lunes, 27 de junio de 2016

ASISTIMOS AL DESAFÍO MUSULMÁN A LA HEGEMONÍA MUNDIAL DE LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA


Quiérase o no, el cristianismo es la base moral, jurídica y social sobre la cual funciona el mundo desarrollado y subdesarrollado hoy; el cristianismo gestó esta civilización que tiene a occidente como líder económico, científico y militar. Y las otras sociedades desarrolladas poderosas, como por ejemplo China, han optado por las pautas occidentales para su crecimiento, haciendo un mix con su cultura ancestral.

Pero el caso del Islam es distinto, porque la ley sharía es contradictoria con los valores cristianos, y si por esas cosas Europa es manejada por ella, por ejemplo, ya las mujeres no tendrán la igualdad jurídica con los hombres, las sociedades estarían gobernadas por un poder cívico religioso, las penas judiciales serían muy otras, y así podríamos hacer un ejercicio teórico sobre las cosas que cambiarían, pero no es el objetivo de este artículo.

Quiérase o no, el Islam es un contendiente ideológico del estilo de vida y la civilización judeo-cristiana, pero muchos católicos dudan de ello con el argumento falaz de que adoran al mismo Dios. Sin embargo ahí están los resultados: persecución cruenta a los cristianos en los países donde son mayoría y un programa de copamiento cultural en occidente.

Tal vez estemos en un momento de inflexión de la historia, en que estamos enfrentados esta ideología desafiante al estilo de vida occidental, como occidente lo hizo con el nazismo y el comunismo, porque no puede verse al Islam sólo como una religión, sino como un sistema de gobierno total de la sociedad que tiene una religión como justificación.

LA PROTECCIÓN DEL ISLAMISMO POR EL LENGUAJE POLÍTICAMENTE CORRECTO

Cuando los musulmanes cometen actos de terrorismo, para algunas autoridades es un procedimiento operativo estándar de delincuentes y otros aseguran a la población que “esto no tiene nada que ver con el Islam.” Esto se dice con tanta frecuencia que contradice el sentido común de cualquier persona con dos dedos de frente.

Lo hemos visto recientemente con el atentado de Orlando, en que las autoridades de EE.UU. , incluso las de la Iglesia Católica, se han negado a identificar que el atacante era musulmán.

Así que fue refrescante escuchar a un líder mundial (en este caso, un ex líder mundial) admitir que el terrorismo islámico mundial realmente tiene algo que ver con el Islam.

En un discurso de apertura hace un par de años, Tony Blair describió al Islam radical como la mayor amenaza que enfrenta el mundo hoy en día.

Luego pasó a criticar a los comentaristas occidentales que “van a medidas extraordinarias” para evitar vincular el terrorismo con el Islam. “Es extraño”, dijo, “ignorar el hecho de que los principales actores en todas las situaciones se expresan a través del medio de la identidad religiosa.”

Aunque Blair sugirió que la ideología islámica radical “distorsiona y deforma el verdadero mensaje del Islam”, sin embargo, hizo hincapié en que este movimiento extremista se basa en una creencia religiosa.

Agregó que nosotros en Occidente podemos obtener una mejor comprensión de la ideología islamista, recordando “la experiencia del comunismo y el fascismo” ¿Su mensaje principal? La “derrota de esta ideología” debe estar en la parte superior de la agenda global. En pocas palabras, Blair está llamando a la guerra ideológica contra el “islamismo” (su término para el Islam radical).

TENEMOS UN MITO FALSO QUE VICTIMIZA A LA CULTURA ISLÁMICA

A occidente le cuesta comprender la realidad que se ve, por un discurso políticamente correcto que victimiza a los musulmanes.

El historiador italiano, especializado en la Edad Media Franco Cardini sugiere que el resurgimiento islámico actual tiene su origen en el deseo de venganza contra el colonialismo occidental, por lo que los cristianos en los países islámicos, son vistos como apéndices del occidente, que pagan por todo.

