Magnífico documento el que ha publicado la Congregación para la educación católica el pasado 10 de
junio sobre la cuestión del género en la educación.
El Documento en cuestión
resulta contundente en el rechazo frontal a esta ideología desde las primeras
líneas. “Vivimos una emergencia educativa, en
particular, en lo que se refiere a los temas de afectividad y sexualidad.”
“En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que
“trasmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra,
pero que en realidad refleja una
antropología contraria a la fe y a la justa razón” (los
subrayados son míos).
“En
este contexto, la misión educativa se enfrenta al desafío de una ideología,
genéricamente llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural
de hombre y mujer. Esta ideología presenta una sociedad sin diferencias de sexo
y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a
proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad
personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad
biológica entre hombre y mujer.”
La ideología de género –
señala el documento – “pretende, como señala el
Papa Francisco, responder a ciertas
aspiraciones, a veces comprensibles, pero busca imponerse como un pensamiento único que determine incluso la
educación de los niños”.
Pero “hay
que escuchar y comprender”, dice el documento. La ideología de
género plantea “la posibilidad de los individuos
de autodeterminar sus propias inclinaciones sexuales sin tener en cuenta la
reciprocidad y complementariedad de la relación hombre-mujer, así como la
finalidad procreativa de la sexualidad”.
“El individuo pretende ser radicalmente autónomo y su orientación sexual va
a depender de la actitud subjetiva de la persona, que puede elegir un género
que no corresponda con su sexualidad biológica. Lo que vale es la absoluta
libertad de autodeterminación y la elección circunstancial de cada individuo en
el contexto de cualquier relación emocional”.
“De esta manera,
se apela al reconocimiento público de la libertad de elección de género y la
pluralidad de uniones en oposición al matrimonio entre hombre y mujer,
considerado una herencia del patrimonio patriarcal. Por lo tanto, se quisiera
que cada individuo pudiera elegir su propia condición y que la sociedad se
limite a garantizar tal derecho, también mediante un apoyo material; de lo
contrario, nacerían formas de discriminación social contra las minorías. La
reivindicación de dichos derechos ha entrado en el debate político de hoy día,
obteniendo aceptación en algunos documentos internacionales e integrándose en
alguna legislaciones nacionales.”
El documento señala
acertadamente que para la ideología de género la voluntad del individuo se
vuelve absoluta, conduciendo a un relativismo, donde todo es equivalente e
indiferenciado, sin orden ni finalidad. “Estamos
ante una revolución cultural e ideológica en el horizonte relativista y ante
una revolución jurídica que promueve derechos individuales y sociales
específicos. La identidad humana se entrega a una opción individualista en la
que cada uno juzga como le parece, como si más allá de los individuos no
hubiera verdades, valores, principios que orienten, como si todo fuera igual y
cualquier cosa debiera permitirse”.
La
complementariedad fisiológica, basada en la diferencia sexual, asegura las
condiciones para la procreación. En cambio, el recurso a las tecnologías
reproductivas puede consentir la generación de una persona, pareja de una
pareja del mismo sexo, con “fertilización in vitro” y maternidad subrogada:
pero el uso de tecnología no es equivalente a la concepción natural, porque
implica manipulación de embriones, fragmentación de la paternidad,
instrumentalización y/o mercantilización del cuerpo humano, así como reducción
del ser humano a objeto de una tecnología científica.”
“Por
lo que concierne al sector escolar,
es propio de la naturaleza de la educación la capacidad de construir las bases para un diálogo pacífico
y permitir un encuentro fructífero entre las personas y las ideas.
Además, la perspectiva de una extensión de la razón a la dimensión
transcendente parece no secundaria. El diálogo entre fe y razón “si no quiere
reducirse a un estéril ejercicio
intelectual, debe partir de la actual situación concreta del hombre y
desarrollar sobre ella una reflexión que recoja su verdad ontológico-metafísica”. En esta
situación se coloca la misión evangelizadora de la Iglesia sobre el hombre y la
mujer.”
La
descripción y la crítica de la ideología de género me parece certera y
demoledora. Se trata, ni más ni menos, que de una
ideología totalitaria contraria a la fe y a la razón.
