El Patriarca Kirill advierte al Patriarca Bartolomé que no podrá seguir
siendo el «Patriarca ecuménico»
Moscú amenaza
con la ruptura total con Constantinopla. El cisma ortodoxo puede convertirse en
el más importante protagonizado por las iglesias orientales desde que se
separaron de la comunión con el Obispo de Roma y Sucesor de Pedro.
(Asia News/InfoCatólica) El patriarca de Moscú, Kirill
(Gundjaev), ha lanzado un verdadero ultimátum dirigido al patriarca de
Constantinopla, Bartolomé (Archontonis), en respuesta a la comunicación de este
último referida al reconocimiento de la nueva Iglesia ucraniana auto-céfala: en caso de no retractarse de la
decisión tomada en Ucrania, ya no podrá considerarse «patriarca
ecuménico» de toda la Ortodoxia universal.
Las duras palabras están contenidas en una carta que Kirill envió a
Constantinopla el 30 de diciembre.
«Ustedes –dice el primado de los
ortodoxos rusos a su homólogo griego- perderán para siempre la posibilidad de servir a la unidad de las santas
Iglesias de Dios y dejarán de tener el Primado del mundo ortodoxo». En la carta, el patriarca ruso recorre las
distintas «etapas forzadas» que han llevado
a la decisión de avalar el «pseudo-concilio» de
Kiev del 15 de diciembre pasado. Por trágica coincidencia, esta expresión
recuerda la del «pseudo-concilio de Leópolis»
de 1946, cuanto el Patriarcado de Moscú, guiado por Aleksij I, bajo el mando de
Stalin y Khruščev, anexó la Iglesia greco-católica ucraniana, que luego
permaneció en las catacumbas hasta 1990.
Según Kirill, la prisa para concluir «la unión de los
cismáticos» ucranianos se debe a la presión de un «proceso
de politización, lejos de las normas
y del espíritu de los santos cánones», que si se hubieran respetado, se
habría obtenido el resultado esperado «con plena
satisfacción, tanto para los ortodoxos ucranianos como para todos los demás
ortodoxos del mundo». Pero ahora, en cambio, habrá que afrontar la contrariedad de la «mayoría
del pueblo ucraniano», que, a su modo de ver, apoya a la única Iglesia
canónica del patriarcado de Moscú.
En la carta se recuerdan las
sugerencias dadas a Bartolomé en lo que respecta a «estudiar juntos los documentos de los siglos
anteriores, en compañía de autorizados historiadores, teólogos y especialistas
del derecho canónico eclesiástico», que fueron recibidas con una
negativa debido «a la falta de tiempo».
Cabe destacar que resulta
comprensible que Constantinopla no haya dado lugar a dicha confrontación: en
1000 años de historia, las Iglesias
ortodoxas jamás han logrado ponerse de acuerdo sobre las normas canónicas,
y esto difícilmente iba a ser factible tras la negativa de los rusos de
participar en el concilio pan-ortodoxo de Creta, celebrado en 2016.
El patriarca de Moscú cuestiona la autoridad de Bartolomé respecto a la
concesión de la auto-cefalia a las Iglesias ortodoxas locales, la cual derivaría de los
cánones 9 y 17 del Concilio de Calcedonia del año 451, basándose en «una serie
de objeciones planteadas por comentaristas del derecho canónico de autoridad»,
entre los cuales se cita al canonista bizantino Ioann Zonara, un historiador
del siglo XII. En cada disputa entre los ortodoxos se repite la «carrera de las citas» de los distintos sínodos y
teólogos antiguos, donde se puede hallar todo tipo de argumentaciones, ya sea a
favor o en contra de las propias tesis.
El tema más sensible para Kirill –por motivos eclesiásticos y personales- es la readmisión del «patriarca cismático» Filaret
de Kiev, ahora «emérito», que en la carta es recordado con el nombre laico
de «Mikhail Denisenko». En 1976, el antiguo
jerarca fue uno de los con-consagrantes de la ordenación episcopal del mismo
Kirill, quien entonces, con sus 29 años era el «astro
emergente» del episcopado ruso de la escuela soviética. De las
lamentaciones tampoco se salva el otro obispo «cismático»
readmitido, Makarij Maletič, responsable de una Iglesia que Kirill define como «de
aventureros» (en ruso, samozvantsy, es decir los «auto-electos»), y no deja de subrayar las dudas con respecto a la moralidad de los obispos
y sacerdotes bendecidos por Constantinopla (y, por otro lado, no carece
de razón: las dos Iglesias reunidas hace tiempo que estaban fuera de control).
La carta sanciona una
situación que difícilmente podrá ser subsanada a corto plazo, y que incluso
podría empeorar. En una entrevista televisiva del 28 de diciembre, el
metropolita Hilarion (Alfeev) declaró que el patriarcado de Moscú procederá a la institución de sus diócesis y
parroquias en todos los territorios donde existan estructuras del patriarcado «cismático» de Constantinopla; la lucha se
extiende prácticamente al mundo entero, y la Ortodoxia ya no será la misma.
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