martes, 9 de mayo de 2017

VIRTUDES


VIRTUDES CARDINALES

Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina. Son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe.
Las virtudes morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva. Pueden agruparse en torno a las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

PRUDENCIA
Dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.

JUSTICIA
Consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.

FORTALEZA
Asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.

TEMPLANZA
Modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes creados.


VIRTUDES TEOLOGALES

Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo. Fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano.
Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano.

FE
Por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe, porque Él es la verdad misma.

ESPERANZA
Por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Por la virtud de la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.

CARIDAD
Por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el “vínculo de la perfección” y la forma de todas las virtudes.


[1] Cf. CEC1813-1814; 1817; 1842-1844.

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