Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesías.
Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net
Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la
pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de
entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban
ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los
reyes.
Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: "¡Bendito el que viene en
nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"
Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital
de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como
a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que
significa “Viva”. La gente de la ciudad
preguntaba ¿quién es éste? y les respondían:
“Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”.
Esta fue su entrada triunfal.
La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada
uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo
interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en
los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a
alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.
Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero
fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.
Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en
la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como
lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.
¿QUÉ SIGNIFICADO TIENE ESTO
EN NUESTRAS VIDAS?
Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras
vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir
a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi
rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros
también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que
queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria
y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de
nuestra vida.
EXPLICACIÓN DE LA MISA DEL
DOMINGO DE RAMOS
La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas
y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el
nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la
procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de
Cristo.
Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se
acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe
recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en
nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición
pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros
hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.
ORACIÓN PARA PONER LAS PALMAS
BENDITAS EN EL HOGAR:
Bendice Señor nuestro hogar. Que tu Hijo
Jesús y la Virgen María reinen en él. Por
tu intercesión danos paz, amor y respeto, para
que respetándonos y amándonos los
sepamos honrar
en nuestra vida familiar, Sé tú, el Rey en
nuestro hogar. Amén.
Sugerencias para vivir la
fiesta:
- Hacer nuestras propias palmas y llevarlas a bendecir a
la Iglesia.
- Cantar las canciones de “Tú reinarás” o “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey”
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