jueves, 4 de febrero de 2010

FE CRISTIANA Y NUEVA ERA


Un joven me preguntaba sobre algunas cuestiones esotéricas que están hoy muy en boga, y deseo dedicar una serie de artículos en esta página a la llamada NUEVA ERA (New Age), que está influyendo casi silenciosamente en la mentalidad de muchos ingenuos que se dejan convencer por la apariencia de bondad y felicidad que se ofrece a todos.

Quiero dejar claro que mi intención es hacer una crítica positiva desde mi fe cristiana, para aclarar criterios que se difunden ampliamente y están empapando de seudoreligión naturalista a buena gente, que tal vez piensa que todo es lo mismo, y que da igual cualquier cosa que nos haga felices.

Sobre el tema hay mucho publicado, unas veces por ese mismo movimiento, o mentalidad, que intenta sembrar sus ideas, y otros trabajos que objetivamente estudian seriamente el fenómeno y destapan con conocimiento de causa todo lo que hay detrás de la pantalla. Por tanto, hay obras de LA NUEVA ERA, y obras sobre la NUEVA ERA. Sobre estas últimas encontramos títulos interesantes en casi todas las editoriales que publican libros religiosos o de pensamiento (BAC, Paulinas, Verbo Divino, Claretianas, Herder, etc.).

La revista Imágenes de la fe”, en el nº 350 publicó un buen trabajo titulado "Nueva era y fe cristiana". De ahí, y de otros lugares que en su momento citaremos, tomaremos ideas que consideramos de interés para desarrollar nuestro trabajo encaminado a informar y formar a los lectores interesados en el tema.

En la introducción a la revista que acabamos de citar leemos: "Es difícil entrar en la nebulosa llamada "Nueva Era". Se trata de un movimiento sin contornos definidos que se extiende sin darnos cuenta: flota en el ambiente, lo respiramos sin percatarnos de ello. Desde la hipnosis y el mundo de los espíritus hasta los cristales y las piedras energéticas, pasando por la música relajante, los ovnis y las vibraciones del Machu-Pichu, todo sirve y puede ser expresión de la Nueva Era que supuestamente se nos avecina... Se pueden establecer muchas comparaciones entre la Nueva Era y la fe cristiana. Con vocabularios diferentes, en ambas corrientes encontramos la esperanza en la llegada de un mundo nuevo que hay que construir desde ahora, la afirmación de que el mundo está lleno de energía divina, que estamos hechos para la felicidad... ¿Qué cristiano no afirma ahora lo mismo?".

Pero no hay que ser ingenuos ni ignorantes. El cristianismo no se reduce a la oferta de una felicidad nebulosa y a una utopía de un mundo nuevo que nunca llega en serio. El cristianismo no es caminar flotando en una nube color de rosa sostenida por angelitos simpáticos, donde la bondad y la sonrisa brotan por resorte automático, cuando me tocan la fibra sensible del sentimiento, muchas veces enfermizo, otras veces angelicalmente revoloteando por el paisaje idílico de una naturaleza divinizada, y de un más allá puramente estético, deslumbrador por su belleza, que me sume en un éxtasis soñador, adormecedor, envuelto en sueños irreales que me sirven de evasión. Eso será lo que ofrece La Nueva Era, pero no el cristianismo, como iremos viendo.

El cristianismo nos hace estar con los pies en la tierra. Es un mundo real, muchas veces duro y desagradable, al que hay que salvar de su miseria. Dios es un SER REAL, Jesucristo es una Persona real, la segunda de la Santísima Trinidad, que vivió en un lugar concreto, en un contexto humano determinado, y que vino a redimir del pecado a los hombres concretos, y a todo aquello que los hombres viciamos. Como se nos dice en el trabajo citado: "Este Dios, que es Padre, nos envió a su Hijo, Jesús de Nazaret. ¡Los cristianos creemos en un Salvador crucificado! La resurrección no tiene nada que ver con la reencarnación. El Espíritu de Dios no es una energía sin nombre...".

Este movimiento llamado Nueva Era, como ya hemos dicho, nos lleva a un mundo fantástico, donde la naturaleza tiene el secreto de todos nuestros males. Nos desconecta de la vida real, nos hace huir hacia el vacío donde, el silencio sólo interrumpido por el rumor del agua, el canto del pájaro, o el viento que pasa. Nos habla la Nueva Era de un mundo maravilloso, de un amor entusiasmante, pero desencarnado, tan sublime que nos trata de llevar en volandas, despegados de esta tierra que es como es, y a la que hay que tratar de que sea como debe ser.

Todo esto nos plantea cuestiones limítrofes con situaciones reales y lícitas que el cristianismo siempre ha defendido: el silencio, el retiro, la mística, la contemplación, la ascética, etc. Pero sin olvidarnos que desde la Transfiguración del Tabor Cristo estaba mirando al mundo del que no quería huir, sino dar la vida por él abrazándose a la Cruz del pecado humano. El tema, como se ve, da para mucho. Intentaré ir desgranando sus entresijos, y contar con la comprensión de los lectores que me ayudarán a desenvolver ese brillante y atrayente paquete que le está llegando a todo el mundo, con una etiqueta que pone PARA QUE SEAS FELIZ, pero sin ofrecer la Gracia de Dios que es el auténtico secreto de nuestra dicha. Continuaremos, con la acogida amable de esta página.
Juan García Inza

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