Es la tesis que dijo Bill Clinton después del 11 de septiembre. Clinton sostuvo que los musulmanes nunca habían olvidado el ultraje sufrido por parte de las Cruzadas. Argumento similar hizo Gad Lerner en su libro un par de años más tarde. Y recientemente el presidente Obama lo repitió.

Pero fue Cardini (que, a diferencia de Clinton y Lerner, es un medievalista) que de las Cruzadas el Islam apenas si se dio cuenta, ya que sólo comprendió dos siglos y un pequeño trozo de Palestina costera.

Una mirada a la historia, entonces, vemos que los islamistas no tienen ningún título para acusar de colonialismo a otros, ya que el Islam siempre se ha ampliado a punta de sable y, además, destruyó todas las culturas anteriores (como informa el escritor indio Vidiadhar Naipaul, Premio Nobel 2001).

Si queremos entrar en detalles, el colonialismo occidental en África, puso fin por ejemplo, a la trata de esclavos, de los que los árabes musulmanes eran los principales responsables. El colonialismo, en medio de sombras y luces, puso orden en un mundo perpetuamente en un estado de guerra tribal, guerra endémica que proporcionaba material a los traficantes árabes de esclavos.

El colonialismo francés en Argelia, otro ejemplo, comenzó a decir basta a la lacra de la piratería musulmana, que todavía en el siglo XIX hacía del Mediterráneo un mar impracticable.

El gran levantamiento del Ejército Mahdi chií en Egipto y Sudán, con las masacres que se cobró también la vida del gobernador de Jartum, no tuvo nada que ver con el colonialismo, pero sí con el conflicto que aún opone a sunitas y chiitas para decidir quién debe dirigir el Islam para conquistar el mundo.

Así escribió Silvio Solero (en 1928) en El islamismo, síntesis histórico-crítica,

“El poder islámico tuvo una larga duración por el hecho de que, a cada paso de su historia, encontró nuevas fuerzas que se pusieron al servicio del Islam (…). El futuro dirá si la apuesta islámica es para siempre o es capaz de estallar de nuevo, incendiando el mundo”.

NO CONOCEMOS NI COMBATIMOS AL ADVERSARIO IDEOLÓGICO

Durante la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría que siguió, nosotros no dudamos en participar en una guerra ideológica con el nazismo primero, y luego con el comunismo. Se consideró perfectamente legítimo perseguir las ideas en la base de estos sistemas totalitarios como una forma de creencia negativa.

Y no nos preocupamos sobre a quién podría ofenderse. Pero ¿y si la ideología que amenaza viene envuelta en el manto de la religión? Blair llama a la derrota de la ideología “islamista”, pero ¿cómo se puede participar en la guerra ideológica si la crítica de la ideología enemiga está fuera de los límites?

En nuestros tiempos multiculturales, se considera muy mala educación criticar a una religión que no sea la propia. El respeto de las de otras personas – no importa cuán diferentes de nosotros – se considera que es el sello distintivo de la civilidad y la tolerancia.

Así, mientras nos sentimos libres para hablar de los males del nazismo, el comunismo, el laicismo y el capitalismo, a muy pocos se le ocurriría hablar de los males del Islam. Es tabú.

Como resultado, cuando las cosas malas se hacen en nombre del Islam, nuestros “comentaristas” (como los llama Blair) son rápidos para absolver al propio Islam. La fórmula “esto no tiene nada que ver con el Islam” es sólo una manera de ignorar la dimensión religiosa del terror.

IDEOLOGÍA SUPREMACISTA ENVUELTA COMO UNA RELIGIÓN

Sin embargo, cuando los jihadistas explican sus motivaciones casi invariablemente citan las palabras y el ejemplo de Mahoma como se encuentra en el Corán y los Hadiths – dos fuentes con las que parecen ser muy familiares.

