lunes, 17 de septiembre de 2012

IMPONER LA VERDAD


El hombre, a lo largo de la historia, ha buscado la Verdad. Esto es bueno. Lo malo empieza cuando cree haber encontrado esa verdad y decide, no compartirla con los demás, sino imponerla. Ese ha sido, y es, el gran problema de la Iglesia y posiblemente de todas las religiones. Ahí nació la Inquisición y la evangelización de América, imponiendo "la Verdad" con la ayuda de la espada. De ahí surge el fundamentalismo islámico y todos los fundamentalismos religiosos o políticos. Esa ha sido la fuente de las guerras de religión.

Nuestra Verdad, la de los cristianos, es que Dios se ha revelado a los hombres en Cristo. Y se ha revelado ante todo como Amor. Nosotros hemos convertido ese conocimiento en ciencia, en teología, en dogmática. Pero "scientia inflat" (el conocimiento hincha). Nos hemos hinchado como un sapo y nos hemos creído con la obligación de castigar a los que no comparten "nuestra Verdad". Hemos sucumbido a la tentación de creer, que la forma de amar a los demás era mediante la imposición de esa Verdad, que eso era procurarles el bien.

La realidad es que la Verdad es demasiado grande para ser captada con la mente. Sólo mediante el amor podemos estar seguros de que nos acercamos algo a la Verdad. Sólo mediante el amor, no la imposición, podemos compartir esa parte de Verdad que hemos intuido. Sólo amando podemos acercar a los hombres a la Verdad.

La violencia y la imposición no acercan, sino que alejan de la Verdad. San Juan Crisóstomo ya lo escribió hace muchos siglos:

"Mientras sigamos siendo ovejas, venceremos. Aunque estemos rodeados de mil lobos, vencemos y somos victoriosos. Pero en cuanto somos lobos, nos derrotan, pues entonces perdemos el apoyo del Pastor, que no alimenta a los lobos, sino sólo a las ovejas."
Joan Josep Tamburini

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