martes, 17 de octubre de 2017

JESUCRISTO APARECIÓ EN EL CIELO DE MÉXICO COMO CONSUELO, LUEGO DEL GRAN TERREMOTO

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Nuestro Señor Misericordioso se manifiesta consolando a su pueblo cuando se hace necesario. En los momentos difíciles Él y Su Madre se hacen presentes como palabra de esperanza. Y es una manifestación de esperanza que hay que recordar en momentos de angustia.
En 1847, la imagen del Señor de la Misericordia de Ocotlán apareció entre las nubes por 30 minutos.
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Fenómeno que fue visto por una multitud de personas.
Y en el 2010 sucedió otro fenómeno prodigioso en la Imagen de Nuestro Señor de la Misericordia.
Cuando una corona de espinas en una estatua de Nuestro Señor de la Misericordia produjo flores.
Esto sucedió en Ocotlán, que es una ciudad de Jalisco, México. El nombre “ocotlán” proviene del idioma de los aztecas, náhuatl, y es una combinación de dos palabras, “ocotl”, o “pino” y “tlan”, que significa “lugar de”: “lugar de los pinos”. La ciudad se asienta en las orillas del lago de Chapala, donde los ríos Zuma y Santiago se vierten en el lago. El clima es templado, el aire fresco y los suelos ricos. Un establecimiento indígena próspero existía allí cuando los primeros españoles llegaron en 1530. La zona había sido ocupada por los Otancas, Texuexes, Tepehuanes y Coanos. Una de las primeras grandes batallas del conquistador Nuño de Guzmán ocurrió en Ocotlán. Y cuando el reino nativo local fue derrotado, los españoles establecieron una presencia permanente, construyendo un hospital y una capilla dedicada a la Virgen de la Inmaculada Concepción bajo la dirección de los franciscanos. 300 años más tarde aparece Jesucristo en los cielos.

EL SEÑOR DE LA MISERICORDIA DE OCOTLÁN
A mediados de la década de 1840 la ciudad de Ocotlán se había convertido en un lugar de vicio y licenciosidad. Pero todo eso cambió abruptamente el 2 de octubre de 1847.
Un terremoto golpeó la ciudad tirando por tierra a la mayoría de los edificios y haciendo que el resto fuera inhabitable.
Había mucha miseria y muerte y los supervivientes en esta ciudad de 1500 personas estaban en estado de shock. Al día siguiente del terremoto, el alcalde de Ocotlán, Juan Antonio Ximénez escribió una carta al gobernador del estado de Jalisco.

El alcalde escribe: “Ayer, sábado 2, a las siete y media de la mañana, un fuerte terremoto, que duró más de cinco minutos se sintió en esta ciudad. Sin embargo, no causó ningún daño. La réplica, ocurrida entre las nueve y las diez de la misma mañana, fue terrible. En un instante, algunos de los edificios de la ciudad fueron derribados, y los otros fueron completamente destruidos o en peligro inminente de colapso. Ayer, 46 personas habían sido halladas muertas, y no es posible ahora saber con certeza el número de heridos que milagrosamente escaparon a la destrucción. No fue sólo el pueblo el que sufrió esta desgracia. Lo mismo ocurrió en todos los demás lugares del municipio. Hubo terror y espanto por todas partes, especialmente cuando las rocas se separaban de la colina y los animales salvajes se veían aterrorizados”. El último párrafo del alcalde en esta carta seguramente levantó las cejas del gobernador de Jalisco.

Pero el alcalde Ximénez continúa:
“Esta mañana, Vuestra Excelencia, 24 horas después de los desafortunados acontecimientos, la perfecta imagen de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz fue vista entre el Oeste y el Norte.
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Formada entre dos nubes y duró media hora.
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Tiempo en el cual más de 1500 personas que estaban en la plaza, cayeron de rodillas, realizando actos de contrición y clamando al Señor para mostrar misericordia”.
Lo que el alcalde describió se llamaría más tarde la aparición milagrosa de El Señor de la Misericordia. Según los supervivientes del pueblo, al día siguiente del terremoto, un domingo, todos estaban reunidos en la Plaza de Armas de Ocotlán, para celebrar una misa al aire libre. Porque la iglesia estaba arruinada y no era apta para servicios. Este es el Atrio de la capilla de La Purísima, lugar en el que se celebró la Misa posterior a la aparición el día 3 de octubre de 1847: Una imagen de Jesús apareció en las nubes en algún momento a las 9:00 horas. La imagen ha sido descrita desde una nubosa formación entre las nubes en forma de cruz hasta una imagen perfecta y resplandeciente de un Cristo crucificado. Cuya cara era una expresión que combinaba amor y tranquilidad. Se decía que la imagen se había movido hacia el noroeste antes de desaparecer lentamente. La gente en las áreas rurales circundantes también reportó haber visto la imagen de Jesús en las nubes. La noticia de este milagro se extendió por toda la región y Ocotlán se convirtió en el foco de una nueva peregrinación, para las personas que querían venerar al que se llamaba el Señor de la Misericordia. En 1875 se construyó una nueva iglesia para honrar esta manifestación de Jesús y luego se expandió aún más hasta el complejo de la basílica que existe en Ocotlán hasta el día de hoy. Con el tiempo, el evento se hizo más formalizado y documentado. En 1897, para los 50 años, el arzobispo de Guadalajara, Pedro Loza y Pardavé, consideró necesario obtener testimonios escritos de las 30 personas que aún quedaban con vida, entre las que presenciaron el evento en 1847. Ya en la década de 1890, la mayor parte de México había oído hablar de la aparición y la noticia de la aparición milagrosa estaba ganando interés internacional.
El 29 de septiembre de 1911, el Cardenal José de Jesús Ortiz y Rodríguez, Arzobispo de Guadalajara, firmó un documento en el que se reconocían los testimonios escritos de 1897 y se proclamaba el acontecimiento de 1847 como “El milagro de Ocotlán”.
En su pronunciamiento, el cardenal escribió: “Debemos reconocer como hecho histórico, perfectamente probado, la aparición de la bendita imagen de Jesucristo Crucificado… Y que no pudo haber sido obra de una alucinación o fraude, ya que ocurrió a plena luz del día, a la vista de más más de 2000 personas“. Además, el Cardenal Ortiz y Rodríguez estableció una fiesta formal para reconocer a Nuestro Señor de la Misericordia. En su proclamación, el cardenal continúa: “[los habitantes de la ciudad] deben reunirse de la manera que sea posible, después de purificar sus conciencias con los santos sacramentos de la Penitencia y la Sagrada Comunión. Y jurar solemnemente ante la presencia de Dios, para ellos y sus descendientes, que año tras año celebrarán el aniversario del 3 de octubre“. Al año siguiente, 1912, comenzó la fiesta formal del Señor de la Misericordia. La cual se inicia el 20 de septiembre y termina en la fecha de la aparición 3 de octubre, o sea un total de 13 días de celebración, contemplación y contrición. Aunque el Vaticano no se ha expedido formalmente sobre este acontecimiento, ha dado su reconocimiento tácito de su naturaleza milagrosa.
En 1997, en el 150º aniversario de la aparición de Jesús en el cielo, el Papa Juan Pablo II envió una bendición apostólica al pueblo de Ocotlán reconociendo la importancia del evento.
El milagro en Ocotlán suele considerarse la primera y única aparición legítima de Jesús a la vista de miles de personas que ha habido en todo el mundo. Pero los eventos milagrosos de Nuestros Señor de la Misericordia no quedan aquí.

FLORECIMIENTO DE LA CORONA DE ESPINAS
En diciembre de 2010, equipos de televisión de toda Latinoamérica llegaron a la ciudad de Ocotlán para cubrir lo que la gente de toda la región estaba considerando un milagro. En la Basílica de Nuestro Señor de la Misericordia algo inusual sucedía en el crucifijo principal detrás del altar. De la corona de espinas en la cabeza de Jesús comenzaron a brotar flores. La corona, que había sido hecha de una espinosa planta desértica que había sido retorcida en un círculo, fue retirada inmediatamente de Jesús, cuando el padre Miguel Ángel González notó un brote que había aparecido en la parte posterior de la corona, a principios de noviembre de 2010. Había sido puesta bajo el cristal y vigilada por cámaras de seguridad. Cuando los equipos de televisión filmaron el objeto sagrado, tenía varias flores de color rosa, como trompetas, que salían de la corona y algunos otros brotes verdes con hojas. Fieles de la ciudad de Ocotlán y los alrededores formaron cola para ver la corona, porque las flores parecían muy especiales una semana antes de Navidad. El sacerdote explicó brevemente la historia de esta corona de espinas. Fue dada a la iglesia como un regalo en 1994 por una nueva novia después de una boda. La corona se colocó al pie de la cruz y luego se trasladó a las manos orantes de una estatua de la Virgen de Dolores. Y desde la estatua de la Virgen se trasladó a su lugar legítimo encima de Cristo, en el crucifijo principal en la basílica. La mayoría de las personas que visitaron el fenómeno no estaban seguras exactamente de lo que estaban viendo. Sólo que de alguna manera estaba sobrenaturalmente inspirado y parecía subrayar sus ya fuertes creencias religiosas. El padre Miguel Ángel aseguró al público que la iglesia estaba haciendo grandes esfuerzos para investigar el fenómeno y prometió mantener la reliquia bajo un cristal con vigilancia las 24 horas, para ver si la corona no estaba siendo manipulada. Luego vinieron las explicaciones científicas y descreídas. La Universidad de Guadalajara dio a conocer su explicación científica para el milagro de la corona florida, a principios de 2011.
En su informe, los científicos universitarios declararon que la planta de la cual se hizo la corona – conocida por su nombre científico euphorbia mili – es una planta dura del desierto que puede estar años sin agua.
Las semillas pueden permanecer inactivas durante décadas y son activadas por las más mínimas indicaciones de humedad. Por lo tanto, después de 15 años de estar “inactiva”, la planta de la cual la corona estaba hecha “vino a la vida”. Presumiblemente debido a la humedad en la habitación o a la coalescencia de gotas de agua en la parte posterior de la cabeza de la estatua donde la corona descansada. Esto fue aprovechado por los discursos escépticos. Aprovecharon para promover la desconfianza sobre el milagro de la aparición de Jesucristo entre las nubes. En el programa de televisión “Extranormal”, los discutieron la aparición de 1847 sobre Ocotlán, luego de discutir sobre el supuesto milagro del florecimiento de la corona de espinas. Los científicos -un físico y un psicólogo- llegaron con las explicaciones estándar de alucinación de masas y trucos de luz en el cielo, que habrían jugado con las mentes de una población angustiada y desesperada. La parapsicóloga del programa, Laura Rivas, agregó otra explicación adicional de los acontecimientos en Ocotlán. Dijo que el área es el sitio de un vórtice de energía y un punto focal tonal, y muchos eventos paranormales se han producido en el área y se producirán. De hecho, dijo que los Franciscanos establecieron la muy popular Virgen del Santuario de la Inmaculada Concepción en Ocotlán en la década de 1530 por una razón: la ubicación ya era conocida como un lugar sagrado. Sea o no que algunas partes de los milagros sean verdaderas, los peregrinos seguirán haciendo el viaje a Ocotlán. Para los fieles, aunque la historia pueda parecer bien explicada e incluso bien intencionada, la corona floreciente de las espinas sigue siendo un milagro.
Porque después de todo Dios puede usar los fenómenos naturales, como el florecimiento de una planta que estaba “dormida” cuando lo desee, para comunicarse con sus hijos.
Pero además, la aparición de Jesús en el cielo ha sido escrupulosamente estudiada con miles de testigos. Y resulta más difícil de tirar abajo con suspicacias y dudas. Porque los sucesos milagrosos ocurren, como por ejemplo el de la aparición de la Santísima Virgen en la otra ciudad llamada también Ocotlán, pero en el estado de Tlaxcala, México, 300 años antes de la aparición del Señor de la Misericordia en los cielos.

NUESTRA SEÑORA DE OCOTLÁN
Aquí también Nuestra Señora se apareció para consolar y sanar a sus hijos. Nuestra Señora de Ocotlán se apareció al indio Juan Diego Bernardino, en 1541. Sucede doce años después de la aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego. En 1541 un joven nativo tlaxcalteño llamado Juan Diego Bernardino iba a sacar agua de un río que en ese momento creía tener propiedades curativas.  Juan Diego era un converso al catolicismo que era conocido por su piedad y era un topil (servidor de altar) en el monasterio franciscano.
Había una epidemia en la región y quería llevar el agua a casa a su familia, que estaba enferma.
Cuando llegó a una colina, se encontró con una hermosa dama.
Que le preguntó: “Dios te bendiga, hijo mío, ¿a dónde vas?“
Juan Diego Bernardino explicó que iba a traer agua medicinal a los enfermos.
La dama respondió:
“Sígueme de cerca, te daré otra agua con la que extinguirás el contagio y curarás no sólo a tu familia, sino a todos los que beban de ella
Porque mi corazón siempre está inclinado hacia los humildes y no sufrirá viendo semejantes cosas sin remediarlas”.

La mujer condujo a Juan Diego Bernardino por la empinada colina mientras la noche empezaba a caer. En el fondo había un pinar con una fuente de agua, que todavía existe hoy. La señora le dijo a Juan Diego que quienquiera que bebiera la gota más pequeña sería restaurado a una salud perfecta.  Entonces le dijo que encontraría una imagen de ella en el pinar donde se encontraban, el verdadero retrato de sus perfecciones y clemencias. Y que aconsejase a los padres franciscanos que la colocaran en la iglesia de San Lorenzo, que estaba en lo alto de la colina. Juan Diego tomó agua de la fuente y se apresuró a curar a los enfermos.  Más tarde fue al monasterio franciscano para contarles a los frailes su experiencia. Los frailes observaron la expresión en el rostro de Juan Diego cuando él contó la historia y la creyeron, posiblemente también porque era un servidor de altar regular allí. Esa tarde lo siguieron de regreso al pinar. A la luz de la puesta de sol, los árboles parecían arder sin ser consumidos. 
Un árbol era particularmente gordo, así que lo abrieron con un hacha y encontraron la estatua de María como Juan Diego había dicho que lo harían.
Prepararon unas andas con ramas y flores y levantaron la estatua sobre sus hombros para llevarla a la iglesia de San Lorenzo. La estatua de Nuestra Señora de Ocotlan se considera tallada milagrosamente de una pieza de madera del árbol de ocote. Los fieles todavía están tomando agua de la fuente milagrosa (ahora un pozo), creyendo en que los milagros todavía abundan a través de la intervención de Nuestra Señora de Ocotlan y el agua que ella bendijo. Se construyó el Santuario de Nuestra Señora de Ocotlan, que en 1746 fue elevado a la estatura de Nuestra Señora de Santa María la Mayor, la primera Iglesia de la Madre María en Roma y una de las Basílicas que tienen una Puerta Santa que el Papa abre cada 25 años. El Papa Benedicto XIV concedió indulgencias, privilegios e indultos apostólicos a los fieles venerando la imagen de Nuestra Señora de Ocotlán. El Santuario de la Virgen de Ocotlán es ahora una iglesia parroquial. 
La rememoración de los hechos milagrosos que expusimos en este artículo debe ser un signo de esperanza en momentos que el descreimiento en Dios crece en el mundo.

Fuentes:

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