Ahora bien, ¿me pueden ustedes decir cómo
se establece un diálogo pacífico y un encuentro fructífero con una ideología
totalitaria y anticristiana? ¿Con una ideología materialista y atea se puede
hablar de la verdad ontológica y metafísica del ser humano? ¡Pero si son ateos y niegan cualquier metafísica! ¿No
será este intento de diálogo y encuentro, en consecuencia, un estéril ejercicio
intelectual?
Ya en la introducción, el
documento señalaba que hay una
ideología de género que pretende imponerse como un pensamiento único, que
excluye el encuentro. Pero dice
a continuación que “no faltan las investigaciones sobre el gender que buscan profundizar
adecuadamente el modo en el cual se vive en diferentes culturas la diferencia
sexual entre hombre y mujer. Es en relación con estas investigaciones que es
posible abrirse a escuchar, razonar y proponer.”
PREGUNTAS:
¿Qué
investigaciones sobre el gender profundizan adecuadamente el modo en el
cual se vive en diferentes culturas la diferenciación sexual entre hombre y
mujer? Dennos
bibliografía, por favor. ¿Hay una ideología de
género “mala” y otra teoría de género “buena” con la que se puede dialogar? ¿Cuál?
Disculpen mi ignorancia, pero yo no sé a qué se refieren ni conozco esos
estudios de género tan maravillosamente dialogantes.
¿Tendrá que ver
esa teoría de género, que profundiza adecuadamente en el tema y con quien se
puede dialogar, con las propuestas del jesuita James Martin y de los obispos que lo respaldan (el cardenal Blase
Cupich, Monseñor Jon Stowe, el arzobispo John Wester, el arzobispo emérito
Joseph Fiorenza, el obispo Patrick Dunn y otros)? ¿Se trata de “tender puentes”
entre la comunidad LGTBI y la Iglesia? ¿Se refiere a la teoría de género del
cardenal Schönborn, a quien, por
lo visto y leído, le gusta bendecir a parejas homosexuales? ¿Es la misma teoría
de género del P. Ángel,
presidente de Mensajeros de la Paz, que afirma que si bendice animales, cómo no
va a bendecir parejas homosexuales? ¿Son las teorías de género del cardenal arzobispo de Newark, Joseph W.
Tobin, que celebra misas con gays, lesbianas, bisexuales y transexuales?
Ante todo este desbarajuste, el Cardenal Napier,
arzobispo de Durban (Sudáfrica), le preguntaba a James Martin SJ que de dónde
saca el término «católicos LGTB». Y
continuaba el cardenal Napier: “¿Por qué definir
a la gente por su inclinación o preferencia o práctica sexual? ¿Especialmente
cuando va en contra de la Naturaleza, la Ley, la Tradición y la Enseñanza de la
Iglesia?”
Sin embargo, el Documento sobre la cuestión de género
de la Congregación Vaticana propone puntos
de encuentro para crecer en la mutua comprensión: en primer lugar, los
proyectos educativos tienen la necesidad, compartida y apreciable, de luchar contra cualquier expresión de injusta
discriminación. Jesús proclamó igual dignidad entre el hombre y la
mujer. Nadie, debido a sus condiciones
personales (discapacidad, origen, religión, tendencias afectivas, etc.) puede
convertirse en objeto de acoso, violencia, insultos y discriminación injusta.
Se trata de una educación a la
ciudadanía activa y responsable, en la que todas las expresiones legítimas de
la persona se acogen con respeto.
¿Algún católico
sensato va a estar a favor de la discriminación, del acoso, de la violencia, de
los insultos o de la discriminación injusta de nadie?
El segundo punto de encuentro
consiste en el crecimiento de la
comprensión antropológica de los valores de la feminidad que se han
destacado en la reflexión del gender. La sociedad está en deuda con las mujeres.
En definitiva, vuelvo a preguntar:
¿toda “tendencia afectiva” es legítima y
respetable, la sociedad está en deuda con el feminismo y la educación para la
ciudadanía es más que necesaria en los proyectos educativos católicos? ¿Lo he
entendido bien? Seguramente no.
