sábado, 30 de abril de 2022

LAS HERIDAS DE JESÚS

El apóstol Tomás pasó a la historia por su incredulidad, al pedir tocar las cicatrices de Jesús para creer en su resurrección (Jn 20, 25). 

Sin embargo, Jesús no se ofendió con su actitud sino más bien accedió a su pedido (Jn 20, 27). Al final le pidió que no sea incrédulo sino hombre de fe (Jn 20, 27), pero no descalificó su pregunta. ¿Por qué Jesús no se ofendió? Porque en el fondo la incredulidad de Tomás tenía asidero y lo sigue teniendo hasta el día de hoy. Las cicatrices de Jesús son la señal de su resurrección y su Cruz es la “más grande prueba” de su amor, como dice una canción.

Si alguien (dentro o fuera de la Iglesia) te anuncia a un “Jesús” sin cicatrices, una “fe” sin cruz, una “espiritualidad” sin sacrificios, un “evangelio” sin conversión, una “salvación” sin arrepentimiento, ten la seguridad de que no se trata del auténtico Jesús de Nazaret ni del auténtico Evangelio. ¡Tenlo presente!

#LosAscoy

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