Un noviazgo
contracorriente, donde se espera.
Por: Myriam Ponce | Fuente: CatolicoDefiendeTuFe.org
En la actualidad, practicar la virtud de la
castidad es ir contracorriente.
Vivimos en un mundo hipersexualizado que nos plantea el placer vacío y sin
propósito como la mayor representación de gozo, … no de amor. Nos han hecho
creer que la sexualidad pertenece sólo al campo de la biología y no al ámbito
de la persona misma en su máxima expresión. Esto nos ha guiado a
considerar el cuerpo humano como objeto o simple instrumento.
¡NOS
HAN INTENTADO VENDER UNA VERSIÓN BARATA!
La Iglesia, por el contrario, siempre ha
fomentado el esperar a vivir la sexualidad hasta el matrimonio. Pero, ¿por qué?
Empecemos por lo más importante:
TU
ERES UN DON, ASÍ, CON MAYÚSCULA.
Fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, en
el principio y con la finalidad del amor. Por tanto, has sido llamado(a) a ser Don, Comunión y Creador. Tus
cualidades te hacen un ser único e irremplazable, un regalo para el mundo. Es así que, viviendo en sociedad, has
sido convocado a vivir en comunión.
Dios no llamó a nadie a la soledad, por el contrario, en comunión es que somos
más semejantes a Él en Su Santa Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Pero espera, hay otra buena noticia. Aparte de ser un Don, reflejo del amor de Dios y
estar en constante comunión con Él, haz sido invitado a ser co-creador de Su obra.
SÍ…
¡TÚ!
Dios creó el amor para ti y para mí,
considerando cada mínimo detalle, y nos ha dado una muestra plena del amor al encarnarse en Cristo. La clave de
toda comunión en pareja está en amar
como Cristo nos ama. Su amor fue fiel en la misión que Dios le
encomendó, libre en decisión, total hasta el punto de entregar su vida
por nosotros y dador de vida
eterna para todos. La máxima prueba de
amor que se fundamenta en estos cuatro pilares es: el matrimonio.
Al altar se llega con una disposición sincera de
nunca permitir conscientemente ningún grado de infidelidad, anti-libertad,
anti-totalidad, ni prohibición a la vida; con la Gracia de Dios.
EL
ACTO SEXUAL ES LA ENCARNACIÓN DE ESTOS VOTOS.
Es sólo en el acto sexual, dentro del
matrimonio, donde se da una entrega fiel, total, libre y abierta a la vida. Los
esposos son llamados a donarse,
de modo explícito, sirviéndose correctamente del digno lenguaje del cuerpo. Es un testimonio de amor, conforme al significado justo y la grandeza
del Sacramento. El consentimiento que une a los esposos entre sí, encuentra su
plenitud en el hecho de que los dos “se vuelven una
sola carne” (CIC 1627).
Sólo dentro del matrimonio se vivirá la plenitud
que el mundo promete, pero no brinda realmente. La castidad prematrimonial es el proceso preparatorio para la
verdadera esencia del matrimonio. Esperar,
es un reto. Pero, radicalmente, ¡vale
el esfuerzo!
El amor promete infinidad, eternidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo, se constata que el camino para lograr esta meta no consiste simplemente en dejarse dominar por el instinto. Hace falta una purificación y maduración que incluyen también la renuncia. Esto no es rechazar el “eros” ni “envenenarlo”, sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza (Benedicto XVI, DC, 5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario