domingo, 19 de junio de 2016

ANTES TODOS QUERÍAN ENTRAR, AHORA CADA VEZ MÁS QUIEREN SALIR


Muchos cristianos tienen aversión a la estructura de Bruselas de la Unión Europea, porque piensan que está dominada por illuminati, por masones, por el grupo Bilderberg, o por una combinación de los tres grupos precedentes además de por una raza de vampiros escondidos en criptas oscuras. Razón esta última que explicaría las luces en las oficinas de los edificios comunitarios que se ven a horas en las que nada bueno se puede estar haciendo.

Pero lo cierto es que, a día de hoy, las estructuras comunitarias no han hecho nada malo más allá de pagar unos sueldos astronómicos a sus diputados. Aunque algunos de esos sueldos sí que justificarían su alquitranamiento y emplumamiento público en la plaza de Notre Dame de París y con ancianas tricotando en silencio mientras se procede a realizar tal operación. Operación que jamás aprobaré a menos que se haga con todas las cautelas del Estado de Derecho.

Pero dejando aparte el tema de los sueldos y unas cuantas cosas más, lo cierto es que Europa no puede volver a ser el archipiélago de los años 50. El camino de la soberanía nacional y de la unión supranacional es el único camino razonable por razones económicas, sociales, legales, medioambientales, de seguridad interna y externa, etc, etc, etc.

Los acuerdos puntuales siempre fueron posibles. La estructura de la Unión lo que intentó fue ir más allá de esos acuerdos para ir creando estructuras más eficaces en lo que nos beneficiaba a todos. Ciertos políticos siempre culparon de todo a Bruselas, año tras año. Al final han convencido a los votantes.

¿Nos podemos imaginar el desastre que sería que los estados de Estados Unidos cambiaran sus estructuras federales por acuerdos bilaterales o múltiples? Sería una decisión contra la razón.

Es una pena ver como los egoísmos particulares de los políticos han acabado por herir gravísimamente el proyecto europeo. La Unión ya está herida, y no sólo por Gran Bretaña. Los que vivimos el entusiasmo, los ideales y el optimismo de las prósperas décadas anteriores al año 2000, siempre hemos comentado cómo las tinieblas se han ido haciendo más densas a partir de la crisis del 2008. Esta última herida en la Unión ha sido el último golpe verdaderamente triste.

Los atenienses deciden replegarse en su ciudad. La Liga de Delos va volviendo la espalda a unos y a otros. Mientras, en Oriente, la nueva Persia sigue agigantándose con puño de hierro.

P. FORTEA

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