viernes, 12 de febrero de 2010

UNA MUJER BELLA


Siempre preocupante y siempre vigente, el tema de la belleza está presente en la mujer en forma cotidiana, alude a los distintos matices que logran mostrar su personalidad, se refleja en sus cambios a través del tiempo, ignorando condiciones sociales, económicas o aquellas que junto a la fuerza de gravedad, marcan las distintas emociones vivencias que han colmado nuestro existir

Ya desde pequeñas nuestras madres nos incentivan en este rol femenino de mostrarle a papá qué lindo nos queda ese vestido, y lo aprendemos tan bien que luego lo utilizamos con la mayor sabiduría cuando nos lanzamos a la conquista del hombre. En esa relación la mujer busca disimular cualquier imperfección en su rostro o en su cuerpo, y mantiene su contrato cada vez más actual con Ovidio, uno de los primeros consejeros en un tema que nos hacen creer actual y que es la imagen corporal.

Ovidio tenía muy claro qué podría beneficiar a la mujer en su estética ya fuera alta, baja, gorda, flaca, con buena o mala dentadura etc. etc., amén de brindar su opinión generosa respecto a nuestra conducta en sociedad; volviendo a situarnos en esta época podríamos afirmar que tanto los maquillajes como el estilo de ropa por el que optemos los creemos importantes a la hora en que él nos mira. Pero ¿qué pasa cuando algún rasgo inarmónico (como una nariz muy afilada o una cintura grande por ej.) se transforma en segundos en un obstáculo insalvable, traumático, un obstáculo que de pronto se nos hace conciente y logra que nos sintamos feas, sin opciones para la conquista y el enamoramiento del otro, y en especial si al lado nuestro está la lindadel grupo que con su sola presencia ya nos quita posibilidades? En general nos batimos en retirada y con una angustia que nos oprime el pecho por eso de justo a mí me tocó ser yo.

No voy a referirme a la posibilidad de cirugías por dos motivos: el primero porque no están al alcance de todas, y el segundo porque la elección del profesional debe ser harto cuidadosa no solo por el peligro que pudiera correr nuestra vida sino también para no dejar nuestra personalidad en el quirófano e ingresar a la larga lista de representante del único modelo nasal y labial del doctor X, modelo por el cual es posible ver la cara de una persona y saber quién la tocó. Considero éstas ítems suficientes como para alejarme de un análisis del bisturí.

Retomando el tema de la fealdad, mi madre solía decir que la suerte de las feas las bonitas la desean, si bien no siempre es así creo que el tema de ser fea va más allá de la simple desarmonía de un rasgo que no es tan visible si resaltamos con cierto esmero los demás. Si nosotras reflexionamos sobre el tema podríamos acordar que los momentos de amarga fealdad que nos devolvió el espejo han sido ante situaciones de duelo, de fracaso, de crisis, de conflicto, de proyectos abortados, de crítica o de deslealtad o como se la quiera llamar siempre en referencia a estados emocionales que logran desfigurar el rostro más armónico y avejentar el cutis de mayor tersura. Entonces: ¿la fealdad dónde la ubico?

Hay que saber reconocer que el hombre puede ir tras de una figura sinuosa o un rostro impecable y sonriente de mujer, pero… el hombre busca algo más para que lo acompañe en la vida. Busca la belleza en la mujer. Busca su alma. Busca el deseo de crecer compartiendo un proyecto de vida que no se realiza con una boca bien rellena ni glúteos bien marcados, sino con el sentido de humanidad y pasión por la vida, la pasión que expone toda mujer a diario vibrando junto a los suyos, defendiendo no sólo economía sino ideas, valores y esencia.

Si nosotras sabemos tomar en cuenta la importancia de un bienestar interior, esa armonía surge en los sentimientos y trasciende en gestos y palabras, se asoma en su mirada y brinda nuevas significaciones a nuestra vida y a nuestro entorno.

Hablando de la belleza en referencia a la mujer y su pareja, invito a la observación sobre esas parejas que ya llevan años juntos donde se ve a los hombres que siguen muy unidos y enamorados de su mujer. En general tenemos la costumbre de elaborar juicios rápidos al respecto y considerar que siguen juntos por la costumbre, la comodidad y la comida rica que ella prepara, pero no le damos siquiera una mísera hojita de laurel a la inteligencia de esa mujer que aún en condiciones tan distintas físicamente a las que se conocieron, supo conservar ese delicado encanto que hizo a su marido enamorarse. Los hijos, si hubieron, ya han partido y la casa vuelve a unir a dos figuras que aún tienen mucho para decirse, tienen años de historia vivida para analizar juntos y para reír y llorar juntos, pero por sobre todo para vivir la felicidad de acompañarse mutuamente y crear su propio futuro en esa nueva etapa de su ciclo vital.

Pensemos en la creatividad de esa mujer que ha logrado que su compañero encuentre en ella siempre la misma gema, pero cada vez facetas distintas, siempre una nueva luz surgiendo de cada arista y allí está su poder de seducción que se desprende de un alma bella.

Entonces ¿dónde ubico la belleza? Indudablemente no la voy a encontrar sólo en el estante de los cosméticos, pero sé que definitivamente no la voy a encontrar junto a la mezquindad o la estrechez de miras del yo me amo, mira que linda que soy. Tengo el absoluto convencimiento que la belleza marca las puertas del alma y crece con el amor. Vayamos por ella…

Al decir vayamos por ella estoy aludiendo a la capacidad de la mujer en resignificar su vida, ser capaz de saltar por sobre el abismo de sus propias falencias, reconocerse y reparar y repararse en la necesidad de estar bien con el otro y con uno mismo. Estoy aludiendo a la urgencia de una cirugía estéticadel alma, a que sepamos de nuestro potencial, inagotable potencial del ser humano que le permite renacer en cada cambio, a no bajar nuestra autoestima pensando que la linda-linda siempre nos gana, estoy aludiendo a tener más fe en nuestro mundo interior, una fe que nos brindará un paso más seguro y elegante, con esa distinción que logra que un hombre nos siga con la mirada y diga qué bella es”…
Mirta Alicia Zangaro de Moisano

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