viernes, 27 de junio de 2014

EL SANTO PADRE AFIRMA QUE LA PAZ PUEDE RENACER A PESAR DE LAS HERIDAS


Grande fue el consuelo y grande es el aliento y la responsabilidad que derivan de la peregrinación del viaje a Tierra Santa del papa Francisco, para seguir en el camino hacia la plena unidad de todos los cristianos y también del diálogo interreligioso. Lo ha afirmado él mismo durante su encuentro con los participantes de la 87ª Asamblea plenaria de la ROACO, la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales, que ha concluido hoy.

Asimismo, el Santo Padre ha indicado que el olivo que plantó en los Jardines Vaticanos junto con el patriarca de Constantinopla y los presidentes israelí y palestino, "recuerda esa paz que es segura solo si es cultivada con más manos". De este modo, Francisco ha señalado que quien trabaja cultivando no debe olvidar que "el crecimiento depende del verdadero Agricultor que es Dios" y que "la verdadera paz, la que el mundo no puede dar, nos la da Jesucristo".

Por eso, Francisco ha indicado que a pesar de las graves heridas que sufre todavía hoy, la paz puede renacer siempre. Y así, el Pontífice ha querido dar las gracias a los presentes porque colaboran con este "jardín" con la caridad, que "constituye la finalidad más auténtica de vuestras organizaciones". Con la unidad y la caridad -ha proseguido- los discípulos de Cristo cultivan la paz para cada pueblo y comunidad venciendo las persistentes discriminaciones, comenzando por las de causas religiosas.

A continuación, el Santo Padre ha observado que los primeros llamados a cultivar la paz son precisamente los hermanos y las hermanas de Oriente, con sus Pastores. "Esperando a veces contra toda esperanza, permaneciendo allí donde han nacido y donde desde los inicios ha resonado el Evangelio del Hijo de Dios hecho hombre, puedan experimentar que son 'beatos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios'", ha deseado el Pontífice. Así como ha manifestado el deseo de que tengan siempre el apoyo de la Iglesia universal, "para conservar la certeza que el fuego de Pentecostés, el poder del Amor, puede detener el fuego de las armas, el odio y la venganza". Y ha exclamado: "¡sus lágrimas y sus miedos son los nuestros, como el resto de su esperanza!"

Francisco ha querido dedicar unas palabras en particular "a los hermanos y hermanas de Siria e Irak, a sus obispos y sacerdotes" para expresarles la cercanía de la Iglesia católica. Una cercanía que ha extendido a Tierra Santa y Oriente Próximo así como a Ucrania y Rumanía.

El Papa ha exhortado a los presentes a continuar en los esfuerzos realizados a su favor. "Vuestro socorro en las naciones más golpeadas puede responder a necesidades primarias, especialmente de los pequeños y débiles, como de los muchos jóvenes tentados a abandonar la patria de origen", ha recordado el Santo Padre.

Ya que las comunidades orientales están presentes en todo el mundo -ha proseguido-, "vosotros intentáis llevar alivio y apoyo en todas partes a los numerosos desplazados y refugiados, restituyendo dignidad y seguridad, con el debido respeto por su identidad y libertad religiosa".

Al concluir su discurso, el Pontífice ha animado a los presentes a llevar adelante las prioridades establecidas durante la Sesión Plenaria, "en particular la formación de las nuevas generaciones y de los educadores".

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