sábado, 21 de julio de 2012

HISTORIAS SOBRE MARÍA # XIX




Cuenta Cesario que hubo un monje cisterciense muy devoto de Nuestra Señora, el cual deseaba tener una visita de su querida Señora, y continuamente le pedía esta gracia.

Una noche salió al huerto, mientras estaba contemplando el cielo, y exhalaba en ardientes suspiros los deseos de ver a su Reina, he aquí que ve bajar del cielo una doncella, resplandeciente de hermosura que le pregunta:

-Tomás, ¿te gustaría oír mi canto?

-Sí – respondió él.

Entonces aquella doncella cantó con tal dulzura, que al devoto religioso le parecía estar en el cielo. Concluido el canto desapareció, dejándole el gran deseo de saber quién le había cantado; cuando he aquí que se le presenta delante otra doncella hermosísima, que también le hizo oír su canto. No pudo contenerse de preguntar a ésta quien era, y la doncella respondió:

-La que viste antes era Catalina, yo soy Inés, ambas somos mártires de Jesucristo, enviadas por nuestra Señora para consolarte. Da gracias a María y prepárate para recibir una gracia mayor.

Dicho esto desapareció, más el religioso quedó con más esperanza de ver al fin a su Reina.

No se engañó, porque no tardó en divisar una brillante luz; siente que se le llena el corazón de nueva alegría, y he aquí que en medio de aquel resplandor se le aparece la Madre de Dios rodeada de ángeles, y de una belleza incomparablemente mayor que la de las otras dos santas que se le habían antes aparecido, y le dice:

-Querido hijo y siervo mío, he agradecido tus servicios y he oído tus ruegos; has deseado verme; he aquí, que quiero hacerte oír también mi canto.

Y la Santísima Virgen empezó a cantar con tanta melodía, que el devoto religioso perdió los sentidos y cayó de rostro en el suelo.

Tocaban en ese momento llamando a oración (maitines); se reunieron los monjes, y no viendo a Tomás, fueron a buscarle a su celda y a otros lugares, y al fin le hallaron en el huerto como muerto. El Superior le mandó que dijese lo que le había sucedido; y volviendo él entonces en sí por virtud de obediencia, refirió todos los favores que había recibido de la Divina Madre.

San Alfonso María de Ligorio – Doctor de la Iglesia

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