La fiesta del Corpus, ahora llamada más exactamente "del Cuerpo y la Sangre de Cristo", ha arraigado hondamente en el pueblo cristiano, desde que se introdujo en el siglo XIII. La Eucaristía tiene dos dimensiones: su celebración (la misa) y su prolongación, con la reserva del Pan eucarístico en el sagrario y la consiguiente veneración que le dedica la comunidad cristiana. La finalidad principal de la Eucaristía es su celebración y la comunión con el Cuerpo y Sangre de Cristo, que ha querido ser nuestro alimento para el camino de la vida. Pero desde que la comunidad cristiana empezó a guardar el Pan eucarístico, sobre todo para los enfermos y para el caso del viático -cosa que data ya desde los primeros siglos-, fue haciéndose cada vez más coherente y connatural que se rodeara el lugar de la reserva (ahora, el sagrario) de signos de fe y adoración. Es lo que subraya la fiesta de hoy, con un cierto paralelismo con la noche del Jueves Santo, en aquellas horas entrañables entre la misa vespertina y el comienzo del Viernes.
SUGERENCIAS PASTORALES PARA LA
CELEBRACIÓN DE TODA LA JORNADA
a) Ante
todo, debemos cuidar hoy con esmero la celebración misma de la Eucaristía: sus
textos nos centran muy bien en el misterio que recordamos. Los cantos deben ir
en la misma dirección. La procesión de las ofrendas, con el pan y el vino bien
visibles y abundantes, y luego la comunión, a ser posible bajo las dos
especies, nos ayudarán a entender y agradecer a Cristo Jesús el gran don de la
Eucaristía.
b) Sería
bueno realizar de alguna forma la procesión con el Santísimo, siguiendo las
normas del lugar, recuperando la costumbre si se hubiera perdido. Si no se hace
por las calles, se podría organizar una breve procesión por el jardín, el patio
o la plaza, prolongando la celebración de la misa con cantos y oraciones de
alabanza a Cristo Eucarístico.
c) Al
menos habría que prolongar más la "poscomunión" de la misa; con una
breve monición y unos cantos u oraciones que expresen nuestro agradecimiento a
Cristo por el don de su Eucaristía.
d) Hoy es
un día muy apto para enviar la comunión a los enfermos que lo pidan, como
participación en la Eucaristía comunitaria principal.
e) En
torno a esta fiesta -en la víspera o el mismo día- sería bueno organizar una
adoración comunitaria del Santísimo. Se puede hacer con una
"exposición" más o menos prolongada en que la comunidad, por grupos o
colectivamente, hace oración ante el Señor, con las orientaciones y los textos
que ofrece el Ritual del Culto eucarístico (recogidos y ampliados en el Dossier
71 del CPL, preparado por J.M. Canals).
LAS LECTURAS DE HOY
Las
lecturas del ciclo C nos presentan a Melquisedec, el misterioso sacerdote de
Salem (Jerusalén), que ofrece pan y vino a Abrahán, que vuelve de una batalla.
El NT ve en Melquisedec una figura profética de Cristo Jesús, del que en el
evangelio leemos que ofrece alimento a la multitud, cansada y hambrienta,
multiplicando los panes y los peces. Este hecho Lucas lo cuenta con
terminología "eucarística", aunque evidentemente todavía no se tratara
del sacramento cristiano: lo hace para que sus lectores sepan reconocer el
alimento -"la fracción del pan"- que Jesús, ahora Resucitado, ofrece
a su comunidad. Pablo nos cuenta cómo en la última Cena Cristo dejó como
herencia este entrañable sacramento, memorial y participación de su muerte
pascual, signo eficaz de su propia donación como alimento.
Estas
lecturas nos hacen entender lo que significa la Eucaristía. En ella, Jesús, el
Señor, presente continuamente a su comunidad, nos ofrece su propio Cuerpo y
Sangre como alimento. Esto, en la celebración, nos lleva a comulgar con él. Y
en el sacramento permanente del sagrario, en el que él prolonga su oferta, nos
invita a continuar también nosotros la oración, la alabanza y la atención
gozosa a esta presencia.
Cristo, nuestro
alimento. Como Abrahán vendría cansado de su expedición; como la multitud, al
caer de la tarde, estaría cansada y hambrienta; así nosotros, en nuestra vida,
necesitamos alimento. Cristo mismo ha querido ser nuestro "viático",
nuestro "alimento para el camino".
LA FIESTA DE HOY NOS DEBE LLEVAR
a) a
cuidar más la celebración de la Eucaristía,
b) y
también a no descuidar algunos de los signos, clásicos o más actuales, de
adoración al Santísimo, personal y colectiva, que nos pueden ayudar
- a
prolongar el clima de la celebración pasada,
- a
preparar la próxima con una actitud más consciente, y a dar a nuestra jornada o
a nuestra semana el tono de comunión de vida con Cristo Jesús, que es la
finalidad tanto de la celebración como del culto fuera de la celebración.
J.
ALDAZÁBAL
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