lunes, 31 de julio de 2017

LOS VALORES, ¿AHORA VALEN MENOS?


Los valores son la columna vertebral de una convivencia sana entre seres humanos. Pero esa columna vertebral se construye con nuestros valores individuales, con nuestros valores familiares, incluso con nuestros valores regionales y nacionales, pero todo comienza con la persona.
Tal parece que ahora da lo mismo ser bueno o malo. ¿Realmente los valores siguen siendo la base de la sociedad?

El otro día oía el tango “Cambalache” de Santos Discépolo y las reflexiones sobre los valores se me vinieron encima. Parte de la letra de la canción dice así:

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador; todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor, no hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao…

Qué falta de respeto, qué atropello a la razón cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón mezclao con Stavinsky va Don Bosco y la Mignon, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida y heridas por un sable sin remaches ves llorar la Biblia contra un calefón.”

Y vaya que en el mundo de hoy tal parece que los valores cada vez “valen menos”. Este tango es por sí mismo bastante gráfico, porque parece que los valores no importan mucho, hasta que alguien sin esos valores le atropella a uno, y entonces sí que duele. Por ejemplo, me vienen a la mente las grandes estafas contra los ahorradores que se han hecho en Hispanoamérica en algunas cajas populares y uniones de crédito. He conocido gentes que su patrimonio entero fue literalmente robado por unos “vivos” que tomaron el dinero de ahorradores. El asunto de lo valores suele preocuparnos solo cuando su falta nos perjudica, es decir, cuando la carencia de valores en los demás afecta nuestras vidas.

Tengo un amigo desde hace muchos años, es un profesional brillante y un hombre muy honrado. Tiene tres hijos pequeños y me ha dicho últimamente “el asunto de los valores realmente me preocupa ¿En qué mundo viven mis hijos? ¿Qué les voy a enseñar para que sean hombres de bien? Hay tanta basura y cosas malas…”

A él, como a muchos padres, el asunto de las drogas, la relajación moral y la falta de valores en general le preocupa extraordinariamente. Pero no solo son los padres quienes deben estar preocupados por los valores. Cuando un amigo nos traiciona, cuando un compañero de trabajo miente sobre nuestro desempeño, cuando alguien nos roba una oportunidad, entonces volvemos a prestar atención a los valores. ¿Tiene acaso que despertar nuestra conciencia el abuso?

En un libro muy interesante llamado “Repensando el Futuro”, un grupo de empresarios americanos analizan un problema grave: de las 500 empresas más importantes en Estados Unidos en 1990, para el dos mil han desaparecido más de cuatrocientas. Todas tenían estupendos sistemas de calidad, técnicas japonesas de productividad y sistemas eficientes para la mejora continua. La pregunta era ¿Por qué desaparecieron? Y la respuesta fue que en la gran mayoría de esas empresas había algo que faltaba: valores compartidos. La falta de valores provocó que todos perdieran el rumbo, que cada quien hiciera solamente lo que le convenía de manera inmediata sin preocuparse nunca por la organización en su conjunto. A la postre, el resultado fue que todos perdieran sus fuentes de trabajo.

Por otra parte, algunos gobiernos, por supuesto, también pueden adolecer de esta falta de valores, desde la anulación más extrema (como en el caso de las dictaduras), hasta las “administraciones de la corrupción”, que bajo una gran pantalla siguen concentrando los beneficios en sectores muy determinados de la sociedad. Y ya que hablamos de sociedad, vale la pena meditar en los asfixiantes índices de criminalidad de muchas grandes ciudades: Todo va a parar en la falta, cada vez mayormente recrudecida de valores. El trabajo honrado ha sido substituido por la vida fácil, la palabra de honor ha sido aplastada por garantías, contratos y amenazas de juicio. La amistad ha sido transmutada en complicidad. Los valores no son solo entonces, asunto de grandes corporaciones o de institutos políticos.

Una de las claves en la importancia de los valores, es que nos hacen convivir como seres humanos. El egoísmo extremo no hace sino destruir a la sociedad. Si cada vez más gente piensa en su vida, sus pertenencias, su espacio, su libertad, y se olvidan de los demás atropellando al que se pone a lado, entonces no deberíamos sorprendernos de lo mal que anda el mundo. A veces, hasta parece que ser bueno ha pasado de moda.

Solamente podemos esperar un cambio real en nuestras sociedades si con seriedad nos preguntamos ¿Cómo andan mis propios valores? ¿Soy confiable? ¿Soy leal? ¿Soy generoso? Pero no solo eso, también debemos hacer un ejercicio y cuestionarnos ¿Cómo afectamos a los demás cuando no vivimos con valores?

Los valores necesitan dos etapas: la de su revisión seria y la de su aplicación. Valores sin acción son iguales a incongruencia. Si quisiéramos ver un mundo diferente, una sociedad más equilibrada y un futuro más alentador, entonces es el momento de detenernos a reflexionar ¿Qué son los valores para mí? ¿Cuáles forman mi vida? ¿Qué significan los demás para mí? Y entonces, nuestro análisis debe trasladarse del “Yo” al “Tú”, es decir, dejar de pensar un poco en nosotros mismo y volcarnos hacia los demás, ser generosos y ver qué necesitan los demás de nosotros.


Mientras no resolvamos nuestra crisis de valores individual y nuestras acciones sean congruentes, seguiremos viviendo en un mundo donde “es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador; todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”. ¿O podemos cambiar?

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