ALBERTO BÁRCENA REPASA EN CREOTV «EL PRIMER GENOCIDIO CONTEMPORÁNEO»
CON CIENTOS DE MILES DE MUERTOS, EL DE LA VENDÉE ES
CONSIDERADO EL PRIMER GENOCIDIO DE LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA, PONIENDO EN
ENTREDICHO LA "LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD" PROMULGADA POR LOS
REVOLUCIONARIOS ANTICATÓLICOS.
Mujeres asadas,
oficiales vestidos con pieles de campesinos desollados, bebés y niñas
masacrados… El gran público no dudaría en afirmar que la Roma anticristiana, el
día a día de los imperios antropofágicos o la maquinaria soviética podrían ser
los grandes autores de estos macabros sucesos, pero el relato histórico oficial
hace cuanto menos difícil asumir que fueron precisamente el
origen fundacional de la Época Contemporánea y del actual ordenamiento político.
Lo descrito son solo algunos de
los casos que el doctor en historia Alberto Bárcena ha situado como la raíz y sentido de la
Revolución Francesa en el último programa de El
Buscador de Creo TV presentado
por Álex Navajas.
Para el historiador, proclamas
tan conocidas de la Revolución como "Libertad,
Igualdad y Fraternidad" no
son más que el reclamo y la ficticia cara amable de un suceso contemplado por
la historia oficial como el origen del progreso.
Realmente, explica, "el régimen liberal" y con este, el
actual sistema y ordenamiento políticos, hunden sus raíces en la aniquilación
de todo aquel que considere que la ley divina o natural -descartadas hoy por
completo- tiene algo que decir en el ámbito público. Es lo que sucedió en la
Vendée posrevolucionaria a manos de las "columnas infernales"
en 1793.
TODA
PERSECUCIÓN EMPIEZA CON LEYES
Pero el que sería "el primer genocidio de la edad contemporánea" comenzó
cuatro años antes, cuando el orden surgido tras la Revolución Francesa dedicó
una amplia "y agresiva" batería
de leyes contra la Iglesia católica.
La expropiación de
los bienes eclesiásticos decretada en otoño de 1789, la ilegalización de los votos solemnes y
con ella la imposibilidad de renovar las órdenes religiosas y finalmente el
decreto de exclaustración -que expulsaba a los
novicios de los conventos- generó un panorama de desolador de "miles de frailes vagando por los caminos de
Francia" en búsqueda de asilo.
Como una auténtica cacería, el
orden revolucionario fue cercando a su presa, la Iglesia, hasta que la
promulgación de la Constitución Civil del Clero asestó
uno de los golpes definitivos. Esta, explica Bárcena, "sometía
al clero al Estado" y quedaba así "desvinculado
de Roma", pasando a ser la jerarquía y los sacerdotes elegidos
democráticamente, como lo podría ser un alcalde.
Si bien en los altos grados de la
jerarquía, obispos y cardenales hubo una oposición "prácticamente
unánime", entre los sacerdotes esta fue menor, aceptando muchos de
ellos el sometimiento a la Revolución. La iglesia quedó así fraccionada entre
los traidores a Roma, llamados "juramentados" y aproximadamente
el 40% de sacerdotes, y los fieles y perseguidos, "los refractarios", en torno al 60%.
En un primer momento, explica
Bárcena, el futuro de los "refractarios" consistía
en ir vagando por Francia buscando asilo u
otras dedicaciones donde poder subsistir, pero la persecución no tardó en
llegar, llegando a ofrecerse recompensas pagadas al
contado por cada cabeza de sacerdote refractario
que se entregase a las autoridades.
Hubo, sin embargo, varios años de
persecución hasta que los propios fieles decidieron organizarse y resistir.
EL
HEROISMO DE LOS "BUENOS PADRES"
El principal detonante del
alzamiento y lo que serían unas "auténticas guerras"
que pudieron en jaque al Estado fue la ejecución del "rey cristianísimo" Luis XVI en la guillotina.
También se vieron precedidas por la negativa de muchos franceses a combatir
contra España en defensa de la República -en la llamada Guerra de la Convención o del Rosellón- o, por último, la llegada de
los juramentados a las parroquias que habían quedado vacías. "Fueron recibidos con una hostilidad notoria [por
los habitantes]. Tanto, que hasta pedían protección a las autoridades porque
temían por sus vidas. `Devolvednos a nuestros verdaderos padres´",
les decían.
Mientras, estos "buenos padres" eran condenados al
ostracismo, a vagar y esconderse en inhóspitos lugares o a impartir los
sacramentos, casando, bautizando y arriesgando sus vidas con un "heroísmo" que, según Bárcena, debe ser
destacado.
El carácter
religioso del conflicto
inminente es, según Bárcena, el aspecto más definitorio de la Vendée. "[Los vendeanos] se proclamaron en ejército católico
bajo el lema de Dios y el Rey y el Detente del Sagrado Corazón de Jesús como
distintivo.
"Lo que le da
mayor interés y relevancia espiritual es que es el pueblo el que se levanta. Lo
han querido presentar como una rebelión de la aristocracia ante la pérdida de
su poder, pero esa teoría no se resiste a un análisis objetivo. Es lo contrario, en La Vendée se levanta el pueblo".
Cuando la persecución se hizo
insostenible, en 1793, los vendeanos se levantaron y comenzaron a
rechazar por sí mismos a los soldados franceses, librando así la primera de tres guerras que
tuvieron lugar entre 1793 y 1796. Carácter religioso y popular se plasmaron en
la persona escogida como generalísimo para liderar la ofensiva, Jacques
Cathelineau, un carretero al que llamaban "el
santo de Anjou" por sus virtudes, pero también por sus dotes de
mando.
LA
INEXPLICABLE VICTORIA CONTRA LA ÉLITE EN SAMUR
Pronto las revueltas se
extendieron por el país, cosechando importantes victorias como la toma del
castillo y la ciudad de Saumur, en la que un ejército de 15.000 campesinos se
lanzó al asalto antes que los propios oficiales a campo abierto contra una posición "inexpugnable" y protegida por 16.000 soldados de
élite.
Contra todo pronóstico, tomaron
la posición sin instrucción alguna y "en
cuestión de horas", algo que dirigentes como Henri du Vergier,
conde de la Rochejaquelein, achacaron directamente a una intervención
providencial. "Solo tiene una explicación, y es la
intervención de Dios", escribió.
Con todo, y pese a las elevadas
posibilidades que otros contrarrevolucionarios como los Cristeros alcanzaron en
México, la guerra pronto dio paso a una dura represión revolucionaria que segó
las vidas de cientos de miles de muertos.
"Las cifras
más conocidas, las de Reynald Secher, dicen
que desaparecieron unas 117.000 personas, lo que significa una
octava parte. Su profesor, Pierre Chaunu, las eleva hasta 400.000", mientras que fuentes directas como el general encargado de revisar la
región tras someterla habla de 600.000.
LA
GUERRA TOTAL DE LAS COLUMNAS INFERNALES
Siguiendo las tesis de Secher,
Bárcena destaca como la rigurosa y progresiva organización que adquirieron los
vendenaos -fundamentalmente en torno a las parroquias y a la cabeza de familia,
como "ejércitos familiares concentrados por
parroquia", no pudieron frenar por mucho tiempo el odio a la fe de
la Revolución. "Había que exterminarla lo antes posible, y de
manera definitiva", afirma.
Entonces llegó el turno de las "columnas infernales", una fuerza militar de élite de 103.000 hombres
con órdenes de acabar con todo rastro de fe o de campesinos vendeanos, llegando
a haber más soldados que habitantes.
"Una vez se
acantonaron y tomaron la región, empezó la represión, con órdenes de quemarlo todo, bosques,
setos, aldeas, casas, hombres, mujeres, niños… todo lo que pueda arder", rezaban las instrucciones.
Y a la represión le siguió "un fenómeno de locura colectiva" que si a juicio de Bárcena se observa en otras
guerras, en esta es "de forma especialmente
evidente".
No encuentra otra explicación a
que fuese el mismo Robespierre el que autorizase y animase a los oficiales a
considerar "puras" las intenciones
de acabar con "chicas y niños".
"Sigue con lo que estás haciendo, elimina a todos los vendeanos",
ordenó.
UN
BAÑO DE SANGRE
Lo siguiente que describe el doctor
en historia es comparable a un "baño de
sangre", en el que los generales se entretenían
quemando en hornos de pan a mujeres -republicanas
y vendeanas- junto con sus hijos. También fueron significativas las masacres de
los niños de entre un mes y dos años de edad así como de niñas desde el primer
año en plaza pública.
Este 8 de diciembre se
estrena 'Vender o morir', una película producida por Puy du Fou sobre la
epopeya de la Vendée y el caudillo vandeano Charette.
Bárcena habla también de los
cirujanos del ejército republicano, que desollaban a los
vendeanos haciendo con su
piel "pantalones de montar" para
los oficiales.
El mismo Bárcena enlaza al
público interesado a estudiar la obra de Reynald Secher que él mismo ha
continuado para comprender todos los datos de este fenómeno
contrarrevolucionario que cumplió su misión -la de
defender la fe- hasta el exterminio y
que incluso contó con no pocas posibilidades de lograr sus pretensiones -el
respeto a la misma por el Estado-.
Una gesta que, además, pone en cuestión no pocos postulados hoy
vigentes, "como el dogma de que solo vale lo que se
acuerde", de que "nada hay eterno
o inmutable" en lo ético o moral, del trilema revolucionario de "igualdad, libertad y fraternidad" o de
que la ley divina y natural deben encontrarse al margen de toda decisión
pública, entre otros.
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