martes, 4 de junio de 2019

ÁNGELES CUSTODIOS EN LA VIDA DIARIA


El conocido «angelito de la guarda» puede ser más útil de lo que te imaginas…

Nunca será sencillo comprender en su totalidad, cómo es que un ser de naturaleza espiritual pueda interactuar con nosotros en el mundo material, pero ciertamente nos acompañan, ayudan, aconsejan, inspiran, día a día, a cada momento, cuando dormimos, sin pedirlo, sin darnos cuenta y aún olvidando su presencia… nunca un buen amigo ha estado junto a nosotros con tal disposición.

Como ya sabemos, en la Sagrada Escritura se hace referencia a la intervención de los Ángeles Custodios, pero ¿qué hay de nosotros, los hombres y mujeres del tercer milenio, los que vivimos en un mundo donde lo que cuenta es lo que se ve y se toca?, ¿Es posible pensar en llevar una relación estrecha con ese Mensajero de Dios en el hogar, la oficina, el taller, la escuela, el consultorio del médico y en todo lugar y circunstancia? La respuesta es sí.

Primero debemos ser conscientes -con ayuda de la Fe y la Gracia- de su presencia, comenzar a platicar con él mentalmente o en voz alta, como lo haríamos con una persona que está a nuestro lado y nos ha inspirado confianza.

Algunas personas, con el ánimo de lograr un mejor acercamiento con su Ángel le han puesto nombre, su propio nombre, tomado algún nombre de la Escritura, el que más les gusta, el de uno de sus hijos… como no tienen género no importa si es propio de mujer o de hombre, también puede ser un mote cariñoso.

Con el trato diario a nuestro Ángel, pronto comenzaremos a descubrir cosas que aparentemente son producto de la casualidad o de la suerte: el encontrar estacionamiento donde normalmente no hay lugar, la reacción comprensiva de nuestro jefe ante una situación inesperada, encontrar el consejo adecuado para dar a nuestros hijos o a aquella persona que lo necesita, y así, tantas y tantas situaciones que parecen surgir de la nada. Y todo esto no es otra cosa sino su intervención delicada y dedicada en multitud de asuntos cotidianos.

Nuestro ángel custodio se convierte en una ayuda valiosísima, pues además de las oraciones que habitualmente le dirigimos, podemos entablar un diálogo frecuente, que se traduce en peticiones concretas y sencillas, a título de ejemplo: nos inspire para acudir con mejores disposiciones a la Eucaristía, la Confesión y nuestra oración personal; ayuda para recordar dónde dejamos aquel objeto aparentemente perdido; encontrar las palabras adecuadas para decir aquello que es delicado; antes de salir de casa pedirle que aparte un lugar para estacionarse; localizar con prontitud una dirección hacia la cual nos dirigimos; también es conveniente pedirle que «hable» con el Ángel de aquella persona con la que particularmente se es difícil tratar, para lograr un verdadero diálogo; ayuda para iniciar o terminar con prontitud esmero y cuidado aquella tarea que es particularmente tediosa; saber cómo corregir con cariño a los hijos; el encontrar la manera más adecuada de procurar el cuidado atención y tratamiento a un enfermo; saber qué decirle a aquella persona tan cercana a nosotros pero muy alejada de Dios; y así podríamos enumerar múltiples situaciones en las cuales su presencia se hace indispensable.

Debemos ser conscientes de que nuestro Ángel en ningún momento substituirá nuestro esfuerzo personal, nunca hará que se obtenga una buena calificación sin estudiar; conseguir un mejor empleo sin tener la preparación adecuada y necesaria; mostrar como bueno algo que hicimos mal; coaccionar a las personas para que reaccionen a nuestra conveniencia; conseguir un aumento de sueldo haciendo un trabajo de mala calidad; mantener la amistad con Dios sin confesarnos; pedir que una comida sea excelente sin haber puesto el cuidado necesario en todo el proceso de preparación; que los hijos sean buenos sin dedicarles tiempo para conversar con ellos y orientarlos.

De esta forma vemos que las cosas no son, ni serán, producto del azar, ya que nuestro Ángel Custodio es otro de los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance como ayuda esencialmente espiritual , ya que detrás de todo aquello que podamos ver, está la Gracia y bondad Divina.

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