La familia, por su parte, es
una realidad antropológica que precede al mismo orden sociopolítico del Estado.
Y el Documento afirma claramente que la institución
familiar está seriamente amenazada:
“La transformación
de las relaciones interpersonales y sociales «ha ondeado con frecuencia la
“bandera de la libertad”, pero en realidad ha traído devastación espiritual y
material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables. Es cada vez más evidente que la decadencia de
la cultura del matrimonio está asociada a un aumento de pobreza y a una serie
de numerosos otros problemas sociales que azotan de forma desproporcionada a
las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos quienes sufren más
en esta crisis ».
La decadencia de la cultura
del matrimonio está asociada al aumento de la pobreza. Otra afirmación
destacable. Cualquier marxista la suscribiría sin pestañear. O sea que ¿la plaga de divorcios está asociada a la pobreza? ¿En
serio?
El documento propone - como no
podía ser de otra manera - la antropología cristiana, basada en el Génesis: “hombre y mujer los creó”. Esta aclaración antropológica
consiste en reconocer que “también el hombre posee una naturaleza que él
debe respetar y que no puede manipular a su antojo”. “Es necesario
reiterar la raíz metafísica de la diferencia sexual”. Muy bien.
El problema es que los
redactores del Documento se han parado antes de tiempo en la lectura del
Génesis. Porque poco después de la creación de Adán y Eva, viene la cuestión
del pecado original: Y dijo la serpiente a la mujer: “No, no moriréis;
es que sabe Dios que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis
como Dios, conocedores del bien y del mal.”
Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno al gusto y hermoso a la vista
y deseable para alcanzar por él la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio de él también a su marido, que también
con ella comió.
Génesis 3, 4-6
“Seréis como
Dios, conocedores del bien y del mal”. Y la mujer vio que el árbol era bueno y
gustoso y tomó de su fruto y comió. Aquí
está el origen de todos los males: el
pecado.
¿Saben cuántas veces aparece la palabra “pecado” en este Documento? Ninguna. Ni una sola vez se
menciona el pecado.
El Prefecto de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Robert Sarah,
afirmaba hace poco que la ideología de género es “demoniaca”
y un “impulso mortal” que ataca a las
familias. El Prefecto aseguró que “no es una
guerra ideológica. Se trata en realidad de defendernos a nosotros mismos, a
nuestros hijos y a las generaciones futuras ante una ideología demoniaca (la ideología de género) que dice que los
niños no necesitan madres y padres. Ella niega la naturaleza humana y quiere
extirpar a Dios de generaciones enteras”.
Efectivamente, la ideología de
género es una ideología demoníaca que niega la naturaleza humana y quiere
extirpar a Dios de la faz de la tierra. Ya sé que esto no es muy dialogante. Pero
es la verdad. “La ideología de género es un rechazo luciferino al hecho de recibir de
Dios una naturaleza sexuada”. No lo digo yo: lo dice el propio Cardenal Sarah en una reciente entrevista.
La ideología de género es la
expresión más consumada del “non serviam” de
Lucifer. Es la criatura que se rebela contra el Creador; una criatura que
pretende re-crearse a sí mismo según su propia voluntad. “Seremos como Dios”. “Yo decidiré lo que está bien y lo
que está mal”. “Yo me autodetermino de Dios, me autoposeo y decido lo que soy y
lo que quiero ser según lo que yo sienta y lo que yo desee.” La causa
segunda pretende ser causa primera y última. Y para eso tiene que matar a Dios.
Por eso la Iglesia es su mayor enemigo: porque la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y a
Cristo hay que matarlo como sea. Por lo tanto hay que acabar con la
Iglesia Católica.
En su conclusión, el Documento
“Varón y mujer los creó” afirma que “el camino del diálogo – que escucha, razona y
propone– parece ser el camino más efectivo para una transformación positiva de
las inquietudes e incomprensiones en un recurso para el desarrollo de un
entorno relacional más abierto y humano.”
