Cuando pedimos,
exigimos ver el resultado. ¿Cuál es entonces la imagen de Dios presente en este
modo de orar?
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
PREGUNTA:
El Señor le bendiga. Desde hace más de siete
años he pedido al Señor por una situación que existe en la familia, hasta la
fecha no he recibido respuesta; me asalta la pregunta a qué se debe el no ser
escuchada y no sólo eso sino varias peticiones y no soy escuchada. No soy
perfecta, me falta mucho, pero procuro actuar como quiere el Señor, me gusta
compartir lo que poseo, escudriño la Palabra de Dios, asisto a la Eucaristía,
el Santo Rosario diario, con esto repito no quiero decir que sea buena,
quisiera saber cuáles son mis fallas, sólo me pregunto para que será ,el tiempo
pasa y no soy escuchada. A veces siento duda, se baja mi fe. Por favor
oriénteme lo necesito.
RESPUESTA:
Estimada M. E.:
Le envío las hermosas reflexiones del Catecismo
sobre lo que usted me pregunta (números 2735-2738):
1.
QUEJA POR LA ORACIÓN NO ESCUCHADA
He aquí una observación llamativa: cuando
alabamos a Dios o le damos gracias por sus beneficios en general, no estamos
preocupados por saber si esta oración le es agradable. Por el contrario, cuando
pedimos, exigimos ver el resultado. ¿Cuál es
entonces la imagen de Dios presente en este modo de orar: Dios como medio o
Dios como el Padre de Nuestro Señor Jesucristo?
¿Estamos convencidos de que
‘nosotros no sabemos pedir como conviene’ (Rm 8, 26)? ¿Pedimos a Dios los
‘bienes convenientes’? Nuestro Padre sabe bien lo que nos hace falta
antes de que nosotros se lo pidamos, pero espera nuestra petición porque la
dignidad de sus hijos está en su libertad. Por tanto es necesario orar con su
Espíritu de libertad, para poder conocer en verdad su deseo.
‘No tenéis porque no pedís.
Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en
vuestras pasiones’ (St 4, 2-3).21 Si pedimos con un corazón
dividido, ‘adúltero’ (St 4,4), Dios no puede
escucharnos porque Él quiere nuestro bien, nuestra vida. ‘¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos
ardientes el espíritu que él ha hecho habitar en nosotros’ (St 4, 5)?
Nuestro Dios está ‘celoso’ de nosotros, lo
que es señal de la verdad de su amor. Entremos en el deseo de su Espíritu y
seremos escuchados: ‘No te aflijas si no recibes de
Dios inmediatamente lo que pides: es él quien quiere hacerte más bien todavía
mediante tu perseverancia en permanecer con él en oración’ (Evagrio Póntico).
‘Él quiere que nuestro deseo sea probado en la
oración. Así nos dispone para recibir lo que él está dispuesto a darnos’ (San
Agustín).
2.
LA ORACIÓN ES EFICAZ
La revelación de la oración en la Economía de la
salvación enseña que la fe se apoya en la acción de Dios en la historia. La
confianza filial es suscitada por medio de su acción por excelencia: la Pasión
y la Resurrección de su Hijo. La oración cristiana es cooperación con su
Providencia y su designio de amor hacia los hombres.
En san Pablo, esta confianza es audaz, basada en
la oración del Espíritu en nosotros y en el amor fiel del Padre que nos ha dado
a su Hijo único. La transformación del corazón que ora es la primera respuesta
a nuestra petición.
La oración de Jesús hace de la oración cristiana
una petición eficaz. Él es su modelo. Él ora en nosotros y con nosotros. Puesto
que el corazón del Hijo no busca más que lo que agrada al Padre, ¿cómo el de los hijos de adopción se apegaría más a los
dones que al Dador?
Jesús ora también por nosotros, en nuestro lugar
y en favor nuestro. Todas nuestras peticiones han sido recogidas una vez por
todas en sus Palabras en la Cruz; y escuchadas por su Padre en la Resurrección:
por eso no deja de interceder por nosotros ante el Padre. Si nuestra oración
está resueltamente unida a la de Jesús, en la confianza y la audacia filial,
obtenemos todo lo que pidamos en su Nombre, y aún más de lo que pedimos: recibimos al Espíritu Santo, que contiene todos los
dones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario