OH SEÑOR...
-Oh,
Señor, si te conformas con nada, aquí me tienes. Te doy mi nada, para que hagas
lo que necesites hacer. Se Tú mi todo. Yo no puedo ser nada sin Ti.
-Oh,
Santidad de mi Dios, desciende a mi corazón e invádeme todo.
-Oh,
amabilísimo y tiernísimo Amor de las almas, dime que debo hacer.
-Oh,
Dios mío y Señor mío. Tú lo sabes todo… yo no sé nada. Tú posees todo… yo no
poseo nada. Pero es mejor que sea así… porque de otra manera quien sabe que mal
uso haría de ello.
-Oh,
Espíritu Divino… Oh Divina invasión, yo te adoro.
-Oh,
que amable y dulce es tu presencia, mi inexplicable Dios. Tu venida llena todo
vacío, apaga todo deseo, colma el alma de Paraíso, porque Tú eres el Paraíso.
-Oh.
Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo… Dios verdadero… Dios Único… Dios
amor eterno… sustancial… Dios embriagador… Dios vivificante… Dios de Luz y de
calor… fuego que arde en mi corazón… te adoro.
-Oh,
dulce llama de ese fuego que arde siempre en el Sagrado Pecho de Dios Padre, mi
creador y de Cristo Jesús mi Salvador. Llama eterna que brillas en el Corazón
de María, de los ángeles y los santos… embriágame y arde también en este
corazón que te adora.
-Oh,
Luz divina, ¿Por qué no desciendes hasta mi corazón
para permanecer en él y consumarlo todo para Ti… oh dulce amor mío?
-Qué
bueno eres mi Salvador adorado. Yo no sé, no puedo comprender suficientemente,
sin embargo quisiera cubrirte de amor, alegría, de agradecimiento y de alabanza
eterna por tus muchas misericordiosas obras de caridad inefable.
-Oh,
Padre, alegría del cielo y de todo el universo, déjame embriagarme con la
dulzura de tu amor.
-Qué
grande es María Santísima, la Perfectísima. El Espíritu Santo descendió sobre
Ella, la cubrió con su sombra, y la hizo Madre del Hijo de Dios Padre.
-Oh,
Divina acción del Espíritu Santo. Nadie puede imaginarse las increíbles
transformaciones que Tú logras en las criaturas a las que desciendes. Que
prodigios de gracia, de luz, de conversión y cambios, de congoja embriagadora
de amor, reciben las almas a las que desciendes. Que maravillas de misteriosos
contactos, de relaciones íntimas Tú infundes en las almas predestinadas desde
la eternidad, para gozar y disfrutar así, al muy amado Hijo Unigénito del
Padre.
-Oh
Dios. Oh Dios divino, Espíritu del Padre y del Hijo… mi alma está ansiosa por
Ti… ayúdame… tengo necesidad extrema de Ti.
-Oh
Dios, mi alma esta desconcertada y extraviada porque no puede creerse a sí
misma, que Tú te hayas fijado en ella. ¿Quién soy
yo Señor… para que Tú te fijes en mí?
-Oh
Espíritu Divino ¿quieres algo más de tu humilde
criatura? Ya sabes que estoy dispuesto a todo por Ti… y para siempre me
entrego, mi Dios, a tu Divina Providencia.
-Oh
Dios Espíritu Santo… para que mi alma pueda llegar a donde Tú la esperas, aquí
estoy, tómame y haz de mi lo que Tú quieras, acepto cual sea tu Voluntad, estoy
dispuesto a todo… a todo. Dios mío ¿me entiendes? …a
todo. Lo único que te pide y te ruega mi corazón emocionado por tu Santa
Presencia en el, es que le muestres tus caminos. Amen.
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