domingo, 1 de julio de 2012

HISTORIAS SOBRE MARÍA # IV


Nos cuenta el Padre Bovio que había una mala mujer llamada Elena, la cual, habiendo ido a la Iglesia, oyó casualmente una plática del Rosario. Al salir del templo, se compró uno; pero lo llevaba oculto para que nadie se lo viera. Empezó después a rezarlo; mas aunque lo rezaba sin devoción, la Santísima Virgen le infundió tanto consuelo y dulzura en este rezo, que no dejó de rezarlo nunca.

Y con esto sintió tanto horror por su mala vida, que no podía hallar reposo; por lo cual se vio como forzada a confesarse, y lo hizo con tanta contrición (arrepentimiento) que se quedó pasmado el confesor. Luego se fue a un altar de María Santísima, para dar gracias a su abogada. Rezó el Rosario, y la Divina Madre desde aquella imagen le habló así:

-Elena, bastante has ofendido a Dios y a Mí; cambia de vida de hoy en adelante, que Yo te concederé buena parte de mis gracias.

Entonces la pobre pecadora, en extremo confundida, respondió:

-Ah Virgen Santísima, la verdad es que hasta ahora he sido una malvada; pero ayúdame Tú, que todo lo puedes, pues me entrego a Ti y quiero emplear la vida que me queda en hacer penitencia de mis culpas.

Ayudada de la Virgen, distribuyó Elena todos sus bienes a los pobres, y emprendió una rigurosa penitencia.

Se hallaba atormentada de terribles tentaciones; pero con encomendarse a la Madre de Dios, quedaba siempre victoriosa. Llegó también a recibir muchas gracias sobrenaturales, visiones, revelaciones y profecías. Finalmente antes de morir, cuya hora la Virgen le reveló y avisó pocos días antes, vino la misma María Santísima con su Hijo a visitarla, y al expirar, se vio el alma de esta pecadora que, en forma de paloma, volaba al cielo.

San Alfonso María de Ligorio – Doctor de la Iglesia

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