qué no había hablado de ello. Juan le respondió que esa revelación había sido reservada para tiempos posteriores, cuando el mundo, habiéndose enfriado, necesitara que su amor se le recalentara… (“Legatus divinae pietatis”, IV, 305; “Revelationes Gertrudianae”, ed. Poitiers y Paris, 1877).

Entonces podemos recorrer la historia viendo que a partir del siglo XII y hasta el XVI, solo algunas almas devotas la practicaban, sobre todo desde el interior de sus congregaciones religiosas, por ejemplo: los cartujos, franciscanos, dominicos, jesuitas, etc., más solo como algo individual.

Hubieron muchos santos de importantes congregaciones que fueron “dándole” forma desde algún lugar y preparando que camino definitivo a la aparición a Santa Margarita María de Alacoque (de la Compañía de Jesús: Alvarez de Paz, Luis de la Puente, etc).

Entre los místicos y almas piadosas que practicaron esta devoción podemos nombrar a: San Francisco de Borja, San Pedro Canisio, San Luis Gonzaga y San Alfonso Rodríguez, de la Compañía de Jesús. Igualmente, a la Beata Marina de Escobar (+1633) en España; a las Venerables Magdalena de San José y Margarita del Santísimo Sacramento, ambas carmelitas, en Francia; Jeanne de San Mateo Deleloe (+1660), una benedictina, en Bélgica; la incomparable Armelle de Vannes (+1671).

Todo esto fue preparando el camino incluso la devoción franciscana a las cinco llagas y a la costumbre jesuita de colocar la imagen en la página de los títulos de sus libros y en los muros de sus templos.

CUATRO COSAS QUE NOS DICE EL SAGRADO CORAZÓN

En primer lugar, es un corazón, no un cerebro

No hay devoción formal al Sagrado cerebro de Jesús, que yo sepa. Hay, sin embargo, una devoción al cerebro soviético de Lenin. El cerebro de Vladimir Lenin fue sacado de su cadáver a su muerte y estudiado por los científicos deseosos de encontrar una llave en ella a la brillantez de la mente maestra de la revolución soviética.

Lenin comenzó el vasto sistema de comunismo soviético; su legado fue su reglamento, su ideología y su jerarquía, y su cerebro fue lo que lo ideó.

Jesucristo también comenzó un sistema de la Iglesia, con reglas, enseñanzas y jerarquía. Pero eso no es lo que es fundamentalmente importante para él: El hecho de la encarnación lo es.

Honramos el corazón de Jesús, no su cerebro. Para nosotros, su legado es su misma vida, el hecho mismo de su existencia, como Dios y hombre, viviendo entre nosotros.

En segundo lugar, tampoco es un aura

Vivimos en un mundo donde las personas creen que ser “espiritual” y ser “religioso” son dos cosas diferentes.

Oprah Winfrey describió la espiritualidad de esta manera: La espiritualidad para mí es reconocer que estoy conectado a la energía de toda la creación, que soy una parte de ella, y es siempre una parte de mí.”

El Sagrado Corazón nos recuerda que el “espíritu” no existe en algún plano alternativo mágico etéreo de la realidad. Nuestro espíritu y nuestro cuerpo son uno.

Cualquier niño ve muy claramente que en él Dios nos está diciendo que su encarnación fue real, que fue verdaderamente humano y verdaderamente divino y que nuestra santidad no es un halo fuera de nosotros, sino una realidad en lo más profundo de nosotros.

En tercer lugar, nos muestra lo que significa la participación en la vida de la Trinidad

Un sacerdote una vez describió cómo su vocación comenzó cuando él se quedó mirando la imagen de su familia del Sagrado Corazón de niño.

Lo vi darme su corazón“, dijo. “Así que le pedí a que tomara el mío”

Él se había consagrado a sí mismo al Sagrado Corazón antes de que él entendiera lo que eso podría significar.

El sacramento del bautismo se supone que nos hace “Partícipe de la vida divina de la Trinidad”.

Quiere decir es esto: Las personas de la Trinidad existen en una auto-donación mutua continua, una a la otra. El Padre da todo al Hijo; el Hijo devuelve todo al Padre y el Espíritu Santo procede del amor, dando todo de vuelta.

Cuando nos entregamos a Dios en los sacramentos y entramos en las consagraciones que reflejan y apoyan los sacramentos – consagración al Sagrado Corazón de Jesús o a la Virgen – entramos en el don de sí de la Trinidad.

El Papa Juan Pablo II explica lo que este aspecto como:

“A través de la unión del Corazón de Jesús a la Persona del Verbo de Dios, podemos decir: en Jesús, Dios ama humanamente, sufre humanamente, se alegra humanamente. Y viceversa: en Jesús, el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquiere intensidad y poder divinos”.

En cuarto lugar, es un icono de lo que el pecado parece eternamente

Es fácil ver el pecado y la redención como un evento que sucedió en el pasado.

Pero “los que se sumergen en desórdenes y crímenes crucifican al Hijo de Dios de nuevo en su corazón (porque está en ellos)”, dice el Catecismo (No. 598) citando a San Francisco.

La imagen del Sagrado Corazón muestra cuán profundamente la Segunda Persona de la Trinidad es herida por el pecado – en su corazón – y la forma en que lleva la carga del pecado con él eternamente.

Los pecados contra la castidad y la caridad hieren directamente al corazón de Jesús, dijo la Madre Teresa. “Así que permitamos que nuestro amor y nuestra fidelidad sea un alivio al Sagrado Corazón.”

La devoción del Sagrado Corazón nos recuerda que Jesús es Dios, y que él es el hombre, que anima nuestros dones, y ofrece reparación por los pecados del mundo.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

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