Que el jihadista promedio sabe el Corán mejor que el cristiano promedio el Nuevo Testamento nos debe decir algo, pero al parecer no es así. Sun Tzu, el estratega militar chino, dijo que la primera regla de la guerra es conocer al enemigo, pero en general hay una negación a reconocer lo que nuestros enemigos islamistas consideran que es el hecho más sobresaliente acerca de sí mismos.

Esta renuencia a identificar las principales motivaciones del enemigo nos pone en una desventaja considerable, trabajo que hicimos en las guerras anteriores.

Occidente probablemente prevalecerá si la lucha con el Islam se limita a la lucha armada. Pero nuestra lucha de civilizaciones con el Islam va mucho más allá de eso.

Por ejemplo, la toma gradual Islámica de Europa se está logrando mediante la jihad cultural más que la jihad armada. En Europa, la expansión del Islam no requiere combates en las calles; sólo requiere que los europeos se acostumbren a los burkas en los centros comerciales, calles cerradas para la oración, la cancelación de las conversaciones críticas sobre el Islam, aceptar el antisemitismo, y la creación de guetos religiosos y culturales en las principales ciudades. Podríamos añadir la islamización de las escuelas a la lista.

En su discurso, Blair hizo alusión a un complot descubierto por el que los musulmanes se hacen cargo de más de una veintena de escuelas en el área de Birmingham. El nombre en clave musulmana de la trama era “Caballo de Troya”.

El punto es que tenemos muy poca defensa contra el tipo de Caballo de Troya de la jihad. No es sólo que estamos impedidos por una ideología multicultural que exige que seamos tolerantes hasta la muerte, sino que también los jihadistas culturales son muy conscientes de esta debilidad en nuestra armadura. Ellos saben que no nos atrevemos a criticar una religión no cristiana, y saben cómo sacar provecho de nuestra renuencia. Criticar algo musulmán o islámico y los cargos de intolerancia religiosa y la islamofobia pronto llegan a nivel de demanda judicial.

LOS PIES DE BARRO DEL CORÁN

Lo maravilloso de esto desde el punto de vista islámico es que casi nadie en Occidente se atreve a tomar ventaja de las debilidades teológicas del Islam. Teológicamente, el Islam es un castillo de naipes. Nunca pudo soportar el tipo de examen académico que el cristianismo ha sido objeto. Por ejemplo, el Corán es un mosaico primitivo de ideas prestadas, historias medio dichas, y maldiciones interminablemente repetidas.

El historiador Thomas Carlyle fue aún menos caritativo. Aunque consideraba a Mahoma como uno de los grandes hombres de la historia, describió el Corán como “un revoltijo confuso, fatigoso, crudo, mal construido; iteraciones infinitas, desprolijidad, enredo; estúpido e insoportable”.

El mundo está lleno de libros mal escritos, pero éste en particular se supone que ha sido escrito por el mismo Dios. Uno podría pensar que Dios pudo haber hecho un mejor trabajo.

El punto es que cualquiera que haya leído el Corán y tiene incluso un conocimiento de los estudios de las Escrituras se dará cuenta de que el “libro sagrado” del Islam no cumpliría con las pruebas de evidencia crítica e histórica que aplicamos a la revelación cristiana. El punto adicional es que estas pruebas constituyen potentes armas en nuestro arsenal ideológico – si estamos dispuestos a utilizarlas.

En las luchas ideológicas del pasado se buscó la victoria a través del descrédito ideológico del sistema de creencias que inspiró a nuestros enemigos. Si no hacemos algo similar en nuestra lucha de la civilización global con el Islam (o, si se prefiere, “islamismo”), tenemos que enfrentarnos a la posibilidad muy real de que vamos a perder la guerra – tanto militar como culturalmente.

Si estamos en una confrontación con la ideología / teología islámica, ¿por qué no queremos examinarla con más cuidado? ¿Por qué no habríamos de querer poner en duda la revelación en la que se basa todo? Y, aún más, ¿por qué no buscar la forma de desilusionar y desmoralizar a los defensores de esta ideología?

