viernes, 1 de agosto de 2014

ARREPENTIMIENTO Y MISERICORDIA


Hay muchos que tienen una idea equivocada…, acerca de lo que es la Misericordia de Dios. Y están contribuyendo a esta equivocación todo aquel que habla en términos generales de misericordia y se calla, que esta no es un derecho que tenemos de podérsela exigir a Dios y Él no está obligado a concedérnosla, porque nos lo merecemos. La misericordia es un don divino cono todo lo que de Dios recibimos, pero también es un fruto de Él su divina justicia y esté es un bien que Dios nunca lo va a pisotear en función de la misericordia.

Nos dice San Agustín: “Nadie se lisonjee de impunidad fundado en la misericordia de Dios, porque habrá juicio: así como nadie después de convertido debe temer el juicio de Dios, pues este viene precedido de la misericordia”. Y también en otro escrito nos dice San Agustín: “Aunque debes confiar mucho en la misericordia de Dios, debes también tener presente a toda hora su justicia. (…). Teme pues a su justicia si deseas alcanzar su misericordia”. La misericordia es una actitud divina hacia quien le ha ofendo, fruto de su inmenso amor que no tiene a los hombres, porque veamos: ¿Acaso Dios fue misericordioso con los ángeles caídos? Meditemos porque Dios no es siempre misericordioso, e inmediatamente comprenderemos, que para que se genere la misericordia divina, es necesaria la previa existencia de un arrepentimiento.

La misericordia de Dios no se genera jamás, si no existe un previo arrepentimiento, y si existe, después vendrá el perdón. La misericordia es la actitud amorosa del Señor en virtud de la cual se nos perdona nuestras culpas. No es conveniente estar hablando siempre de la misericordia de Dios, dando la idea de que , hagamos lo que hagamos Él borra toda ofensa sin más, sin mencionar para nada la previa necesidad de la existencia un arrepentimiento.

Nosotros por amor a Dios si estamos obligados a perdonar a nuestros deudores, tal como lo expresamos en el rezo del Padre nuestro por la sencilla razón de que nadie es, ni puede ser juez de los demás, pero Dios si puede y nosotros no somos Dios. En este sentido San Lucas recoge estas palabras del Señor: "36 Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. 37 No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; absolved y seréis absueltos”. (Lc 6, 36). En este mismo sentido se expresa Santiago en su epístola, diciéndonos: “Un juicio sin misericordia le espera al que no usó de misericordia”. (Sant 2,13).

            La Virgen María, nuestra Madre y Señora, en el canto del Magnificat, alució a la misericordia divina y exclamó: "50 Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen”. (Lc 1, 50). No derrama su misericordia sobre todos sino sobre los que le temen, es decir de los que se arrepienten y le aman. También en la Salmodia podemos encontrar varios versículos referentes a la divina misericordia, que debe de ser precedida de una arrepentimiento: "8 Clemente y compasivo es Yahvé, tardo a la cólera y lleno de amor; 9 no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor; 10 no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. 11 Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen; 12 tan lejos como está el oriente del ocaso aleja él de nosotros nuestras rebeldías.”. (Sal 103, 8-12). Tanto en este versículo de la Salmodia, como en el canto de la Virgen se hace referencia al temor de Dios., lo cual es equivalente al arrepentimiento, porque quién teme a Dios se arrepiente de haberle ofendido.

Estamos viviendo en un mundo ensoberbecido, que por sus pretendidos avances tecnológicos, y por su economía más desarrollada, lo está y hace alarde de esto, que pomposamente en países ricos, se llama el estrado de bienestar la obsesión que tiene, consiste en crear y aumentar este llamado estado de bienestar, dándoles la espalda la inmensa mayoría de hermanos suyos, también, hijos queridos de Dios, que viven en países pobre, en un estado de malestar

¿Acaso alguno es tan incrédulo o inconsciente, que se cree que no va a ser juzgado por su parte de responsabilidad en esto? ¿Tan seguro se encuentra de la misericordia de Dios, que si ni siquiera se ha propuesto pensar en un arrepentimiento de sus ofensas a Él? Este mundo en que vivimos les hace creer a muchos que no hay porque preocuparse porque al final todo el mundo se salva, ya que la misericordia de Dios es infinita. Si desde luego que lo es pero… siempre que medie un previo arrepentimiento y tras él Dios perdona porque su misericordia es infinita con el arrepentido, como es infinito todo en Él.

Pero el arrepentimiento, en sí, es un acto de amor, y para ejercitar un acto de amor, es necesario tener la capacidad de amar y si bien esta, ahora la tenemos, pero ella, no será eterna, para el que no se arrepienta a tiempo. Dios es amor y solo amor y precisamente Él, es la única fuente de amor que existe. Nosotros siempre que amamos, se a Dios o sea a los demás, estamos empleando un reflejo del amor de Dios que Él nos dona En otras palabras, nosotros en este mundo vivimos dentro del ámbito del amor de Dios, y Él nos dona la capacidad que tenemos de amar, incluso por razón del libre albedríos que también nos ha donado, podemos llegar hasta amar al demonio.

Pero si morimos en gracia y amistad de Dios, siendo templos vivos de Él, nunca saldremos de su ámbito de amor y en nuestra eternidad podremos seguir amando. Pero si no es así, al fenecer saldremos del ámbito de amor del Señor y perderemos la capacidad de amar y ser amados, que ahora tenemos y el vacío que se nos producirá por la pérdida de la capacidad de amar, lo ocupara de inmediato la antítesis del amor , que es el odio, lo cual junto con las tinieblas, que se producen al desaparecer la luz divina, es la esencia del reino del demonio, el infierno..

Escribe Jean Lafrance diciendo que: “Dios no es una especie de abuelo indulgente y bonachón que pasa la esponja sobre nuestras majaderías. Tiene demasiado respeto por nuestra voluntad para obrar así. No se puede hablar de la misericordia si no se cree en su justicia y en su santidad”. Y San Alfonso María Ligorio nos dice: “La misericordia de Dios es infinita; pero los actos de ella, o sea los de conmiseración, son finitos. Dios clemente pero también justo”. Para alcanzar la misericordia de Dios sobre nuestras faltas y ofensas, es necesario que reconozcamos nuestra debilidad, porque solo recociéndose uno su debilidad, puedes implorar a Dios su misericordia. Porque la gracia actúa en el interior de la debilidad del hombre, solo el corazón herido por la debilidad puede abrirse a la verdad de la amorosa presencia divina”.

Por favor seamos conscientes, no juguemos con fuego eterno, porque la misericordia divina, no es una patente de corso, para hacer lo que nos apetece y mucho menos, para comulgar no estando ni viviendo en gracia de Dios, por que como nos dice San Pablo: 26 Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.27 Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.28 Que cada uno se examine a sí mismo antes de su propia condenación”. (1Cor 11,26-29).

No perdamos nunca nuestro contacto con Dios pues ello será siempre señal inequívoca de que nos arrepentiremos con facilidad y la misericordia divina nos perdonará. Pero si perdemos el contacto con Dios y no oramos San Agustín nos dice: “Y mientras veas que Dios no te ha quitado la gracia de la oración, ten también por cierto que no se ha apartado de ti la misericordia divina”.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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