El papa Francisco
está de viaje en Rumanía, país
con un 89% de la población ortodoxa, un 5,6% católica (rito latino y oriental)
y un 3,7% protestante.
La Iglesia Ortodoxa rumana es
la única, entre todas las ortodoxas, en un país de idioma “latino". De hecho, forma parte de la Unión Latina. Y eso, aunque pueda parecer
una anécdota, tiene su importancia.
Hace menos de un mes del viaje del Pontífice a Bulgaria,
otro país de mayoría ortodoxa. Sin embargo, los ortodoxos búlgaros no
perdieron ocasión de mostrar su rechazo al Obispo de Roma. Basta recordar que el metropolita de Plovdiv, la
segunda ciudad más importante del país, acusó al Papa de ser cabeza de la
religión de Satanás. Y en cuanto a una posible unión de las iglesias
cristianas dijo: «¿Cómo unirnos a todas las
Iglesias? No es posible unir a la luz y la oscuridad». Este señor, que
se llama Nikolai, llegó a decir que «la visita
del Papa de Roma es un acto político, el propósito es unir a todas las iglesias
en torno a Roma, y cuando venga el Anticristo, que él se encuentre con el
Papa». Que nadie piense que es algo en contra de la persona de
Francisco. Es contra el papado en general.
Muy distinto a lo ocurrido
ayer, cuando el Papa mantuvo una reunión tanto con el Patriarca Daniel como con
el Sínodo permanente de la Iglesia Ortodoxa rumana. No es que los
ortodoxos rumanos se tiren a los pies del Pontífice para reconocer su autoridad sobre toda la
Iglesia, pero al menos no le insultan.
Son muchos los que creen que la unión del
catolicismo con el mundo ortodoxo es altamente probable. Ciertamente tenemos mucho más en común católicos
y ortodoxos que católicos y protestantes por una parte y ortodoxos y
protestantes por otra, pero que nadie se engañe: las
diferencias son muy importantes.
No
solo nos diferencia el papel del papado, que ya de por sí resulta esencial por el hecho de que el ministerio
petrino fue creado por nuestro Señor Jesucristo, sino otra serie
de dogmas que la Iglesia Católica no puede dejar a un lado para lograr una unidad que no sería en la verdad.
Por ejemplo, el del purgatorio, el del pecado original y, como consecuencia, el
de la Inmaculada Concepción (aunque ellos aceptan que María no pecó). También
está la cuestión del filioque. No voy a entrar a explicar las diferencias
doctrinales en esos temas. El que las desconozca, puede consultar internet para
enterarse.
En todo caso, la cuestión
ecuménica pasa hoy por una situación peculiar. La
iglesia Ortodoxa está en pleno cisma por el
reconocimiento el Patriarca Ecuménico a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana y la
ruptura de la comunión de Moscú con Constantinopla. Y Francisco
va a pasar a la historia,
entre muchas otras razones, por ser uno de los escasos
papas a lo largo de la historia acusado de heterodoxia. El último fue Juan XXII,
allá por el siglo XIV. Sólo Dios sabe cómo van a acabar ambas situaciones, pero
la sensación es que estamos más cerca de nuevos cismas que de la unión deseada
por Cristo.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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