¿Transformación
positiva de las inquietudes e incomprensiones para un desarrollo relacional más
abierto y humano? ¿Diálogo? ¿Con el Demonio? Con el Demonio no se habla. El Santo Padre advirtió de que con el diablo no se habla, nunca, porque es “mentiroso” y “estafador”, “busca nuestra ruina” y “por
esto será arrojado al abismo”. “Alejarse del Señor es la condena eterna”, afirma
el Papa Francisco.
La recientemente publicada Declaración de las verdades relacionadas con algunos
de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo
(firmada por el Cardenal Burke, el Cardinal Janis Pujats; Tomash Peta,
Arzobispo de la arquidiócesis de María Santísima en Astana; Jan Pawel Lenga,
Arzobispo-Obispo emérito de Karaganda; y Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar
de la arquidiócesis de María Santísima en Astana) dedica los puntos 23 a 27 a
la ideología de género. Dice así:
23.- Dos personas del mismo sexo
pecan gravemente cuando se procuran placer venéreo mutuo (cf. Lev 18,22; 20,13;
Rm 1,24-28; 1Cor 6,9-10; 1Tim 1,10; Jds 7). Los actos homosexuales “no pueden recibir aprobación en ningún caso” (Catecismo
de la Iglesia Católica, 2357). Así pues, es contraria a la ley
natural y a la Divina Revelación la opinión que sostiene que del mismo modo que
Dios el Creador ha dado a algunos seres humanos la inclinación natural a sentir
deseo sexual hacia las personas del otro sexo, así también el Creador ha dado a
otros la inclinación a desear sexualmente a personas del mismo sexo, y que es
la voluntad del Criador que en determinadas circunstancias esa tendencia se
lleve a efecto.
24.- Ni las leyes de los hombres ni
ninguna autoridad humana pueden otorgar a dos personas del mismo sexo el
derecho a casarse, ni declararlas casadas, ya que ello es contrario al derecho
natural y a la ley de Dios. “En el designio del
Creador complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo tanto, a
la naturaleza misma de la institución del matrimonio” (Congregación para
la doctrina de la fe, Consideraciones acerca de
los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales,
3 de junio de 2003, 3).
25.- Aquellas uniones que reciben
el nombre de matrimonio sin corresponder a la realidad del mismo, no
pueden obtener la bendición de la Iglesia, por ser contrarias al derecho
natural y divino.
26.- Las autoridades civiles no
pueden reconocer uniones civiles o legales entre dos personas del mismo sexo
que claramente imitan la unión matrimonial, aunque dichas uniones no reciban el
nombre de matrimonio, porque fomentarían pecados graves entre sus integrantes y
serían motivo de grave escándalo (cf. Congregación para la Doctrina de la
Fe, Consideraciones acerca de los proyectos
de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 3
de junio de 2003).
27.- Los sexos masculino y
femenino, hombre y mujer, son realidades biológicas, creadas por la sabia
voluntad de Dios (cf. Gn 1, 27; Catecismo de la Iglesia Católica, 369). Es, por
tanto, una rebelión contra la ley natural y Divina y un pecado grave que un
hombre intente convertirse en mujer mutilándose, o que simplemente se declare
mujer, o que del mismo modo una mujer trate de convertirse en hombre, o bien
afirmar que las autoridades civiles tengan el deber o el derecho de proceder
como si tales cosas fuesen o pudieran ser posibles y legítimas (cf. Catecismo
de la Iglesia Católica, 2297).
¿Creen ustedes
que la doctrina de la Iglesia queda suficientemente clara? La ideología de género propone
el pecado como virtud y la virtud como delito. Lo único que podemos hacer es
resistir y llamar a la conversión. Por caridad, tenemos el deber de combatir el
mal. Debemos luchar contra el pecado y tratar de salvar al pecador.
Podemos ser santos por la
gracia de Dios. Todos estamos llamados a la santidad. Nosotros estamos y
estaremos siempre con la Purísima Virgen María luchando contra los orcos. Ella
pisará la cabeza de la serpiente y su Corazón Inmaculado triunfará.
Sagrado Corazón de
Jesús, en Vos confío.
Pedro L. Llera
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