lunes, 2 de junio de 2014

SATANÁS NO ES ATEO


Se confunde más veces de lo deseable el ser testigo con el dar testimonio.

El hecho de creer que Dios existe no hace que seamos mejores personas que aquellos que no creen en su existencia. Ni tan siquiera el tener la certeza de su omnipresencia; no ya el creer, sino el saber que Él es, ha sido y será, nos hace dignos de su amor y merecedores de su ayuda... de su fuerza frente a la adversidad.

De hecho, el tener el conocimiento de su existencia, a través de la observación y el reconocimiento de su intervención puntual, en acontecimientos de nuestra propia vida, no nos hace mejores que aquellos que niegan su existencia. De hecho, nos puede llegar a hacer peores.

El creer que algo o alguien existe, es un subjetivismo objetivamente neutro. Yo puedo saber que hay hambre en el Mundo y sin embargo no hacer nada por remediarlo, o – peor aún – alegrarme y darme un festín para celebrarlo.

Se confunde más veces de lo deseable el "ser testigo" con el "dar testimonio". El "ser testigo" es algo pasivo e inocuo, mientras que el "dar testimonio" implica acción y – muchas veces - riesgo.

Puedo haber sido testigo - en primera persona - de la intervención divina en mi vida, o en la de un semejante, y sin embargo enmudecer por aquello del que dirán, o por temor o vergüenza a ser señalado con el dedo como si fuera un chiflado. Pero también puedo, y de hecho lo hago a diario, pasarme por el forro "el qué dirán", "los dimes y los diretes", y dar testimonio ante los hombres de mi experiencia con Dios, por Dios, de Dios, y gracias a Dios.

Por otro lado, y volviendo al principio de estas líneas, el creer en la existencia de Dios, no nos reporta valor añadido, pero sí que nos puede hacer más culpables cuando nuestros actos son contrarios a sus mandatos: no matarás, no robarás, no mentirás, etc..., al no poder alegar desconocimiento o ignorancia.

Para concluir, y como intuyo que en estos momentos, algún fariseo de nueva generación se puede estar rasgando las vestiduras por haberme atrevido a decir que el creyente, por el simple hecho de serlo, no es mejor persona que aquel que no cree, pondré un ejemplo:

Satanás no solo cree, sino que sabe que Dios existe. ¿Es menos malo por ello o - por el contrario - es peor?

Autor: Antonio Gil-Terrón Puchades

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