jueves, 13 de septiembre de 2012

EL DIOS EN EL QUE YO CREO, ES EL DIOS DE LA BIBLIA



Evidentemente no voy a contar detalles, pero voy a hablar de algo concreto. A veces los seres humanos hacen una cosa tan pequeña como dar una respuesta, que los retrata enteramente. Hoy lo he comprobado una vez. Una sola frase o dos que muestran como es el alma de esa persona. Y lo muestran con más profundidad que el mejor de los test psicológicos, que el más largo de los interrogatorios, que un largo libro de memorias.

Es curioso, los seres humanos creemos que lo que nos define ante la Historia, ante los demás, son los grandes discursos, las grandes acciones, los momentos épicos. La masa se queda siempre en lo más superficial. Pero para los observadores, para los perspicaces, los detalles definitorios nunca pasan desapercibidos. Y, a veces, en un detalle está contenido el alma de una persona: sus vacilaciones, sus contradicciones, su aceptación de la mala conciencia, la cicatrización indolora de la aceptación frecuente de la mala conciencia, la mezcla de actos buenos y malos. En los detalles está todo.

Conocer el espíritu humano del que tenemos enfrente es todo un arte. He conocido gigantes en este campo. Gigantes que podía decir después con tranquilidad: ¿no le dije que no resistiría la presión?

Sí, hay personas que saben calibrar exactamente la dureza de una psicología, la calidad de su alma, la pureza exacta de su brillo, y las fracturas internas. Ese tipo de personas son impagables, como el tasador de gemas que mira atentamente con su lente en el ojo, y sentencia sus quilates, calidad del corte y claridad de la piedra.

Los detalles a veces muestran decisiones que afectan gravemente a otros. Ante algunos casos que he contemplado en mi vida no puedo, casi, no desear una cierta dureza de Dios. Hay decisiones ante las que no vale una mera reprensión de Dios. Mi naturaleza, mi conciencia, me grita que tiene que existir una Justicia. Hay cosas para las que no vale con simplemente decir: perdón. Yo creo en el perdón de Dios y en su justicia. En las dos cosas, a la vez. A veces el perdón anula la justicia. A veces, uno, aun siendo perdonado, tendrá que afrontar la justicia.

Muchos en el más allá dirán: jamás, jamás, pudimos imaginar que la justicia del Ser Infinito fuera tan perfecta.

Creedme, el Dios que hizo un cosmos tan formidable, no tiene una justicia menos impresionante. Yo me arrodillo y adoro al Dios de la Perfecta Justicia.

A alguno le dirá: Has salvado tu alma, entrarás en el Cielo. Pero ahora comprobarás qué significa estar desprovisto de misericordia, puesto que tú no tuviste misericordia.

PUBLICADO POR PADRE FORTEA

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