El Papa Francisco animó a “hablar a Dios
cara a cara” cuando se le quiere pedir algo, para lo cual hace falta
valentía y fe. En la Misa celebrada este jueves 4 de abril en Casa Santa Marta,
a la que acudió el Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, el
Santo Padre recordó que en la Biblia hay muchos ejemplos de personas que se
dirigen a Dios con valentía “y obtienen lo que
quieren”.
Se refirió, en concreto, a Moisés, que convence a Dios para que no
desate su ira contra el pueblo de Israel cuando los sorprende adorando un
becerro de oro. También citó el caso de Ana, la madre de Samuel, que reza con
insistencia en silencio para tener un hijo. Se refirió también a la mujer
cananea que pide a Jesús una sanación, y cuando el Señor le recuerda que ha
sido enviado al pueblo de Israel, ella insiste y consigue lo que pedía.
“En ocasiones, cuando uno ve cómo esta gente lucha
con el Señor para obtener algo, uno piensa que lo hacen como si actuasen con
mano de hierro con Dios, para obtener lo que piden”. Pero en realidad, explicó el Papa, lo hacen por su fe en el Señor.
Aseguró que “hace falta valentía para rezar
así. Y, en cambio, nosotros muchas veces somos tibios. Alguno nos dice: ‘Pero
reza porque tengo este problema, o aquel otro…’. Sí, sí, digo dos Padre
Nuestro, dos Ave María y me olvido… No, la oración del ‘papagayo’ no sirve. La
verdadera oración es esta: con el Señor, y cuando yo debo interceder, debo
hacerlo así, con valentía”.
“La gente, en el hablar popular, usa una expresión
que a mí me dice mucho, cuando quiere conseguir algo: ‘Ce la metto tutta’ (una
expresión italiana equivalente a la española ‘poner toda la carne en el
asador’)”. Es decir, “la valentía de ir adelante. Sin embargo, puede ocurrir que lleguen
las dudas: ‘Yo hago esto, pero, ¿cómo sé que el Señor me escucha?’”. La
respuesta del Papa es muy clara: “Tenemos una
certeza: Jesús. Él es el gran intercesor”.
Francisco recordó que Jesús, ascendido al cielo, intercede ante el Padre
por la humanidad. “Cuando ya rezo, ya sea con la
persuasión, con el regateo, tartamudeando o discutiendo con el Señor, Él toma
mi oración y la presenta al Padre. Y Jesús no necesita hablar delante del
Padre: le hace ver la herida. El Padre ve la herida y concede la gracia”.
“Cuando rezamos, pensemos que lo hacemos con Jesús.
Cuando hacemos la oración de intercesión con esa valentía, lo hacemos con
Jesús: Jesús es nuestra fortaleza, Jesús es nuestra seguridad que en este
momento intercede por nosotros”.
El Papa concluyó su homilía pidiendo “que el
Señor nos dé la gracia de avanzar en este camino, de aprender a interceder. Y
cuando alguno nos pida que recemos, no lo hagamos con dos oraciones, no
hagámoslo en serio, en presencia de Jesús, con Jesús, que intercede por todos
nosotros delante del Padre”.
Redacción ACI
Prensa
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