jueves, 27 de septiembre de 2012

PARA PENSAR


Examina tu modo de obrar y no imites a los malos cristianos. No digas: «Haré esto, porque son muchos los fieles que lo hacen». Esto no es preparar las defensas del alma, sino más bien buscar compañeros para el infierno. Procura crecer en el campo del Señor, donde encontrarás buenos cristianos que te llenarán de gozo si es que tú eres bueno también.

Ataca desde fuera la ciudad amurallada, pero no puede rendirla. El tentador no cesa de llamar una y otra vez para entrar; pero si una y otra vez la encuentra cerrada, sigue su camino. Supongamos que el fuego de la tentación arde dentro de tu alma: si en ella encuentra oro y no paja, te purificará en vez de reducirte a cenizas.

Aunque te parezca que la fortuna te sonríe, no presumas de tus fuerzas ni entres en diálogo con tus pasiones. Funda sobre Cristo tu edificio, a fin de que no seas arrastrado por las aguas, el viento o las lluvias. Pasará el cautiverio, llegará la felicidad, será confundido tu enemigo y habrás triunfado para siempre con Dios.

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