viernes, 28 de diciembre de 2018

EL OBISPO DE OPORTO PIDE NO HABLAR DE LA VIRGINIDAD FÍSICA DE MARÍA Y LUEGO CONFIESA QUE CREEN EN EL DOGMA


Se retracta tras causar escándalo en los fieles
El obispo de Oporto (Portugal), Mons. Manuel Linda, pidió no hablar nunca de la virginidad física de María, la Madre de Dios, pero tras el escándalo generado entre los fieles se ha visto obligado a retractarse.
(ACI Prensa) En una entrevista publicada por el portal portugués Observador.pt, el prelado dijo que «nunca debemos referirnos a la virginidad física de la Virgen María».
«El Antiguo Testamento dice muchas veces que Jesús iba a nacer de una doncella, hija de Israel, que fuera simple, pobre y humilde. Pero la verdad esa es apenas una referencia a la devoción plena de esa mujer a Dios. El don de ser madre de Dios fue dado a María porque ella tenía un corazón indiviso. Lo que importa es la plena donación», explicó el Prelado.
«Con certeza hay mujeres con el himen roto (la membrana vaginal que suele desgarrarse en la primera relación sexual) que son más vírgenes en el sentido de la plena devoción a Dios que algunas con el himen intacto», agregó.
El 26 de diciembre, el portal Observador agregó una aclaración solicitada por el Obispo que decía lo siguiente:
«Este texto fue modificado a las 15 horas del 26 de diciembre para clarificar la posición del Obispo de Porto, Don Manuel Linda, relativa al dogma de la virginidad perpetua de María».
El añadido solicitado por el arzbispo fue colocado en negritas, pero no es una declaración textual sino que señala que «el obispo de Oporto, Don Manuel Linda, sin negar el dogma de la virginidad perpetua de María proclamado por la doctrina de la Iglesia Católica, refirió al Observador que ‘nunca debemos referirnos a la virginidad física de la Virgen María’».
Tras el escándalo generado entre los fieles en Portugal, el obispo también dedicó un espacio de su homilía en la Misa de Navidad para señalar que «no habría Navidad sin la Virgen Santa María. Aquella que, de acuerdo con la fe de la Iglesia –¡que es también mi fe!– es proclamada ‘virgen antes, durante y después del parto’ de manera expresa en el Sínodo de Milán (año 390), o ‘Mater intacta’, como decimos en las letanías. La saludamos y le agradecemos profundamente por su insustituible contribución a la historia de nuestra salvación».

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