Se puede argumentar que este enfoque es incivil, ofensivo e insensible. Tal vez sea así. Quizá treinta años después, ¿te gustaría ser uno que explique a su nieta que usa burka y se casó con un hombre que le triplicaba la edad, y que no tiene los mismos derechos que los hombres, que hemos perdido la guerra cultural contra el Islam, ya que fuimos insensibles para luchar?

¿PODREMOS HACER DUDAR A LOS MUSULMANES?

Otro argumento más práctico contra atacar la base ideológica del islamismo y así socavar la fe de los jihadistas es que no va a funcionar. Muchos dan por sentado que una fe profundamente arraigada no puede ser fácilmente sacudida por la crítica, y las creencias islámicas parecen muy inquebrantables. Dado este supuesto, sería una pérdida de tiempo tratar de sembrar las semillas de la duda en la mente de los verdaderos creyentes.

Pero las creencias profundamente arraigadas no siempre están tan profundamente arraigadas como aparecen. Por ejemplo, hace treinta y cinco años parecía que la fe católica estaba profundamente arraigada en Irlanda, pero Irlanda, al igual que muchas otras sociedades, una vez sólidamente católicas, ha experimentado una disminución significativa en la fe.

En concreto, el Islam también ha sufrido una crisis de fe – y no hace mucho tiempo. A principios de 1970 la mayoría de las mujeres iraníes, iraquíes y egipcias habían abandonado su vestimenta tradicional por la ropa de estilo occidental, y el entretenimiento occidental fue la moda.

Los musulmanes continuaron observando su religión, pero lo hicieron de más o menos la misma manera que un cristiano tibio – es decir, más como una obligación social que religiosa. En el mundo musulmán, la mayor parte del siglo XX, el Islam apenas podía definirse como una fe profundamente arraigada.

Los movimientos islamistas radicales del siglo XX, como la Hermandad Musulmana, se formaron con el propósito de renovar la fe que se les escapaba. Y tuvieron un gran éxito al hacerlo. El punto a tener en cuenta, sin embargo, es que la “creencia profundamente arraigada” que ahora vemos en el mundo musulmán es de origen muy reciente.

Por otra parte, la creencia profundamente arraigada se basa en el fundamento muy inestable del Corán. Los jihadistas hacen lo que hacen porque creen que Dios les ordena hacerlo. Ellos también creen que serán ricamente recompensados por sus esfuerzos en el paraíso.

¿Pero qué si el Corán no fue escrito por Dios? ¿Qué tal si fue hecho por el hombre, la invención de un intrigante egoísta? ¿Quién quiere inmolarse en un atentado suicida si la recompensa prometida no es nada más que una herramienta de reclutamiento inteligente hecha con el propósito de sustituir guerreros perdidos en la batalla, hace unos 1.400 años?

¿MAHOMA RECIBIÓ REALMENTE UNA REVELACIÓN?

¿Fue el Corán escrito por Dios? Parece una pregunta bastante central. Y al ver que un sinnúmero de vidas penden de las respuestas, se podría pensar que más personas lo preguntarían.

No es como preguntas privadas estrictamente personales para la conciencia individual y para reflexionar. Son también, como en todas las religiones que se proclaman públicamente, una cuestión para el debate general. Los jihadistas no ocultan su lámpara bajo el celemín. Quienes dudan de Mahoma, entonces, no deberían ser reacios a apagarla.

Mientras los musulmanes creen que Mahoma recibió sus órdenes a partir de Dios, la jihad islámica continuará. Si queremos poner fin a la guerra santa, tenemos que hacer un hueco en esa creencia. Como hemos visto una y otra vez en la historia, incluso las creencias profundamente arraigadas son susceptibles de cambio. Si suficientes no musulmanes empiezan a hacer ciertas preguntas insistentemente, hay una buena posibilidad de que los musulmanes puedan ser devueltos a ese estado de duda sobre el Islam que prevaleció en el mundo musulmán hace apenas sesenta años.

Foros de la Virgen María

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