martes, 24 de julio de 2012

PEDRO ROMANO




¿Quién no ha oído hablar alguna vez de san Malaquías?


Las profecías de este gran santo canonizado por el Papa Clemente III, en julio de 1199, cobran hoy una rabiosa actualidad pese al tiempo transcurrido.

ENSEGUIDA VEREMOS POR QUÉ.

Consignemos antes que san Malaquías (“ángel de Señor”, etimológicamente) nació en 1094 en la localidad irlandesa de Armagh, de donde fue arzobispo. Se le atribuyen numerosos milagros en vida, pero de entre todos sus carismas sobresale hoy más que nunca el de la profecía; acertó incluso el día exacto de su propia muerte, acaecida el 2 de noviembre de 1148, según nos cuenta san Bernardo.

De todas sus profecías, la más célebre es sin duda la de los 112 Papas de la Iglesia Católica, a quienes motejó con un lema alusivo a su procedencia geográfica, nombre, escudo de armas o cualquier otra nota singular, desde Celestino II, elegido en 1130, hasta el último Pontífice… Pedro Romano, en cuyo papado, según Malaquías, tendrá lugar la gran tribulación previa a la segunda venida de Cristo.

Ante su sentido profético cayó rendido nada menos que Onofrio Panvino, uno de los más reputados historiadores del siglo XVI, corregidor y revisor de la Biblioteca Vaticana.

¿QUÉ DECÍA SAN MALAQUÍAS, POR EJEMPLO, DEL ANTEPENÚLTIMO PAPA DE LA IGLESIA CATÓLICA, FUTURO JUAN PABLO II, HACE MÁS DE OCHO SIGLOS?

Sin conocer su identidad, san Malaquías atribuyó entonces a Carol Wojtyla el lema “De labores solis” (Del trabajo del sol). ¿Y qué hizo Juan Pablo II sino trabajar hasta la extenuación por Cristo durante todo su pontificado?

Advirtamos que en tiempos de san Malaquías, la creencia común era que el sol giraba o “viajaba” en torno a la tierra, y no al revés; exactamente como hizo, incansable siempre, el llamado “Papa viajero”.

Para los más escépticos, añadiremos que los días de su nacimiento y de su funeral hubo eclipses solares…

¿Y cuál fue el lema asignado por Malaquías a Benedicto XVI, penúltimo Papa de la Iglesia? “Gloria Olivae” (La gloria del olivo). Recordemos que Ratzinger adoptó su nombre papal inspirado en San Benito de Nursia y Benedicto XV; y la orden de los Benedictinos, conocida también por el apelativo de “Olivetana”, tiene como lema “Pax”; la misma paz asociada tradicionalmente al olivo.

El propio Ratzinger explicó en su día: “He querido llamarme Benedicto XVI para relacionarme idealmente al venerado pontífice Benedicto XV, que ha guiado a la Iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. Fue valiente y auténtico profeta de paz y actuó con extrema valentía desde el inicio para evitar el drama de la guerra”.

Pues bien, el mismo Benedicto XVI salió recientemente en defensa de su más estrecho colaborador, el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, con motivo de las críticas por el escándalo “Vatileaks”.

“En la víspera de mi partida para la estancia veraniega en Castelgandolfo – manifestó el Papa -, deseo expresarle [a Bertone] mi profunda gratitud por su discreta cercanía y por su iluminado consejo, que me ha servido de gran ayuda en estos últimos meses”.

¿POR QUÉ ALUDIMOS A TARSICIO BERTONE?

Malaquías tiene una vez más la clave, al profetizar:

“Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma reinará Pedro Romano [Petrus Romanus], quien alimentará a su grey entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la Ciudad de las Siete Colinas [Roma] será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo. Fin”.

Si no fuera porque Tarsicio Bertone, llamado también Pietro, nació en Romano Canavese, provincia de Turín, el 2 de diciembre de 1934, estaríamos hablando de otra cosa.

¿ES BERTONE ACASO “PEDRO ROMANO”?

José María Zavala

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