CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA FAMILIA: LOS HERMANOS. 18 DE FEBRERO DE 2015
Por: Papa
Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
En nuestro camino de catequesis sobre la familia,
después de haber considerado el papel de la madre, del padre, de los hijos, hoy
es el turno de los hermanos. “Hermano”, “hermana” son
palabras que el cristianismo ama mucho. Y gracias a la experiencia familiar,
son palabras que todas las culturas y todas las épocas comprenden.
El vínculo fraterno ocupa un lugar especial en
la historia del pueblo de Dios, que recibe su revelación en lo vivo de la
experiencia humana. El salmista canta la belleza del vínculo fraterno, y dice
así: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos
vivan unidos! (Sal 132,1). Y esto es verdad, la hermandad es
bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana del
ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola para
que vaya más allá de los vínculos de parentela y pueda superar todo muro de
ajenidad.
Sabemos que cuando la relación fraterna se
arruina, cuando se arruina esta relación entre hermanos, abre el camino a
experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio. El relato bíblico de
Caín y Abel constituye el ejemplo de este resultado negativo. Después del
asesinato de Abel, Dios pregunta a Caín: “¿Dónde
está tu hermano Abel?” (Gen 4,9 a). Es una pregunta que el Señor
continúa repitiendo a cada generación. Y lamentablemente, en cada generación,
no cesa de repetirse también la dramática respuesta de Caín: “No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” (Gen
4,9 b). Pero cuando se rompe la unión entre los hermanos, se transforma en una
cosa fea, también mala para la humanidad. Y también en familia, ¡cuántos hermanos han peleado por pequeñas cosas o por
una herencia y luego no se hablan más, no se saludan más! Pero esto es
feo. La fraternidad es algo grande. Pensar que ambos, todos los hermanos han
habitado en el vientre de la misma mamá durante nueve meses, ¡vienen de la carne de la mamá! Y no se puede
romper la fraternidad. Pensemos un poco, todos conocemos familias que tienen
hermanos divididos, que han peleado, pensemos un poco y pidamos al Señor por
estas familias – quizás en nuestra familia hay algunos casos – para que el
Señor nos ayude a reunir a los hermanos, a reconstituir la familia. La
hermandad no se debe romper y cuando se rompe sucede lo que acaeció a Caín y
Abel, cuando el Señor pregunta a Caín a dónde estaba su hermano: “No lo sé, no me importa de mi hermano”. ¡Esto es feo, es
una cosa muy, muy dolorosa de escuchar! En nuestras oraciones recemos
siempre por los hermanos que se han dividido.
El vínculo de fraternidad que se forma en
familia entre los hijos, si sucede en un clima apertura hacia los demás, es la
gran escuela de libertad y de paz. En familia, entre los hermanos se
aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad. Quizás no
siempre somos conscientes, ¡pero es precisamente la
familia que introduce la fraternidad en el mundo! A partir de esta
primera experiencia de fraternidad, nutrida por los afectos y por la educación
familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre la
sociedad entera y sobre las relaciones entre los pueblos.
La bendición que Dios, en Jesucristo, derrama
sobre este vínculo de fraternidad, lo dilata en un modo inimaginable,
haciéndolo capaz de superar toda diferencia de nación, de lengua, de cultura e
incluso de religión.
Piensen en lo que se convierte el vínculo entre
los hombres, aún muy diferentes entre sí, cuando pueden decir de otro: “¡Él es como un hermano, ella es como una hermana para
mí!” Esto es bello, ¡es bello! La
historia ha demostrado suficientemente, además, que incluso la libertad y la
igualdad, sin la fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de
conformismo, también de interés.
La fraternidad en la familia brilla de modo
especial cuando vemos la atención, la paciencia, el afecto del cual están
rodeados el hermanito o la hermanita más débil, enfermos o discapacitados. Los
hermanos y hermanas que hacen esto son muchísimos, en todo el mundo, y tal vez
no apreciamos lo suficiente su generosidad. Y cuando los hermanos son muchos en
familia – hoy saludé una familia, allí, que tiene nueve hijos: el mayor, o la
mayor, ayuda al papá, a la mamá, a cuidar a los más pequeños. Y esto es bello,
este trabajo de ayuda entre los hermanos.
Tener un hermano, una hermana que te quiere es
una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede con la
fraternidad cristiana. Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben
enternecernos: tienen “derecho” a tomarnos
el alma y el corazón. Sí, ellos son nuestros hermanos y como tales debemos
amarlos y tratarlos. Cuando sucede esto, cuando los pobres son como de casa,
nuestra propia fraternidad cristiana vuelve a tomar vida. Los cristianos, de
hecho, van al encuentro de los pobres y de los débiles no para obedecer a un
programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dice
todos somos hermanos. Éste es el principio del amor de Dios y de toda justicia
entre los hombres. Les sugiero una cosa: antes de finalizar, me faltan pocas
líneas, en silencio cada uno de nosotros, pensemos en nuestros hermanos, en
nuestras hermanas, pensemos en silencio y en silencio desde el corazón recemos
por ellos. Un instante de silencio.
He aquí, con esta oración hemos traído a todos
los hermanos y hermanas, con el pensamiento, con el corazón, aquí a la plaza
para recibir la bendición. Gracias.
Hoy más que nunca es necesario volver a llevar
la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática:
entonces la libertad y la igualdad también tomarán su entonación justa. Por
eso, no privemos con ligereza a nuestras familias, por temor o por miedo, de la
belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas. Y no perdamos
nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de
esta experiencia, iluminada por la bendición de Dios. Gracias.
(Traducción del italiano:
María Cecilia Mutual, Griselda Mutual - RV)
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