"También
habéis oído que antes se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero yo
os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis
hijos de vuestro Padre que está en el cielo, pues él hace que su sol salga
sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos. Porque si
amáis solamente a quienes os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¡Hasta los que
cobran impuestos para Roma se portan así! Y si saludáis solamente a vuestros
hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Hasta los paganos se portan así! Vosotros,
pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto."
En
realidad, lo que no deberíamos tener es enemigos. El que piensa distinto a
nosotros, aunque sea totalmente contrario a lo que nosotros pensamos, no tiene
por qué ser nuestro enemigo. Seguro que si nos paramos a dialogar, encontramos
más cosas que nos unen, que cosas que nos separan.
Pero en la vida real
encontramos personas que nos hacen daño, que nos quieren mal. Jesús nos dice
que debemos amarlas. Nuestra tendencia natural es devolverles, como veíamos
ayer, mal por mal. El modelo que Jesús nos pone puede parecernos inalcanzable:
ser perfectos como el Padre es perfecto. Jesús nos pide que amemos a todo el
mundo. Sólo así lograremos transformar nuestra sociedad.
La esencia del
cristianismo no son las normas, ni los ritos; es el amor. Porque amando a los
hombres, es como amamos a Dios.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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