«VI A LA VIRGEN VIVA, ME SONRIÓ, METIÓ LA MANO EN MI CORAZÓN Y ME SANÓ»: UN JOVEN ALEJADO DE DIOS
OLIVER VÁZQUEZ RUBÍ ES HOY PERIODISTA Y
EVANGELIZADOR
Locutor, periodista, y formador en comunicación, el mexicano
Oliver Vázquez Rubí ha explicado su experiencia de fe y cercanía a la Virgen en una entrevista con Matilde Latorre para Mater Mundi TV.
La historia de Oliver Vázquez es peculiar: dejó
de ir a misa, no quería saber nada de la Iglesia ni Dios, pero a veces entraba
en los templos para saludar a la Virgen y hablarle a ella. Y así, un encuentro especial
con la Virgen cambió de golpe su corazón, le sanó por dentro y le devolvió a la
fe. Hoy busca evangelizar desde el proyecto Misión Guadalupana Vida y Paz, y
Misión Guadalupana en MariaVisión. También promociona su programa Cristo en línea en
Facebook.
"He tenido experiencias con nuestra Madre del
Cielo, inusitadas, para hacer cien programas", explica Oliver sonriendo.
INFANCIA LLENA DE FE, PERO SE ALEJÓ A LOS 17 AÑOS
Su abuela se llamaba Guadalupe y los 12 de diciembre, fiesta de esta
advocación, había celebración y romería en su familia, con misa, parientes y
música. "Mis abuelos nos nutrieron en ese amor
auténtico, no sólo tradición, a la Virgen de Guadalupe". Como monaguillo disfrutaba en la misa, con los
misioneros combonianos, y con un gran cuadro de la Guadalupana a la que
saludaba.
Su crisis de fe empezó a los 17 años cuando
llegó a la universidad, a partir del "antitestimonio" de otras
estudiantes, que eran católicas y hablaban mucho del Papa Juan
Pablo II pero pasaban todo el tiempo chismorreando, criticando, "lo que se dice en México viboreando".
"Fíjate qué tontería, que por ese mal testimonio, dije:
'ya no voy a la Iglesia'.
Cuando lo que debe importar es seguir el testimonio de Cristo. Me alejé [de la
Iglesia] y empecé a tener novias, a derrochar energías, y durante cuatro años dejé
de ir a misa. Pero, atención, cada domingo iba al templo, me
inclinaba y le decía a Dios: 'no me quedo a misa, pero vengo a ver a tu madre'.
Y ante el cuadro de la Virgen, rezaba un misterio del Santo Rosario".
La universidad era de una congregación religiosa, de pago, pero muchos
profesores no cumplían con sus deberes: no daban clases y luego exigían mucho a
los alumnos. Oliver se enfadaba y se enfrentaba a ellos, de forma
cada vez más agria y dura.
Un día un amigo le dijo: "Vi que te
peleaste con esto y aquello... mira, te
quiero llevar a ver a la Virgen Reina de la Paz". "Ya conozco
a la Virgen, ahora no es momento", le respondía él. Pero su amigo le insistió durante 3 largos meses. "Mira, la tengo en mi corazón pero no la quiero ir a ver", le
reconoció Oliver.
Pero debido a su insistencia, al final el joven Oliver accedió y acudió con su amigo a la capilla del seminario de una congregación que se
estaba poniendo en marcha entonces.
Allí había reclinatorio, velas y una imagen de la Virgen.
"Entra, te está esperando la Virgen", le insistió el amigo. Dentro,
Oliver experimentó el acontecimiento que cambió su vida para siempre.
"Vi a la Virgen
viva, me sonrió"
Oliver lo explica con emoción. "Entro,
me arrodillo ante el sagrario... y a la Virgen yo la vi viva. Me sonrió. Metió la
mano en mi corazón. Era como una bola negra, como de chapapote, se
la llevó y me sonrió. Y en ese momento sentí una liberación y una paz... y verla sonreír, ver cómo se llevaba
eso de mi corazón y me dejaba limpio. Comencé a llorar y a llorar. Me transportó
a la sanación plena".
Parte de esa sanación era entender que se había alejado de Dios
absurdamente, por el mal testimonio de otros. Al salir de allí, se fue a confesar, volvió a ir a misa, se informó sobre Medjugorje y se
volvió un evangelizador laico.
LA VIRGEN, COMO EL BUEN PASTOR, CONOCE A CADA UNO
Oliver compara a la Virgen con el Buen Pastor que conoce a cada una de
sus ovejas. "También ella nos mira y sabe quiénes
somos cada uno de nosotros. Nos mira con sus ojitos dulces y sus manitas
de madre".
Anima a evangelizar dando el propio testimonio con serenidad y "no enojarnos con los que están a la
defensiva". Otra situación se da cuando los enemigos de la fe
buscan una confrontación. Entonces, dice, como hizo Jesús, hay que poder
responder pidiendo razones: "Si yo no hago
mal, ¿por qué me agredes?" Pero él nunca deja de dar una medalla de la Virgen
Milagrosa o una estampa de la Virgen de Guadalupe. "Algunos no me la aceptan, pero
con buen trato, cambian sus modos", afirma.
En estos tiempos, de "oscuridad,
tribulación y apostasía", anima a orar como San Juan Diego a la Virgen
de Guadalupe y rezarle diciendo: "Tú
eres madre de los que te aman, y también de los que no te aman, ven
en nuestro auxilio".
Ella, recuerda, es una madre que está con
nosotros, que intercede por nosotros a diario y sólo quiere que le digamos: "Ayúdame,
mamá".
(Publicado originariamente en el portal de
noticias marianas CariFilii.es en febrero de 2022, a partir de la entrevista en
MaterMundi TV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario