lunes, 11 de agosto de 2014

¿ES LO MISMO ORAR QUE REZAR?


La oración es la elevación del espíritu hacia Dios. Se puede orar de muchas maneras, en silencio, con cantos, con trabajo, con acciones. El rezo puede considerarse como la oración vocal.


La oración es una elevación voluntaria de nuestro espíritu hacia Dios. Es una búsqueda de Dios para alabarlo, darle gracias o pedirle ayuda. La oración nos comunica con Dios y nos dispone a una actitud de humildad ante la omnipotencia, justicia y bondad de Dios.

En simples términos, orar es comunicarse con Dios para expresarle nuestras gracias, necesidades o sentimientos y pensamientos. Es por ello que la oración es diálogo y contemplación. Este diálogo se puede realizar de diferentes formas: con cantos, en silencio o incluso con poesía.

La oración que se realiza de modo especialmente oral se llama rezo. Es así que rezar no es otra cosa que orar en voz alta. Pareciera que la oración y el rezo son opuestos, pues se podría pensar que la oración mental silenciosa vale más que el rezo vocal. Sin embargo ambas tienen su importancia según las circunstancias, los lugares y los tiempos de la oración.

ORACIÓN SILENCIOSA Y REZO EN VOZ ALTA

La oración en silencio nos dispone a tener un ejercicio espiritual con el que busquemos a Dios en la reflexión. Durante la oración no sólo repetimos fórmulas mentales, sino que meditamos sobre Dios, su actuar y su amar. Con la oración entramos en una relación íntima con Dios a través de la contemplación de Cristo. En este sentido, un corazón habla a otro corazón en la oración contemplativa.

Siempre es recomendable tener un rato de oración contemplativa y amorosa con Dios. En este diálogo espiritual podemos encontrarnos con un Dios personal, que entiende nuestras necesidades y está presente en el silencio para escucharnos, y luego, hablar en la tranquilidad de la mente por medio del estudio de la Sagrada Escritura.

Por otra parte, la oración vocal, o el rezo, puede contribuir a la unión de una comunidad o la expresión grupal de agradecimiento o petición. Por ejemplo, una comunidad parroquial no podría encontrar una comunión en la oración si los fieles siempre oraran en silencio. Sin embargo, si se reza en voz alta se puede crear un ambiente de común presencia ante Dios.

Con un simple ejercicio de imaginación podemos diferenciar los momentos en los que son adecuados la oración en silencio o el rezo en voz alta. Siempre hay que tomar en cuenta que la oración, como sea que se haga, agrada a Dios. Sin embargo, hay que estar dispuestos a aprender a orar y pedir lo necesario. Dios, como Padre bueno, sabe lo que nos hace falta. Dios, como Padre proveedor, dará los diferentes bienes a su tiempo.

Gabriel González Nares

No hay comentarios: